Alicia Castro había sido designada como embajadora argentina en Rusia, pero decidió renunciar a su cargo, algo que dejó expuesto este miércoles en una extensa misiva publicada en el portal La García.
Allí deja a la vista algo que no puede dejarse pasar de largo y refiere a la estupidez de la ideología político-partidaria.
“Hoy quiero presentar mi renuncia como embajadora, porque no estoy de acuerdo con la actual política de Relaciones Exteriores” describe en un principio.
La alusión es obvia: refiere a la decisión del embajador argentino ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Carlos Raimundi quien, finalmente, optó por votar a favor del informe de la alta comisionada del área de Derechos Humanos del mismo organismo y ex presidenta del país trasandino Chile, Michelle Bachelet.
En dicho informe, se destacan las violaciones a los derechos humanos de los venezolanos, cuyos elementos probatorios están a la vista. No sólo por el hecho de que el salario mínimo del país caribeño ya está por debajo de un dólar y que, en parte por ello, millones de venezolanos escaparon de su país por la miserable calidad de vida.
Además de ello, existe una falta gravísima de institucionalidad, los opositores son encarcelados y muchas veces torturados y en ocasiones hasta asesinados. Pero además se pueden destacar los métodos de tortura que son realmente sorprendentes.
Mutilaciones, violaciones, cortes, golpizas, asfixia con sustancias tóxicas y agua, reclusión prolongada en condiciones duras e insanas, posiciones de estrés, tortura psicológica, descargas eléctricas, entre otras cosas.
Ante los evidentes elementos resulta llamativo realmente que haya una parte de la política argentina que tienda a defender el régimen dictatorial de Nicolás Maduro. Pero sobre todo, muchas veces es llamativa la razón.
Por caso, en la carta antes mencionada, pueden leerse dos estractos que son superlativamente resonantes.
“el voto de Argentina acompañando la Resolución del Grupo de Lima constituye un dramático giro en nuestra política exterior y no difiere en absoluto de lo que hubiera votado el gobierno de (Mauricio) Macri“, es uno de ellos.
Como si fuera poco, mencionó que la resolución condena “enérgicamente a Venezuela, en consonancia con las expresiones de la oposición”.
Es decir, en otras palabras, su rechazo no es pro Venezuela, sino antimacrista. O mejor dicho ¿Será prochavista sólo para hacerle la contra a la oposición?
Las palabras plasmadas por la renunciada embajadora demuestran la idiotez –y hasta hijaputez- de las discusiones partidarias, a punto tal que un partido –o parte del mismo- defiende lo indefendible perjudicando gravemente a millones de venezolanos simplemente para diferenciarse del “enemigo”.
Esto, además, demuestra lo perniciosa que es la grieta y lo hundida que está la política argentina en la miseria ideológica.
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