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El peligro del pensamiento mágico

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NOCIONES COTIDIANAS, POCO LÓGICAS Y NADA CONDUCENTES
NOCIONES COTIDIANAS, POCO LÓGICAS Y NADA CONDUCENTES

Tipologías del carácter (basadas en la tradición astrológica)

    "¿De que signo eres?", pregunta una joven a su acompañante en la primera cita. “Escorpio” responderá él, esperando una reacción por parte de ella. “Ah, mi padre es de Escorpio, Eres muy malhumorado. ¿No es cierto?" El joven intentará, durante los próximos minutos, desprenderse de un preconcepto que se acaba de crear sobre su persona. En teoría, él debería compartir ciertos rasgos de carácter con su futuro suegro. ¿Cuántas probabilidades hay de que eso sea cierto? No muchas, aunque sí es verdad que los humanos compartimos algunas características y diferimos en otras, a saber: Al joven le gustan los deportes, al padre de ella no. Al padre de ella le apasionan los veleros, al joven lo marea navegar. En cambio los dos odian festejar sus cumpleaños. ¿A que debemos atenernos entonces a la hora de hallar o no similitudes? ¿A las coincidencias? ¿A las diferencias? Veamos:

 

    Según un libro de astrología que ha leído esa joven, las personas de Escorpio son: muy sexuales, pasionales, fieles, agresivas, malhumoradas pero sensibles, etc.

    Es decir: si usted ha nacido bajo el signo de Escorpio (Una doceava parte de la humanidad lo ha hecho), sus particularidades deberían ser esas. Y las de 500 millones de personas alrededor del mundo también.

    Repitamos el concepto redactado de diferente manera, hay doce signos en el zodiaco, Es decir, en un año han nacido millones de personas bajo la influencia de cada uno de ellos. La pregunta es ¿Hay sólo doce tipos de personas en el planeta? Absurdo.

    Y no sólo eso. Al concepto limitante y poco sostenible de las tipologías de carácter, debemos agregar el de las supuestas predicciones astrológicas. ¿Acaso todas las personas pertenecientes digamos, a Sagitario, están teniendo hoy el mismo tipo de día? Según la astrología es así.

    Si leo un horóscopo de las decenas que se publican a diario (dejando de lado el detalle de que difieren llamativamente entre sí), puedo encontrar por ejemplo que hoy no conviene hacer negocios si eres Libra, o que es el dia ideal para enamorarse si perteneces a Capricornio. Sea cual sea tu ascendente. ¿Nos hemos detenido alguna vez a pensar en un detalle? Estos horóscopos, ¿no suenan más a consejos sin sustento, que a verdaderas predicciones? De todas maneras, suponiendo que alguien les haga caso, se convierten en un ilógico y peligroso condicionante para sus víctimas.

    ¿Acaso alguien puede asegurarme que alguna de las dos caras de la astrología (tipologías de carácter y supuestas predicciones) son reales y funcionales?
    Para la persona racional es claro que no. Sin embargo, ya sea para sacar conversación, tratar de hacer sentir bien a otro individuo, o averiguar algo sobre su personalidad, un intercambio de palabras como el descripto anteriormente se ha repetido millones de veces y cada uno de los lectores de este artículo seguramente han sido testigos directos de él. 

    ¿Cómo puede ser que todavía esté tan impregnada en nuestra cultura moderna, una costumbre tan primitiva y poco científica como la astrología?

    Algunas preguntas interesantes para su próxima cita podrían ser: “¿Por qué una persona adquiere el signo al nacer y no al ser concebida? ¿La influencia planetaria comienza a actuar cuando el bebé sale del vientre de la madre? ¿Por qué no antes? ¿La piel que recubre el útero funciona como una especie de escudo: “anti energía planetaria”?

    Si lo que influye en el carácter es esa energía misteriosa: ¿No tendrían que influir en nuestro carácter la energía de otros cuerpos celestes no planetarios? ¿Dónde está la astrología de asteroides, cometas, lunas, galaxias, estrellas, etc.? Si usted realiza estas preguntas hará reflexionar a su acompañante, aunque, claro, es menos probable que pueda conseguir pareja.


Racismo (Derivado de cuestiones genéticas)

    No pretendo en este breve artículo ir en contra de cientos de años de investigación antropológica. Desde ya las razas humanas no existen. Sus características particulares están condicionadas biológicamente por el continente de origen y el intercambio de genes con otras razas vecinas o lejanas. Sin embargo, llamaremos la atención al hecho de que estas diferencias morfológicas,  luego de miles de años y el paso de políticas y religiones, han derivado muchas veces en algo tan inútil, absurdo y peligroso como el racismo.

    ¿Cómo haremos para derribar sintéticamente los muros que han separado razas de hombres durante tanto tiempo? Seremos lógicos.

    Invito a cualquier persona, de la nacionalidad que sea, a prestar atención a su visita a un aula de universidad o de colegio secundario en donde cuelga de un gancho un esqueleto humano, utilizado para las clases de anatomía. ¿Puede el hombre común, a simple vista diferenciar un cráneo africano de uno asiático? ¿Y uno norteamericano de uno europeo? Es probable que no. Debajo de la piel todos somos iguales. ¿Frase trillada? Puede ser, pero cierta.

    Vayamos más allá. Hagamos un pequeño ejercicio utilizando la progresión geométrica del crecimiento exponencial en la matemática básica.

    Como lo hizo Carl Sagan en algún párrafo de su último libro, los invito a hacer el siguiente razonamiento: todos tenemos dos padres y cuatro abuelos. Ellos a su vez tuvieron dos padres cada uno, es decir tenemos ocho bisabuelos. Y avanzando una generación mas atrás podemos contar con dieciséis tatarabuelos. Es decir. Dieciséis familias distintas han combinado su sangre, su material genético para dar origen a nuestra fisonomía. Si avanzáramos sólo una generación más encontraríamos que somos el resultado de treinta y dos familias distintas. Sesenta y cuatro y ciento veintiocho seres de diferentes partes de la tierra que se conocieron, aparearon y produjeron descendencia, con el paradójico resultado de que alguno de ellos pueda llegar a convertirse en alguien racista.

    En este planeta somos todos primos. El racismo es completamente absurdo.


Pensamiento positivo, resultado positivo
 

   Es muy importante mantener una actitud positiva en todo momento para afrontar la vida de una manera sana, y seguir adelante a pesar de las vicisitudes que nos pueda deparar el devenir. Siempre es mejor ser optimista ante una posible desgracia, siempre es bueno creer que el futuro nos va a deparar algo mejor. Todas estas son verdades indiscutibles.

    Ahora bien, existe la creencia, promulgada desde hace décadas por ciertas pseudociencias y libros de autoayuda, de que la producción de pensamientos positivos genera resultados positivos como consecuencia. Este axioma es falso.

    Lo cierto es que la vida no es justa y a pesar de los pensamientos positivos que podamos generar e intentar mantener en nuestras mentes, las desgracias y los resultados adversos pueden producirse a toda hora.

    ¿Adónde está la justicia para ese hombre que hace años que está desocupado y mantiene la mente en positivo, sin  recibir compensación alguna y mucho menos oportunidades? ¿Adónde quedan los libros de autoayuda cuando una enfermedad terminal se come el organismo de una mujer a pesar de su fe en el futuro?

    ¿Cómo se explica que estando completamente deprimido y al borde del suicidio, un individuo sea premiado con un excelente trabajo y condiciones económicas y familiares que lo favorecen?

    El colmo de estas nociones de “optimismo absoluto” está dado por la cantidad impresionante de pretendidas técnicas de control mental y otras yerbas que pregonan que uno puede volverse millonario con solo pensarlo, atraer a la pareja que se ha ido o vencer las más variadas enfermedades mediante una actitud positiva, mediante focalizar su “energía” mental en estos menesteres.

    Qué importante sería promover un pensamiento más realista, basado en la cantidad de factores que se juegan en la formación de lo que nos ocurre a diario.

    Repito lo que dije en un comienzo: Es muy importante  no bajar nunca los brazos. Pero también es muy importante evitar engañarnos creyendo que todo lo que nos sucede depende exclusivamente de nosotros y de nuestros pensamientos.

    Los factores que guían nuestro porvenir son externos e internos, son una combinación de situaciones y circunstancias de lo más variadas, donde el azar y la casualidad están muy presentes. Ser realista y no pensar culposamente que nuestras desgracias son consecuencia de alguna falla dentro de nuestro pensamiento, nos ayudará a mantener la cordura dentro de este sistema cruel y poco ético en el que estamos inmersos.


Inmortalidad

  
“Si soy eterno, esta vida es sólo un paso hacia algo mucho más importante e intenso”,  “Si me va mal en esta vida, seré recompensado en el mas allá”, “No importa cómo me vaya en este tramo de mi existencia eterna”.

    Qué peligroso, qué dañino puede ser el concepto de la inmortalidad. Durante miles de años esta noción ha sido parte fundamental de la conformación de las religiones del mundo. De esta manera transcurren nuestras vidas mientras pensamos que al final, cuando todo termine, vamos a seguir viviendo.

    Entre otras cosas, de este concepto antiguo y poco realista aparecen las siguientes consecuencias: el menosprecio por las percepciones de los cinco sentidos, lo material, lo físico como algo transitorio y poco constructivo en el cultivo de la esencia eterna llamada “alma”. Y, sin entrar de lleno en la discusión tan antigua como poco académica de la existencia de esta entidad incorpórea, podemos sin embargo hacernos algunas preguntas que nos lleven a reflexionar.

    ¿Son las supuestas experiencias "post mortem" -como el tránsito por túneles hacia luces, o la visión traumática de los hechos vividos- una prueba fehaciente de la existencia de un más allá? ¿Acaso alguna religión otorga a sus fieles datos certeros y concretos de las características de esa vida después de la muerte?

    Existe la noción, por ejemplo de que el “paraíso” o “cielo” de las religiones cristianas, es un sitio (Debemos llamarlo así aunque, en teoría, no ocupe lugar físico) donde las almas son saciadas, donde la paz absoluta y la contemplación del ser creador cubren todas las necesidades que pudieran existir (igualmente no puedo dejar de preguntarme qué necesidad puede tener un alma perfecta, salvada y etérea).

    Ahora bien: ¿Qué puede tener de bueno y de placentero un lugar donde "nada" nuevo ocurre y el alma existe por la eternidad, sin novedades ni necesidades o deseos que saciar? Indudablemente esto no condice con las características básicas de la personalidad de cualquier humano. El paraíso pasaría a ser una tortura eterna de NO novedad, de NO necesidad de NO esfuerzo o deseo.
    Si va a ser así mi vida eterna, preferiría concentrarme más en los años que me queden sobre la tierra, donde puedo quemarme con el sol, tomar una copa de vino o disfrutar del canto de los pájaros o de las canciones que entona algún niño.

    Reitero la idea inicial, el concepto de que somos eternos y que lo mejor está por venir resulta absurdo a la hora de examinar las pruebas con las que contamos o las características de esta supuesta vida eterna.

    Dejaré para otra ocasión las reflexiones sobre supuestas resurrecciones o reencarnaciones de las que, al parecer, somos capaces los seres humanos con la ayuda de alguna deidad o de un sistema natural (bastante burocrático por cierto) de intercambio de cuerpos y almas y de castigos kármicos que no resisten ni el menor análisis lógico.

      La vida es esto que le ocurre ahora, no otra.

    Ha gastado usted varios minutos de ella leyendo este intento de reflexión que espero no le haya resultado una pérdida de tiempo sino, más bien, un simple llamado de atención que lo lleve a vivir con más dedicación y aprovechando el tiempo. Eso, claro, si no se considera eterno.

       Yo, al menos cada día intento aprovechar al máximo los minutos que la vida me brinda.

    No creo que haya otra manera mejor de existir que la de aprender, reflexionar y, por sobre todo, ser muy consciente de la realidad.

Martín Gianola

 

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