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¿Por qué “devalúan” la moneda?

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La conveniente interpretación keynesiana del socialismo del Siglo XXI
La conveniente interpretación keynesiana del socialismo del Siglo XXI

Para muchos Keynes realmente murió en 1973. Para los devotos, el dios de la macroeconomía tenía que resucitar. Y eso hizo. O al menos, es lo que le hicieron hacer.

 

Se atribuye a Lenin la sentencia “La mejor manera de destruir el capitalismo es corromper su moneda”. Pero no es verdad. Esto lo dijo Keynes en su libro “Las consecuencias económicas de la paz” de 1919. Sin embargo hay que admitir, a decir del socialismo del Siglo XXI, que las ideas de Lenin no se alejaban tanto de esta consigna ¿O acaso si?.

Si bien ideólogos y ejecutores del actual socialismo están a favor de la inflación como mecanismo de “eutanización de la renta”, los auténticos fundadores como Marx y Lenin no estaban de acuerdo. El primero se inclinaba por un sistema monetario respaldado en el patrón oro, y el segundo creía que el papel moneda constituía la herramienta usada por los burgueses para enriquecerse. Y aún así, ambos se equivocaban.

Se define la inflación como el alza generalizada del nivel de precios en una economía durante un período determinado. Pero, ¿cuál es la verdadera causa?

Existen hoy dos teorías sobre el origen de la inflación que son las más aceptadas: la Teoría de la Demanda y la Teoría de la Oferta. Aunque hay una tercera.

Dentro de la Teoría de la Demanda se distinguen dos corrientes de pensamiento: la keynesiana y la monetarista.

Según Keynes, en una economía donde aún existía el patrón oro “El proceso continuo de inflación permite a los Gobiernos confiscar en secreto e inadvertidamente, una parte importante del ingresos de sus ciudadanos”.

Para Keynes, según su Teoría General, la inflación era producto del incremento en la demanda agregada que es igual a consumo (de las familias), más la inversión (de las empresas), más el gasto público (del Estado), más las exportaciones, menos las importaciones. Frente a esto, ofrecía como solución la intervención del Estado manipulando la ecuación.

Así por ejemplo, si la demanda agregada generaba inflación porque crecían las inversiones de las empresas, había que aumentar la tasa de interés para que ese dinero se inyectara al sistema financiero. Si el consumo aumentaba, el proponía aumentar los impuestos para desincentivarlo. Si lo que crecía era el gasto público, había que bajarlo para frenar el alza inflacionaria, e incrementar las exportaciones respecto de las importaciones aumentando el tipo de cambio.

Pero en 1973 se desencadenó la crisis del petróleo.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial y hasta avanzados los ´70s, Estados Unidos, Europa y Japón eran mercados con altísima demanda de petróleo proveniente de Medio Oriente. Estados Unidos, inmerso en la guerra de Vietnam, depreciaba cada vez más su moneda, porque seguía emitiendo para solventarla, lo que se reflejaba en desaceleración económica.

En ese contexto, el Gobierno norteamericano decidió de manera unilateral abandonar el modelo patrón oro pactado en los Acuerdos de Bretton Woods de posguerra, mientras en paralelo tenía lugar la guerra del Yom Kippur entre países árabes liderados por Siria y Egipto contra Israel.

El apoyo de países occidentales a Israel llevó a la Organización de Países Exportadores de Petróleo OPEP a tomar represalias en cuanto al suministro. El precio subió de manera exorbitante provocando por un lado un extraordinario crecimiento económico a corto plazo de los países árabes en detrimento de los occidentales tan dependientes de dicho insumo.

Todo esto desencadenó en lo que hoy se conoce como “estanflación”, decrecimiento económico más inflación.

La crisis de 1973 modificó sustancialmente la lógica del comportamiento de las variables macroeconómicas que Keynes estudiaba. Y en este punto nace la Teoría monetarista que explica la inflación por el exceso de la oferta monetaria, porque los Bancos Centrales emiten más dinero que el crecimiento económico real del país, es decir de su PBI.

Dicho de otro modo, para la Teoría monetarista, cuando los Bancos Centrales emiten más cantidad de dinero que el índice de crecimiento económico, ese mayor volumen de dinero en manos de la población aumenta la demanda. Como la producción de bienes y servicios no puede cubrirla, entonces los precios suben.

Pero la crisis del petróleo de 1973 también dio origen a otra Teoría llamada de Costos, que sostiene que la inflación obedece al aumento de los costos. Por ejemplo, cuando se incrementan los impuestos, por alícuotas o se crea uno nuevo, ese aumento es trasladado por los empresarios al producto, y por ende termina siendo pagado por los consumidores. Lo mismo ocurre con el precio del trabajo, por eso son tan importantes las paritarias, porque el valor por el que se cierren esas negociaciones es lo que se infiere como comportamiento de la inflación. De igual manera, el aumento del tipo de cambio, impacta en las importaciones. Al encarecerse los insumos para producir, se encarecerá los precios de los productos.

Ahora bien, para un liberal, la solución a la inflación es dejar que el mercado regule los precios y que el Estado no intervenga, porque las leyes de oferta y demanda en algún punto los deberían equilibrar.

Para un monetarista la solución es regular la oferta monetaria, la cantidad de dinero circulante en el mercado, mediante la tasa de interés, la emisión de títulos públicos y el encaje legal.

Para un keynesiano, la solución es combatir a los monopolios y oligopolios, regular los salarios y aplicar precios máximos.

Pero lo que parecen desconocer los socialistas del Siglo XXI es que Marx era, cuanto menos ambiguo, sino contradictorio. Por un lado se oponía a la inflación como mecanismo de estímulo de la producción, lo que lo llevó a decir que “Aunque el oro y la plata no son dinero por naturaleza, el dinero por naturaleza es oro y plata”.

Para Marx, el valor del dinero necesario representaba la cantidad total del valor del trabajo, y consecuentemente su peso en oro. Por tanto, si el total de oro se sustituyera por papel moneda no convertible, y ese papel moneda se emitiera de más, necesariamente habría inflación. En simultáneo, Marx se oponía a la Ley de Peel de 1843 por la cual ningún Banco Central podía emitir por encima de lo autorizado el año anterior.

Lenin por su parte, en un artículo publicado en 1917 dijo que la emisión ilimitada estimula la especulación, enriquece más a los capitalistas y obstaculiza la expansión de la producción porque promueve la escasez de materias primas y bienes de capital.

El enigma se explica porque “Si quieres conocer a alguien, solo debes darle poder”.

Una vez que el Partido Obrero Socialdemócrata llegó al gobierno de Rusia, condujo al país a la hiperinflación, en lo que Ludwig von Mises supo describir como: “Los bolcheviques, con su inimitable don para racionalizar su resentimiento e interpretar sus derrotas como victorias, han presentado su real política”.

Si bien la afirmación parece acertada para aquel escenario visto en perspectiva, nada tiene que envidiarle el Socialismo del Siglo XXI en lo atiente al oportunismo interpretativo.

Es verdad que existen al menos tres aspectos de la inflación que podrían calificarse como positivos, sin que lo sean en realidad, sino que resultan tales por el mero hecho de que son políticamente funcionales. 

Por un lado, con la inflación es posible obtener tipos de interés negativo. Se puede, a partir de la relación entre inflación e ilusión monetaria, facilitar los ajustes en los salarios reales. Y en tercer lugar, el llamado “señoriaje”.

Cuando en una economía existe una inflación significativa, es posible usar la política monetaria para evitar una recesión. Si la inflación es baja, resulta muy complejo llevar la producción a su nivel normal. Un mayor consumo implica mayor demanda de dinero, por ende la tasa de interés baja.

A la inversa, si la tasa de interés sube, se demanda menos dinero, el consumo es menor y se produce menos, repercutiendo esto en el sistema fiscal.

En el caso de la relación inflación e ilusión monetaria, ocurre que para la mayoría de los asalariados es preferible que su ingreso se incremente un determinado porcentaje con relación a la inflación en lugar de que baje o se mantenga igual. La apariencia entre valores reales y nominales, suele confundir, y es ésta confusión la que suelen utilizar los gobiernos en su provecho.

Con respecto al señoriaje, definido como el ingreso que el Gobierno capta mediante la emisión de dinero, si existe déficit público, este mecanismo permite financiarlo.

Y acá aparece el tan trillado “impuesto inflacionario”, porque esta emisión indiscriminada de dinero genera necesariamente inflación.

La historia argentina se caracteriza por la volatilidad de la macroeconomía, alta inflación, desplomes del PBI, caída del consumo, y devaluaciones recurrentes.

El fenómeno llamado “pass-trhough” es el traslado de las devaluaciones a la inflación. Las devaluaciones se asocian a la inflación y la caída del salario real.

Por último, cabe recordar la diferencia entre depreciación y devaluación. Si bien ambos términos aluden a la pérdida de poder adquisitivo de la moneda, la primera se emplea en un esquema de flotación libre del tipo de cambio, el que éste queda determinado por la oferta y la demanda. La devaluación en cambio, refiere al esquema en el que es el Gobierno el que fija el tipo de cambio, establece su valor.

¿En cuál de los dos escenarios está la Argentina ahora? 


© Tribuna de Periodistas, todos los derechos reservados

 
 

7 comentarios Dejá tu comentario

  1. Hay algo que nunca entendi y cuando pedi esplicaciones siempre se fueron por las ramas. Si el estado imprime billetes porque se le ocurre, con lo cual aumenta el circulante, porque el mismo estado no destruye los billetes cuando llegan de nuevo a su poder....o su variante, si la Barrick Gold, en vez de ser privada fuera estatal, y su producto (oro) fuera directamente al tesoro nacional para respaldar la moneda, me dice que tampoco se puede hacer.....entonces debo asumir aun a mi pesar que este pais estuvo desde hace mas de 80 años en manos de los banqueros que ganan siempre y el resto que se embrome

  2. Más desinformación: "el gobierno fija el tipo de cambio". Para fijar el tipo de cambio tendría que vender todos los dólares que le demanden a ese tipo de cambio. Lo que ahora fija el gobierno es la cantidad de pesos por dolar que le paga a los exportadores. En un contexto de depreciación del peso. es una confiscación de ingresos que crece en forma automática. Muy lejos de fijar un tipo de canbio.

  3. Elea: El Estado, si tiene un manejo consciente de su moneda, emite sólamente para reponer los billetes que destruye, como decís vos. Pero si el Estado gasta más de lo que gana, tiene que emitir billetes que no siempre vuelven. Si le da un plan o un empleo público a alguien, supuestamente ese alguien no "devuelve" al Estado ese importe en impuestos, sino que una parte la usa para comprar comida y otras cosas que necesita para vivir.

  4. El pederasta Evo Morales volvió de visitar al dictador Maduro y no cumplió con el aislamiento obligatorio para quienes ingresan al país desde el exterior.

  5. Es válido usar los hechos históricos para FUNDAMENTAR o ILUSTRAR sobre la o las causalidad del tema propuesto. En este caso quizás se hayan mezclados demasiados "ingredientes" descontextualizados en el tiempo respecto al presente que genera la devaluación del PESO ARGENTINO que no responde a los mismos parámetros macroeconomicos de los otros paises que devalúan.

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