La política está sumida en una crisis de comunicación. En todo el mundo, los votantes están desilusionados, confundidos, por momentos intolerantes y MUY polarizados.
La tarea que tiene ante sí la próxima generación de posibles candidatos o líderes es abrumadora. Se enfrentan a un electorado que es abiertamente hostil, desprecia ideas y desconfía o cuestiona los motivos de las candidaturas de los líderes.
En esta campaña electoral, en la cual sólo faltan horas para que finalice, hemos visto diferentes comportamientos en ambos candidatos presidenciales.
Hemos podido observar a un Trump confrontativo, por momentos negador y visceral, y en la otra vereda, vimos a un Biden de a ratos frenado desde lo discursivo y hasta en cada una de sus apariciones. Dos personalidades totalmente opuestas.
Si bien, en el último debate, ambos parecieron estar más respetuosos, ninguno de los dos pudo responder muchas de las preguntas de la moderadora, y los votantes lo han notado.
Cada uno apuntó constantemente a su electorado, (siempre digo que hablarles a los propios es lo más fácil), incluso en el último debate, en donde vimos a un Trump mas moderado, y a un Biden que habló mirando a la cámara hablándole a los ciudadanos, en general, ambos se dirigieron a los propios, que desde lo comunicacional porque es el camino más sencillo para asegurar o para no perder lo ya ganado ante tanta polaridad en la ciudadanía. La comunicación emocional o más bien diría “persuasiva” polarizada que tanto Trump como Biden utilizaron quizás sea más efectiva que los mensajes que pudieron transmitir ya que fue de carente de contenido en general.
En ambos debates, los candidatos se apegaron a las respuestas escritas, un discurso narrativo y memorizado, evitando responder preguntas difíciles y rara vez aportaron algo nuevo más allá de lo ya comunicado por la prensa. Sobre todo, en este último debate, se los pudo analizar mucho más desde la telegenia, desde la comunicación no verbal que desde lo discursivo. Pareciera que utilizaron muchísimo más la persuasión intentando ganarse a una audiencia desgastada por un proceso de repetición vacío de contenido.
Volviendo al tema de la emocionalidad, los dos intentaron generar sentimientos, pero, creo que, si nos ponemos más exigentes en el análisis, más que emoción, utilizaron la persuasión constantemente.
La comunicación emocional es un elemento que tiende a fomentar la participación indirecta, independientemente de lo que se piense de él políticamente, no hay dudas de las capacidades Trump como un candidato más convincente. La comunicación emocional no sólo influye en lo que las personas prestan atención, sino que también canaliza sus pensamientos e intenta fomentar por asociación, y así orientar a los votantes a simplificar la toma de decisiones al momento de emitir el sufragio.
La comunicación de emoción tiene lugar tanto en las redes como en la pantalla, y ambos candidatos utilizaron esto en redes sociales con memes, spots, frases, etc. porque al final, el objetivo en sí es influir en cómo se sienten las personas, no solo en lo que piensan y así ganar el voto que ambos tanto ansían.
A horas de terminar esta reñida, compleja y difícil elección, siguen tratando de conquistar estados, votantes, pelea reñida y sangrienta desde lo electoral y desde lo discursivo, generado desde las redes una constante polémica que seguirá dando batalla hasta el último minuto, y al final, cuando todo esto finalice, veremos si la campaña de “emoción” en pandemia funcionó, o nos mostrará y enseñará otra modalidad de hacer campaña de emoción polarizada.
¿Qué ganará? ¿La moderación contenida de Biden o el excentricismo y la confrontación de Trump?