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Los Estados Fallidos de América

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El mundo los mira embarazado
El mundo los mira embarazado

Estamos haciendo el tonto: rotundamente el tonto. En los dos últimos días hemos aprendido –casi– todo lo que se puede saber sobre los ritos electorales de Yoknapatawpha, Maricopa, Savannah y aldeas circundantes. Ya no hay condado de Nevada o Wisconsin que tenga secretos para nosotros, los tarados del mundo –pero mientras tanto las elecciones norteamericanas siguen sin resolverse.

 

Es una situación tan sorprendente: los Estados Unidos de América, la gran potencia mundial, no logra organizar lo que cualquier paisito de tercera hace con frecuencia: unas elecciones con resultados y esas cosas. Si alguien hubiera querido desprestigiar al viejo sistema de democracia de delegación no podría haber imaginado un brulote peor que estas escenas en que el destino de 300 millones de personas –y el del resto del mundo– depende de 10.000 votos por correo de los barrios negros de Atlanta-Georgia o blancos de Phoenix-Arizona –y que su Suprema Corte no diga, después, que llegaron manchados. Si querían dejar en ridículo al sistema, lo están logrando con lujos y fanfarria.

Y el mundo los mira embarazado. Esto parece grave: si sucediera en cualquier otro país la comunidad internacional, preocupadísima, pediría a Estados Unidos que interviniera en defensa de la democracia y todos tendríamos claro que ese país es un estado fallido, pobrecito. Pero por ahora le echamos la culpa a Donald Trump como si hubiera nacido de un repollo.

Ayer hubo un momento cumbre de esta historia de abismos: varias cadenas de televisión cortaron el discurso del señor presidente desde su tribuna en su casa de gobierno porque estaba mintiendo. A mí me sorprendió: yo creía que los medios de comunicación se llamaban medios de comunicación porque tenían que comunicar lo que sucede y, si acaso, después analizarlo. Pero que no tenían que hacer juicios morales en directo y editar la realidad: decidir sobre la marcha qué es lo que su público puede o no puede ver y, entonces, eliminar un hecho de importancia porque creen que ése no: censurar la historia en vivo y en directo. Pero ellos decidieron cortar la transmisión de su presidente diciendo estupideces; yo supondría que el hecho de que su presidente diga –esas– estupideces es la mayor noticia del momento, y que el público merece conocerla.

Algunos dicen que lo hicieron porque Trump no estaba siendo solo falso sino también peligroso. Cortarlo es suponer que los millones que lo ven no pueden distinguir por sí mismos verdad de mentira o que son un rebaño: que si les dicen vayan irán sin rechistar, que no tienen la capacidad de juzgar por sí mismos. Si yo no fuera una persona prudente diría que es por estas cosas que gente como Trump maneja la mitad del mundo: porque hay millones y millones hartos de que “las élites” hagan por ellos, piensen por ellos, decidan por ellos, los desprecien. Y entonces apoyan a quien diga que va a sacar del poder a estas élites –aunque sea, una vez más, mentira.

(Los medios americanos están perdiendo la cadena. Una nota menor lo sintetiza de algún modo: “He convinced few people who were not already in his corner” –“Convenció a poca gente que no estuviera ya de su parte”–, decía esta mañana, sobre el discurso cortado de Trump, el New York Times. No parecía considerar que los que están “already in his corner” son solo 60 millones de personas, que lo expresaron el martes con su voto.)

Es el problema que los “demócratas” –no los del partido demócrata sino los dizque defensores de la democracia– no consiguen resolver: cómo es que cuatro años de ese gobierno horrible resultaron en estas elecciones tan peleadas.

El problema es real, más allá de los Estados Unidos: buena parte de la población del mundo no se siente representada por sus gobernantes tradicionales y busca otros. Así que los viejos dueños de la democracia pierden el control, e intentan recuperarlo, pero no lo consiguen porque el mundo que imaginan ya no existe. Y en lugar de tratar de entender ese mundo distinto se enojan con él porque no es como ellos dicen que tiene que ser, como supuestamente era. Mientras tanto, hay millones y millones que creen –que saben– que ese mundo no les funcionaba: que no quieren que sea así y buscan alternativas, buscan respuestas.

Donald Trump es una respuesta horrible pero es un intento de respuesta; Joe Biden, no. Lo que dice la opción Biden, un señor del corazón del sistema político, medio siglo en la administración americana, es que los gobernantes creen que los que están equivocados son los ciudadanos: que deberían querer más de ese sistema –que no los representa.

Los “demócratas” –que en otros países se llaman “republicanos”– no ofrecen respuestas a ese malestar: solo lo rechazan, lo condenan por antidemocrático. Y entonces las respuestas que se imponen son las de Donald Trump –o Bolsonaro u Orban o Maduro o Abascal– y ese es el gran fracaso de la política actual. De ese tema depende lo que pasará en el mundo en las próximas décadas: si no encontramos formas nuevas de representación política, que consigan que los ciudadanos se sientan representados por sus representantes, seguiremos lamentando que tipos lamentables como Donald Trump manejen el mundo. O, si acaso, tipos como Joe Biden.

Es lo que está por suceder, dicen, si estos señores consiguen organizar el condado de Pocahontas y contar los sobres de St. Petersburg-Missouri. Parece que Trump pierde, así que llegaría el final de la Era de la Peluca. Tendremos que volver a ver a Estados Unidos por lo que es, no por lo que esos pelos zanahoria nos llevaban a mirar.

Pero Donald Trump –ya queda dicho– le seguirá rindiendo un gran servicio a su país. Cuando llegó, de puro bruto, consiguió que tantos creyeran que Estados Unidos, antes de él, había sido la cuna y custodio de las libertades, la democracia por excelencia, olvidando un par de detalles: el mayor ejército de la historia, las fortunas que manejan el globo, el racismo de siglos, cuatro de cada diez personas convencidas de que Dios creó al hombre tal como es ahora, esas cositas.

Pero Trump fue lo suficientemente gritón y bestia como para producir, ahora que parece que se va, el mismo efecto que cuando llegó: convencernos de que los Estados Unidos serán un país extraordinario maravilloso fabuloso porque no será él quien lo gobierne.

Viene una ola de felicidad. La Era de la Peluca deja paso a la Era de la Gomina, vuelven los viejos buenos tiempos. Business as usual: los Estados Fallidos de América peleando por manejar el mundo, y el mundo festejando. ¿Alguien dijo que hacíamos el tonto?

 

4 comentarios Dejá tu comentario

  1. Comparto en algo los conceptos del periodista. Trump ha sido lo suficientemente bruto. Así y todo, los medios y las élites lo han boicoteado mucho. Los EEUU sí han sido una democracia ejemplo. A pesar de los conflictos raciales, los ejércitos y demás. De eso se tratan las democracias, con conflictos, no sin ellos. Y sí, Biden a mi entender hasta puede ser una opción muuuuuuuuucho peor para los EEUU.

  2. Que tipo insoportable es Caparrós, piensa que con Biden EE.UU. va ser comunista. Seguirá siendo su sueño, pero jamás este zurdito montonero va a ver a EE.UU. comunista.

  3. ¡Que raro que Caparróz con larga vivencia en paises extranjeros tenga una visión tan prejuiciosa y sesgada de UN SISTEMA ELECTORAL extranjero, como es el caso del EstadoUnidense.! ¿Qué desprestigio del SISTEMA DEMOCRATICO OBSERVA? ¡SON SOLO ELECCIONES REÑIDAS, PRECISAMENTE POR LA PUJA DEMOCRATICA DE DOS FUERZAS POLITICAS QUE HAN LOGRADO CONCITAR COMO NUNCA EL INTERES CIUDADANO! Todos rescatan la altísima participacion CIUDADANA para este evento electoral, por todo aquello que LA CIUDADANIA consideraba estaba en juego. Desprestigio hubiese sido que se HUBIERAN CAMBIADO LAS REGLAS DEL JUEGO, pero TODO lo que está sucediendo, hasta Bernie Sanders con su experiencia, lo anticipó, pues en un contexto de PANDEMIA, se sabía que muchos electores que deseaban participar, lo harían mediante el voto por correo. ¿Que tiene de desprestigio el demorar el tiempo de conteo por la gran cantidad de votos certificados por el correo? La percepcción de cada uno de los candidatos les corresponde a los CIUDADANOS ESTADOUNIDENSES, quienes son los que deberán "aguantar" al gobernante que mayoritariamente los representantes de Estado elijan. Tal como nos corresponde bancarnos a los Fernández, por respetar el sistema electoral vigente. Lo cierto es que dada la cantidad de participantes y la incertidumbre hasta último momento, se puede decir que el SISTEMA ES UN EXITO. Solo que se confunde con EL ANIMO SOCIAL que no es el mas propicio para la unidad de una nación como EUA, Pero hay que tener en cuenta de que RECIEN AHORA vemos los EFECTOS QUE DEJO LA CRISIS DEL 2008 en la poblacion Estadounidense.(como también en el sur de Europa). EUA vive una transicion en esta parte del siglo XXI y hace rato que dejó de ser "el imperialismo Yanqui" del que siguen "viviendo" los agoreros del progresismo anacrónico. EUA, tiene que asumir sus ROLLOS internos que quedaron despuès de 2008, cuando el American way of life de posguera, dejó de ser una realidad para convertirse en algo inalcanzable e incluso prescindible ante la aparición de otras metas. Es esa puja de "estilos" la que se está resolviendo en el tejido social Estadounidense. Y es SU "grieta", como la que tenemos en Argentina, es nuestra grieta y que no tiene nada que ver cultural ni socialmente con la Estadounidense por mas que pretendan apurar paralelismos que en realidad no existen.

  4. O sea que todo se reduce a una cuestión mediática...¿habría que decir lo mismo cuando ganó Trump cuatro años atrás? A veces los Progres son lo más reaccionario del mundo en sus análisis, aspecto que incluye a MC. Qué pena, como me fallaron...

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