Esta semana, el célebre diario The New York Times sorprendió con una nota titulada “Entre Perón y Merkel: una encrucijada española”, donde asegura que España “no necesita importar populismos fallidos de Latinoamérica”. Y advierte que “su ejemplo a imitar debe ser la gestión eficaz, sensata y regeneradora de la canciller alemana”.
Arranca el matutino describiendo la Argentina actual, incitando a España a no imitarla: “Un país inmensamente rico en recursos y talento humano que tiene a más de un tercio de su población en la pobreza, lleva décadas sumido en una profunda crisis y este año incumplió el pago de su deuda por novena vez. Difícilmente un ejemplo a seguir, pero Argentina, y el peronismo que la gobernó casi 25 de los últimos 37 años, tiene sus fans en las altas esferas del poder en España”.
Describe NYT: “El matrimonio formado por el vicepresidente Pablo Iglesias y la ministra de Igualdad Irene Montero, ambos de Unidas Podemos, encuentra en el movimiento fundado por el general Juan Domingo Perón recetas para los problemas de España. Es difícil imaginar qué beneficios ven en la importación de populismos latinoamericanos fallidos. Sobre todo porque hay una alternativa, más próxima y de éxito contrastado: el merkelismo”.
Para el diario, Alemania, con Angela Merkel al frente, superó la Gran Recesión de 2008 mejor que casi ningún país del mundo “y vuelve a situarse entre los privilegiados en la respuesta a la pandemia en los frentes sanitario y económico”.
Por eso, España que ha salido mal parada en ambos “se encuentra ante la encrucijada de fijar una visión que evite su decadencia prolongada. Nuestros gobernantes harían bien en emular a Berlín y su apuesta por la educación, la ciencia, la modernización industrial, la revolución ecológica, la innovación y la gestión responsable de los impuestos de sus ciudadanos”.
Más adelante, NYT explica que “el peronismo contribuyó a la tragedia con su populismo errático, el egoísmo caudillista de sus dirigentes y su incapacidad para establecer una estrategia coherente para el país. Es una inconsistencia que Angela Merkel resaltó, quizá de forma inocente, cuando en febrero preguntó al presidente argentino Alberto Fernández qué era el peronismo, sin que este supiera aclarárselo. Fernández optó por decir lo que no era, negando su naturaleza populista”.
Acto seguido, hace una brillante descripción de lo vivido en las últimas décadas en el país: “El movimiento político dominante en Argentina ha sufrido mutaciones constantes, desde el neoliberalismo cleptocrático de Carlos Menem al socialismo demagógico de los Kirchners, y en todas sus variantes ha resultado frustrante en su ineptitud”.
A pesar de ello, “Unidas Podemos, que desde principios de año forma gobierno de coalición con el presidente Pedro Sánchez, se muestra orgulloso de sus ‘rasgos peronistas’, sin admitir que uno de los más evidentes es el culto a la personalidad del líder”.
El “peronismo español” controla cinco ministerios “en un gobierno donde conviven dos almas, la más activista liderada por Iglesias y una más pragmática y europeísta con la ministra de Economía Nadia Calviño como referente”, describe NYT.
Y recuerda que España vive al límite de sus posibilidades financieras “con una deuda creciente que roza el 110 por ciento de su PIB, un 40 por ciento de su población dependiente del Estado y un colapso de sectores vitales, incluidos los servicios y el turismo, que hacen inviable su sostenimiento sin el soporte de Europa”.
Finalmente, el diario neoyorkino remata: “El gobierno español deberá presentar proyectos que reflejen una estrategia de país, más allá de la necesaria asistencia a quienes están pasando por graves dificultades. La crisis todavía podría convertirse en una oportunidad si España toma como ejemplo el modelo adecuado. Argentina nos ofrece alguna pista: no es el peronismo”.