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Las “grietas” en EEUU y la elección presidencial

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Estados Unidos se encuentra inmerso en una profunda batalla electoral, en la cual está en discusión algo más que el poder formal de la potencia central del siglo XX, que hoy se encuentra en declive relativo.

 

Atrás quedaron los relatos sobre el “nuevo siglo americano” que acompañaron tanto las ilusiones globalistas de fines de los años 90’, como las guerras en Afganistán e Irak a comienzos del nuevo milenio.

El declive relativo agudiza la puja interna en su “círculo rojo”, es decir, las luchas al interior de los grupos y fracciones dominantes, que atraviesa sectores políticos, económicos e ideológicos. Puja que ya se veía hace 20 años y hoy se ha exacerbado, y que se refiere tanto a la política interna como externa.

Las polarizaciones se producen en torno a todos los temas que hacen a la construcción de un proyecto político estratégico, más allá de que acuerden en los grandes objetivos geopolíticos (como, por ejemplo, recuperar la hegemonía en América Latina). Las “grietas” se establecen sobre un conjunto inmenso de temas, algunos medulares como:

1- Las guerras y la estrategia en Medio Oriente;

2- El papel y poder de los organismos e instituciones multilaterales (FMI, BM, OMC, etc.) en relación al papel y poder estatal de los Estados Unidos (unipolarismo unilateral vs unipolarismo multilateral);

3- La estrategia para enfrentar las potencias/polos de poder emergentes regionales y globales;

4- Rol de los acuerdos multilaterales de comercio, inversión y regulación económica transnacional, que Trump desechó;

5- Recuperación de los eslabones industriales de media y baja complejidad o especializarse en grandes finanzas, tecnología de punta y servicios intensivos en conocimientos para el mercado mundial;

6- El diseño del sistema de salud;

7- Los inmigrantes;

8- La cuestión del cambio climático.

Además, a ello se le agrega un profundo y creciente malestar de las clases trabajadoras, cuyos salarios se encuentran relativamente estancados desde hace cuatro décadas, dibujando un paisaje de creciente desigualdad y sentimiento anti-establishment. Esto se articula con un profundo racismo histórico, exacerbado tanto por la crisis que golpea a los obreros blancos industriales como por el reimpulso de la identidad “blanca, anglosajona y protestante” de las fuerzas nacionalistas conservadoras, frente al multiculturalismo que proponen globalistas y liberales.

La pasada elección presidencial, que llevó al magnate a la Casa Blanca y consolidó el giro en el mundo anglosajón iniciado por el Brexit, resultó ser todo un salto cualitativo en las fracturas internas. La asunción de las fuerzas nacionalistas-americanistas, bajo el lema del “America First”, significó un gran retroceso para las fuerzas globalistas, que hoy buscan recuperar el control de la Casa Blanca apoyando a Joe Biden.

El nacionalismo económico industrial de Trump está ligado a grupos económicos asentados en las industrias tradicionales, donde se destacan líderes de corporaciones siderúrgicas como Nucor, de gigantes industriales y energéticos como Koch Industries o de grandes empresas petroleras y de la industria del carbón. Estos niegan el cambio climático y promueven un fuerte proteccionismo industrial frente a la competencia de China, pero también de aliados tradicionales como Alemania y Japón. Se trata de una agenda completamente contraria a la del libre comercio y la de los grandes acuerdos multilaterales que impulsan la cúpula empresarial comandada por el capital financiero transnacional.

Sin embargo, los intentos de Trump por “reindustrializar” Estados Unidos no dieron los resultados buscados, aunque sí logró impulsar a corto plazo la economía interna, profundizando el keynesianismo militar y los beneficios fiscales mediante rebajas de impuestos.

Tampoco tuvo gran efectividad la guerra comercial, una de sus estrategias centrales frente a los desafíos que le presenta China, o los esfuerzos de los sectores neoconservadores dentro del gobierno de Trump para imponer una “nueva guerra fría” como dispositivo geoestratégico. El mundo actual profundamente interconectado y con China en proceso de convertirse un núcleo central de la economía mundial (en términos productivos, tecnológicos, comerciales y financieros) es muy distinto al de los años 70’. China claramente no representa el mismo desafío que la Unión Soviética.

Pero no fueron estos problemas sino el desastre económico y sanitario provocado por la pandemia lo que abrió las chances para el partido demócrata, cuya cúpula se deshizo de los referentes que podían establecer una agenda reformista a favor de las clases populares para quedarse con el candidato del “establishment”, ligado a las fuerzas globalistas de las redes financieras globales con asiento en Wall Street y Londres.

Un triunfo de Joe Biden probablemente busque retomar la agenda de política exterior de estos sectores, abandonada con el fin del mandato de Barack Obama: recuperar el Tratado Trans-Pacífico y el Tratado Trans-Atlántico, intentar fortalecer instituciones multilaterales del norte global y establecer las reglas de juego del siglo XXI frente al desafío de China, expandir la OTAN hacia el Este y recrudecer el enfrentamiento con Rusia y retomar el acuerdo con Irán para alejar al país persa de China, entre otras.

Pero, por el momento, la fractura y el empantanamiento político continuarán. A la vez que seguirá creciendo el malestar de las clases populares estadounidenses y el sentimiento anti-establishment, en un capitalismo hiper-financiarizado y salvaje que horadó el “sueño americano” y hace crecer las “grietas” que surcan la sociedad.

 
 

6 comentarios Dejá tu comentario

  1. A la larga me di cuenta que EEUU es un estado hipercapitalista. Todos los países de Europa Occidental son capitalistas, pero en EEUU dan un paso mas alla. Evidentemente la guerra fría tuvo mucho que ver en la defensa furiosa de este sistema. Sin embargo no se puede decir que esto que hoy pasa merced de Trump es novedad: solo se ha blanqueado y capitalizado un descontento que ya existia. Y con la pandemia de COVID-19 los tiempos se acortaron.

  2. Lo que queda demostrado es que lo que dicen los periodistas con mente colonizada de que EEUU es la mejor democracia del mundo no es tan así. Es un sistema que por todos los medios busca que vote poca gente, pone un montón de trabas para que el ciudadano pueda votar.- También vemos la gran concentración de la riqueza en pocas manos y un montón de gente viviendo en las calles.-

  3. María. Obviamente el sistema americano es muy abierto y permite que TODOS voten. No sólo lo pueden hacer de forma presencial, hemos visto que en campaña AMBOS candidatos pedían a los ciudadanos que fueran a votar. También pueden votar por correo. Y son muchos los que votan de ese modo. NO PONEN TRABAS. Pero si bien este no es el mejor momento de los EEUU en lo político institucional, todavía tienen una democracia importante, basta ver el porcentaje de votantes aún cuando el voto NO es obligatorio. No subestimar por el solo prejuicio personal.Y salvo en muy pocos países, la acumulación de riquezas por pequeños sectores es una realidad. En países comunistas como en países capitalistas. Vemos a los Putin y los Castro, a los jerarcas de la iglesia, a los Rockefeller y a los emires saltar de un yate al otro mientras gran parte de sus ciudadanos pasan penurias. Tal vez en mis viajes me he ido con la impresión equivocada pero guardo la idea de que si bien con poca formación integral y un nivel de cultura general pobre, tanto un gran porcentaje de ciudadanos norteamericanos como de funcionarios son muy patriotas. En nuestro país el patriotismo surge en relación a la competición deportiva y a la "chapa" : si aguien en el fin del mundo consigue una distinción de algún tipo y en su sangre hay una gota argentina, ahí surgen los orgullos. Así hayan sido esfuerzos y méritos conseguidos por otros... Unos cuantos tienen la costumbre de "apropiarse" de lo que les conviene: causas, (la de los DDHH) honores (tenemos patria) etc.

  4. maria: En realidad habría que becar a TODOS los Argentinos a vivir en paises ORGANIZADOS, por lo menos por UN AÑO, no menos de eso. Sería una INVERSION CULTURAL, pues además de "abrirles el bocho" y ver que ridiculos son los ISMOS en política, corroborarían que en Argentina, si comparamos con la medicina, vivimos en una especie de curanderismo civico electoral permanente. Se valoraría mas al PODER CIUDADANO como algo INMANENTE AL PODER del GOBIERNO y no como PROPIEDAD DE LA DIRIGENCIA POLITICA. Por otra parte se corroboraría el grado de MENTIRA que se difunde a traves de la DIALECTICA Y POR LA CUAL SUFREN NECESIDADES Y FRUSTRACIONES MILLONES DE SERES HUMANOS. maría: Ud "dice" vota poca gente y "ponen trabas" para que la gente no vote. ¿Cómo se explica que para estas elecciones en EUA haya existido UN RECORD HISTORICO DE VOTOS? https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-54800999 . Y respecto a los "obstáculos" ¿Ud sabe que EUA se puede votar ANTICIPADAMENTE POR CORREO, siempre y cuando se haya registrado como elector?. ¿Ud. se imagina lo que sería en Argentina si se pudiera votar "anticipadamente y por correo"? Puedo convenir con Ud. que en todo caso ese el SISTEMA DE LOS ESTADOUNIDENSES y allá ellos, pero Ud. como Argentina y Cordobesa, que sabe que votan hasta los muertos o los Parguayos/Bolivianos "nacionalizados" en zonas fronterizas a cambio de subsidios y pensiones graciables mas subsidios tipo AUH, que critique OTRO sistema electoral y ponga en duda el valor DEMOCRATICO del mismo, es un acto de necedad o soberbia.

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