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No faltan dólares... falta un gobierno que no asuste

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Las cosas como son
Las cosas como son

Dólar que entra, se evapora. Y entran miles de millones. Muchos más que los que hacen falta para pagar las importaciones o los compromisos financieros. Simplemente porque las compras al exterior se han derrumbado, lo que por suerte no sucedió con las ventas externas. Y porque el Estado ha postergado los pagos de deuda. El problema no es, entonces, la falta de dólares, sino la destrucción del peso: la certidumbre de que la emisión continuará, el déficit fiscal va a estallar y la moneda local valdrá cada vez menos.

 

El gobierno podría tratar de generar confianza en que hará lo posible para que eso no siga sucediendo. Pero prefiere insistir en destruir esa confianza: prefiere encerrarnos cada vez más, obligándonos a “quedarnos con los pesos” y perder más y más capacidad de consumo y de ahorro; con lo cual refuerza nuestra disposición a huir de la moneda local; ante lo cual reacciona aumentando los costos de hacerlo, y así sucesivamente. Hasta que la economía estalle, o se complete el proceso de empobrecimiento, ya nadie ahorre y nos conformemos con sobrevivir.

Además de imponernos cada vez más costos y prohibiciones, las autoridades están abocadas a culpabilizar las reacciones sociales que así generan: la “fuga”, en vez de una reacción lógica ante una política irresponsable y destructiva, es presentada como una perversión social, un acto de traición a la patria; el dólar “libre” es “el de los delincuentes”, acaba de decir el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, y el ahorro es un privilegio de tontos, según se infiere del último discurso del presidente, que ejemplifica muy bien su vocación por devaluar su propia palabra y su incapacidad creciente para lograr una mínima consistencia argumental: “Lo que nos hace evolucionar o crecer no es verdad que sea el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años. El más tonto de los ricos tiene más posibilidades que el más inteligentes de los pobres”.

Detengámonos un segundo en esta barrabasada: la “inteligencia de los pobres”, ¿no vendría a ser su mérito, algo semejante al esfuerzo, la dedicación y cosas por el estilo?, un “gobierno de científicos” como el suyo, encabezado por un político que cada vez que puede se presenta como “profesor universitario” y “estudioso del derecho”, ¿acaso no celebra el mérito si le conviene?, ¿el problema son entonces los “ricos y tontos”, "los que tienen y no lo merecen?, ¿cómo va a identificar a estos parásitos?

Por de pronto convendría que todos los ricos se cuiden. Pues el criterio para medir su grado de tontería puede ser bastante amplio. Pero comprar dólares, ¿es de tontos o de astutos egoístas?, ¿no es más tonto quien pone sus ahorros en plazo fijo a una tasa menor que la inflación, o quien compra bonos públicos esperando que se los paguen? Sería bueno que lo expliquen, porque de otro modo podemos sospechar que no saben realmente qué hacer ni cómo encarar a los que tienen dinero, no creen mucho en los incentivos que les están planteando, y por eso es que no saben qué hacer con el dólar, ni con el peso, y van dando manotazos cada vez más brutales, cada vez que se evidencia que los anteriores no alcanzaron para controlarlos. Veámoslo en detalle.

 

Tres opciones

Alberto Fernández tenía tres opciones a la mano, todas más o menos costosas, pero con alguna chance de funcionar para generar confianza y fortalecer su capacidad de controlar la situación económica ahora, en el pico de la pandemia, y cuando ella amaine: devaluar, desdoblar abiertamente el mercado cambiario, o poner en marcha un plan de estabilización para reducir la emisión y frenar las expectativas inflacionarias.

Venía intentando algo de esto último, al anunciar el ajuste paulatino del gasto de emergencia, mantener los salarios públicos congelados y las jubilaciones corriendo bien por debajo de la inflación. Pero como quiso disimular, no le dio la envergadura de un plan, no lo acompañó de una suba de la tasa de interés para los ahorristas en pesos, necesaria para hacer menos tentadora la dolarización, ni de un acuerdo rápido y conciliador con el Fondo, para fortalecer las reservas y crear confianza. Encima la huelga policial desbarató lo poco que se estaba logrando: todos los gremios estatales se prepararon a continuación para reclamar se los trate igual que a los uniformados bonaerenses, ya se programaron o incluso se cerraron paritarias en varios sectores, así que las expectativas inflacionarias están de nuevo en alza.

Desdoblar fue una alternativa que sedujo a parte del equipo económico, y a muchos economistas amigos. Tenía la ventaja de descargar en el mercado la responsabilidad de proveer los dólares para el ahorro, los pagos de deuda de las empresas, y la fuga. Si el BCRA ya no cargaba con esa obligación, podría acumular reservas, o al menos dejar de perderlas. Y podía terminar con el cepo, un recurso que, como ya se probó entre 2012 y 2015, perpetúa el estancamiento. Pero primó el temor a que el dólar blue, oficializado “financiero”, siguiera escalando, y se volviera un oficial referente de los demás precios.

Devaluar era la última opción, la más resistida, pues implicaría un salto inflacionario y la necesidad de instrumentar también, a continuación, un plan de estabilización, para que lo que se ganara en términos de desalentar la fuga al dólar, y de competitividad para exportar, no se evaporara en poco tiempo.

Todas esas opciones suponían, como se ve, dificultades inmediatas para la gestión. Y este gobierno huye de las dificultades, encara las cosas con el mínimo esfuerzo. Así lo hizo con la pandemia, recurriendo al encierro generalizado y esforzándose lo mínimo en testear, rastrear y aislar los focos de contagio, lo cual suponía un gran desafío para un aparato estatal ineficiente y una gestión descoordinada. Así que es lógico que, enfrentado al desafío de combatir la fiebre dolarizadora, haga algo equivalente, endurezca el encierro de todo el mundo en el mercado de pesos.

Al menos hasta las elecciones legislativas del año que viene intentará aguantar así. Después, seguramente se volverán a poner sobre la mesa las mismas opciones que acaban de descartarse, probablemente en peores condiciones.

Porque el retraso del dólar “oficial” solo servirá a esa altura para quitarle recursos y desalentar a los exportadores, no para contener los demás precios. Que seguirán más de cerca la cotización de los dólares “libres”, con una brecha cambiaria que puede alcanzar niveles venezolanos. Los que soñaban en un acuerdo con la agroindustria tendrán que seguir esperando, no habrá “salida exportadora”. Y las multinacionales extranjeras se seguirán yendo del país.

Es curioso cómo el gobierno decanta hacia lo que, en principio, se presenta como la opción más fácil, aunque a mediano plazo resulte la más inconveniente. Endurecer el cepo le evita pelearse ahora con los sindicatos, moderando las demandas por actualizaciones salariales. Los sueldos seguirán acomodándose, pero con retraso y por goteo. El riesgo de algo parecido al Rodrigazo se patea para adelante, aunque no se disipa, al contrario. Evita también pelearse con las empresas endeudadas en dólares, que se verían perjudicadas si se oficializara un dólar financiero. Aunque el riesgo para ellas seguirá presente y se intensifica para adelante. Y evita por sobre todo hacer un ajuste más sistemático y evidente, manteniendo la tasa de interés en pesos retrasada, los gastos muy por encima de la recaudación y cada vez más precios regulados. Barreras, prohibiciones y encierros por todos lados.

¿Aguantará así hasta las elecciones del año próximo? ¿Permitirá este esquema una aunque sea tibia recuperación para enfrentarlas con chances de ganar? Es probable. Pero si no es antes, será después. Como con la pandemia: la ilusión de que se está gestionando una solución, y no pateando los problemas para adelante, puede tardar más o menos en disiparse, pero es seguro que se va a disipar.

El cepo es fácil de imponer y muy difícil de sacar, se comprobó ya entre 2012 y 2016. Porque sacarlo supone, de movida, una gran devaluación y requiere un inmediato plan de estabilización, con ajustes incluidos, que frenen la subsecuente escalada inflacionaria. Macri falló en administrar esa salida, y Alberto debería aprender de su experiencia, que tanto critica, pero se ve que mucho no entiende.

En vez de pensar en eso, piensa en cómo evitar pelearse hoy con los sindicatos, las empresas endeudadas, o los administradores del gasto público. Y arma entonces un combo que, cuando estalle, lo va a obligar a pelearse con los tres al mismo tiempo.

Pan para hoy, hambre para mañana. Pero como este es un gobierno al que no le interesan los planes, que tiene la vista fija en la punta de sus zapatos, se va a enterar tarde si lo que está haciendo es marchar de a poquito al precipicio.

 

5 comentarios Dejá tu comentario

  1. Alberto Fernandez, ha demostrado ser un MEDIOCRE RESENTIDO. Se comprende que un individuo como el desprecie el MERITO, pues no hizo NINGUN MERITO CIVICO PARA GANARSE LA VOLUNTAD DE LOS ELECTORES, que como decía Diosdado Cabello...¡NO SON DE EL!. La INCOHERENCIA es una constante en sus expresiones, tal como decir que este "ES UN GOBIERNO DE CIENTIFICOS" y detestar el MERITO. ¿Cómo creerá que se llega a ser CIENTIFICO sino es por la búsqueda de la perfeccion en cada rubro de acción y para ello le demanda ESTUDIO, SACRIFICIO, SUPERACION Y VOLUNTAD, todo encuadrado en ambito de METODO/S? Quizás para Alberto Fernández, ser cientifico es "usar un guardapolvo y anteojos"....¡y ya está! ¡ESTAMOS ANTE UN CIENTIFICO! Flor de mediocre el "DOCENTE" Universitario (pues ni profesor es, ya que NO concursó)

  2. ...claro que no faltan, para quienes pueden comprarlos... ( $135 / $145, ya, a las 13 hs, según https://www.valordolarblue.com.ar/ ) Apostamos un numerito, para Navidad..? Sigan así..! :P

  3. Si no faltan entonces por qué el cepo?. No se puede ahorrar, me refiero a la gente común, porque ellos seguro están llenándose los bolsillos nuevamente. Y desechar el mérito es una pelotudez más grande que Parrilli, ya que sin hacer méritos no se puede progresar legalmente, salvo estos científicos inútiles que nos gobiernan. No tienen ni categoría para llegar a mediocres.

  4. Cuando subió cambiemos, sinceró el dolar de menos de $ 10.- a $ 15.- y saco el cepo enseguida, dejando el mercado libre. Y no paso nada. Fué la primera medida economica del gobierno Macrista que desconcertó a los peronistas. Lamentablemente Macri no hizo los deberes economicos, y en el 2018 todo desbarrancó. El gasto publico fué la causante principal. Creo que lo que tendrian que hacer hoy seria liberar el mercado del dolar, o desdoblar el mercado cambiario. Por ello no estoy de acuerdo con el articulo, Macri hizo bien en sacar el cepo, Y NO PASO NADA, lo que hizo mal es no hacer los ajustes, y seguir gastando como los K. El gobierno (sic) de Albertitere y CFK, estan en una encrcijada economica muy fuerte, no saben como salir de la cuarentena, no saben que hacer con los reajustes que seguiran a continuacion por parte sindical, la inflacion sigue subiendo, y eso que estamos en recesión, y a pesar de ello ponen mas impuestos, lo que es echar leña al fuego. Para colmo el banana del BCRA dice que es de delincuentes ahorrar en dolares, y conseguirlos en el mercado blue, para evitar el deterioro, de la falsificación de moneda que hace ilegalmente el BCRA. Es increible, que un funcionario de categoria haga esas declaraciones falsas. Cada ciudadano tiene derecho a ahorrar como mas le convenga, porque la moneda,, (que no tenemos ) solo sirve para gastos diarios en servicios en supermercados, o alimentos. Mientras el BCRA se endeuda con el Tesoro, y siguen falsificando moneda, no tienen ningun derecho en hacer lo que hicieron, que es simplemente otra devalueta.- Por lo demas en terminos generales, de acuerdo con el articulo. Y recordar que cuando se pierde la confianza con el poder se pierde, el respeto, ya nada es lo mismo.

  5. En líneas generales de acuerdo con Roberto. Agrego que el pueblo tiene también responsabilidad. No defiende las políticas que implican progreso no tienen NI el gobierno NI la ciudadanía visión a largo plazo. Todo se reduce a pan para hoy y hambre para mañana.

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