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La variable fundamental que motoriza la actividad económica en el modelo keynesiano

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El modelo que debería mirar la Argentina
El modelo que debería mirar la Argentina

En la Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero, la demanda global es igual a la sumatoria de demanda de consumo, más demanda de inversión, más demanda de Gobierno, más demanda de los mercados internacionales.

 

Para Keynes, operando sobre las distintas variables que componen la igualdad descripta, se podía frenar la inflación y el desempleo.

En su modelo, como una demanda global insuficiente eleva la curva de desocupación, se propone estimularla para bajar el desempleo. Si se bajan los impuestos directos, las familias disponen de más dinero para el consumo, entonces este aumenta.

Para incrementar la inversión, es necesario bajar la tasa de interés. De este modo los empresarios dejan de ahorrar y destinan las ganancias a la producción, toman créditos, adquieren bienes de capital, mejoran su tecnología, toman personal.

El aumento del gasto público implica que el Gobierno destine más recursos, por ejemplo, en obra pública como construcción de escuelas, hospitales, caminos, etc.

Si se aumenta el tipo de cambio nominal, se devalúa la moneda, por lo que el tipo de cambio real decrece, mejorando la competitividad, entonces se expande el comercio internacional.

En el esquema planteado, como la demanda global crece, aumenta el empleo, pero también la inflación.

Ahora bien, para bajar la inflación es necesario bajar la demanda global, y para esto hay que subir los impuestos, para que las familias puedan consumir menos por disponer de menos recursos; aumentar la tasa de interés para que el sector productivo en vez de destinar los excedentes monetarios a la inversión lo haga al sistema financiero; bajar el gasto público y apreciar la moneda local, lo que hace que los bienes y servicios exportables se encarezcan.

De lo dicho se deduce que en el modelo keynesiano puede haber deflación a la vez que desempleo, pero no puede coexistir el desempleo con la inflación.

La curva de demanda agregada es decreciente, esto es que cuando baja el nivel general de precios, se incrementa la cantidad demandada de bienes y servicios, porque si bajan todos los bienes y servicios sube el poder de compra. Con cada unidad monetaria se pueden adquirir más bienes y servicios. Y si hay más gasto público y más inversión, baja el desempleo.

Sin embargo, en la medida en que aumenta la demanda agregada, aumenta la inflación, y si baja la demanda global se consume menos, se restringe el gasto público y las inversiones, bajan los precios, esto es baja la inflación.

Para Keynes, si el exceso de demanda aumentaba porque había inflación, ese exceso empujaría hacia arriba la oferta y ésta a su vez al empleo, por eso sostenía que no podía haber inflación con desempleo, porque ambas variables, a su entender, eran antinómicas.

Veintisiete años después de su fallecimiento, la primera crisis del petróleo planteó un escenario tan inesperado como complejo, que permitió acuñar el término “estanflación”: inflación más desempleo, contradiciendo completamente la antinomia de sus variables.


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11 comentarios Dejá tu comentario

  1. ¡Je,je! Disfrazan de Keynesiano a cualquier chafalonería economicista. ¡SIN INCREMENTO DE LAS EXPORTACIONES Y DE LA INVERSION ORIENTADA A ESE PROPOSITO Y A SU VEZ EN LA ADMINISTRACION E-FI-CIEN-TE DEL GASTO PUBLICO NO HAY "MAGIA KEYNESIANA" POSIBLE! Estamos en el siglo XXI y el vivir con lo nuestro o "la sustitución de importaciones" son enunciados vacíos de contenido real. ¡Dejen de engrupir a la gente! No solo nos "hemos comido los caramelos del kiosco" sino que ahora estamos chupando caramelos de madera con azucar impalpable. ¡Mas seriedad por favor!

  2. Muy probable la Sra. Osimani crea que lo mejor es dejar al mercado la definición de los salarios, así podemos tener sueldos de mil pesos y con eso decir que no hay desocupación a partir de la decisión racional de los actores que intervienen en el mercado...Gracias a Keynes todavía no explotamos...todavía.

  3. Vamos a comentar la nota. Esta chica nos dice mentiras (¿piadosas?) como que las variables de la ecuación se pueden “tocar” a gusto y conveniencia; o que fomentando el consumo los empresarios invierten y aumenta la ocupación; o que bajando las tasas los empresarios dejan de ahorrar e invierten el dinero; o que es imposible que haya inflación y desocupación al mismo tiempo. En general tiró un conjunto de falacias que surgen de considerar que las variables económicas actúan de manera simétrica y conservativa como las leyes de Newton. La economía no funciona de esa manera. Si se abusa de una “variable” como la emisión, el gasto, la presión impositiva, o cualquier otra, se puede hacer un daño grave al sistema, pero ese daño no se corrige ni se revierte volviendo a corregir esa variable. El desarrollo no es una simple reacción al consumo, es un proceso más lento y más complejo y principalmente no es simétrico ni reversible ni conservativo. Se puede parar un sistema productivo subiendo los impuestos y las tasas de interés, muchas veces la causa de eso no han sido factores económicos sino el costo de las guerras. Si la gente no tiene dinero, baja el consumo y baja la ocupación, pero si empezamos por darle dinero, no es cierto que suba el consumo y la ocupación, lo primero que va a subir es el nivel de precios. Después, nuestra especialista se escapa por un agujero en el zócalo, con la excusa de la crisis del petróleo. Es evidente que esta chica lo tiene a Keynes como un patriarca. O será esa la aproximación que estas “ciencias” tienen con el conocimiento últimamente. Digo eso porque nos tira las cosas más absurdas e incoherentes, sólo soportadas por la caricatura del prócer y la mención de sus opiniones. Eso es lo que se hace con una autoridad patriarcal, se la venera “per se”, de forma obediente y acrítica. Las opiniones del patriarca son sus “Teorías”, son el equivalente de las esencias para Platón, perfectas e inmutables, indiscutibles; eventualmente lo que falla es la realidad.

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