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“Fratelli tutti” o “ladri tutti”: el peronismo, el Santo Padre y el derecho de propiedad

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Una verdadera banda
Una verdadera banda

Resulta interesante, en un contexto político donde el derecho de propiedad está en duda, analizar la importancia de preservar ese derecho, como forma de protección del sistema republicano y democrático.

 

Muchos argentinos no gozan del derecho de propiedad, ni del derecho a la vivienda digna. Eso es, sin lugar a dudas, una falencia del sistema. Porque la propiedad orienta de modo virtuoso las conductas de las personas, les da solvencia, y con la solvencia, la capacidad de responder frente a la comisión de ilícitos contra otros ciudadanos (obviamente, de existir Justicia). La propiedad es, además, generadora de contribuyentes, y quien contribuye tiene más incentivos para controlar a sus gobernantes, para ejercer plenamente la ciudadanía. La propiedad otorga libertad y progreso, porque quien tiene garantizado el techo, destina el producto de su esfuerzo a mayor consumo y mayor bienestar.

Un país de propietarios nos acerca al capitalismo, mientras que un país de inquilinos, o de meros ocupantes, nos acerca al sistema feudal, rentístico, quitándonos un grado importante de autonomía.

Frente a este problema, el gobierno apoya –no sin contradicciones- las ocupaciones ilegales, siempre bajo el manto protector del déficit habitacional. Ahora bien, aún cuando la apropiación de tierras fuese un método válido y eficaz para otorgarle un techo a cada argentino (que no lo es) ¿cómo se haría, luego, para garantizar el derecho de propiedad en relación aesos nuevos “techos propios”? ¿Quién quedaría autorizado a poner fin a la anarquía ocupa? Si la ley deja el lugar a la fuerza, a la larga perderán los más débiles, aquellos a los que el gobierno dice defender, pero en realidad utiliza.

Contrariamente a esta metodología, quienes gobiernan debieran garantizar condiciones para el acceso a la vivienda digna y propia. Un país estable, la posibilidad de acceder al trabajo y al crédito, la igualdad de oportunidades, el esfuerzo personal, y el mérito, son condiciones necesarias para que Argentina sea un país de propietarios. Lamentablemente, cada vez que enfila hacia el populismo, el gobierno se aparta de estas premisas, y nos condena a un país feudal.

En efecto, el gobierno, o quien dice presidirlo, apoya las ideas de Grabois. El piquetero pontificio, como bien se sabe, impulsa una reforma agraria que, hasta ahora, consiste en ocupar tierras para plantar perejilesa la sombra (y cuando digo perejiles hablo de los vegetales; que no se ofenda la militancia del “Proyecto Artigas”). Asimismo, en el conurbano, luego de llevarse adelante el demorado desalojo de Guernica, persisten otras ocupaciones impulsadas por distintas mafias. Mientras tanto, en el sur del país, autopercibidos mapuches, bajo control político de ex montoneros,ocupan territorios y, como ya lo han hecho en Chile, no se privan de profanar iglesias.

Los peronistas suelen invocar al Papa Francisco, así como a la doctrina social de la Iglesia, pero no han tenido problema en prenderle fuego a sus templos cuando sintieron la necesidad. Y ya que hablamos de montoneros, podemos afirmar que tampoco han tenidodificultad para matar sacerdotes, aunque fueran tercermundistas.

Dicho sea de paso, el sucesor de Pedro, en su última encíclica “FratelliTutti”, consideró a la propiedad un derecho “secundario”. Ahora bien, cualquiera sea el grado de importancia que el Vaticano le conceda a las propiedades de los demás y a las propias (que son unas cuantas) no parece que esta degradación de un derecho fundamentalpara nuestra Constitución, habilite a “los compañeros” del Santo Padre a apropiarse de lo ajeno. Caso  contrario, la encíclica debiera llamarse “LadriTutti”.

 

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19 comentarios Dejá tu comentario

  1. En realidad la magia se produce desde la subordinación a la noción de sociedad. Ya no hay guía ni consejo para nadie. Francisco y su Iglesia les hablan a los pastores de gente, a los gobernantes y a los dirigentes sociales. El objetivo de la Iglesia de Francisco es la sociedad, a la manera idealista y socialista. Las personas son el producto muchas veces imperfecto, de una teoría social perfecta. La Iglesia parece haber abandonado la prédica de las virtudes morales, y parece haber adoptado los valores socialistas. Será por eso que adopta el mismo punto de vista de los dirigentes sociales, que es enfocarse en la cantidad de dinero que manejan en nombre de los pobres. Los líderes valen por la cantidad de gente que manejan. El que más cabezas tiene a su cargo impone sus condiciones. Eso nos remite al origen de la noción de capitalismo pero ahora aplicada a la gente y no al ganado. Es posible que para ellos, en su infinita misericordia, las personas sean todas iguales, y da lo mismo que alguien sea el ladrón o su víctima. Pero también es posible que ese sea simplemente un signo de indiferencia condescendiente. Todo esto dicho en voz muy baja, casi en un susurro al óído.

  2. La pobreza, la marginalidad, la injusticia social, la falta o deficiente educación, la contaminación, el desamparo, la soledad la tristeza, la desocupación, los sueños perdidos, hace que mas argentinos queden excluidos de la sociedad y se alejen del futuro, la amistad, la esperanza, la unión, la voluntad, la caridad, el esfuerzo, la alegría, la solidaridad, la inocencia. García Marquez en cien años de soledad, por medio de su personaje Úrsula, dice: "Es como si el tiempo diera vueltas en redondo y hubiéramos vuelto al principio".

  3. Una interminable lista de abstracciones. El socialismo es una variante de PNL. Gabo era un amplificador inconsciente, él mismo lo confirma en Como se Cuenta Un Cuento.

  4. La denuncia del capitalismo, incluso antes de Marx, se basaba en la reacción conservadora contra la posibilidad de empresarios que no tuvieran "méritos" políticos ni de nobleza. Lo que hace en el marxismo que el enemigo sea el capital, no es el recurso financiero sino la libertad de empresa y la igualdad ante la ley. La propiedad comunitaria no es una utopía futurista, es el modelo económico del feudalismo y de la edad de piedra. Lo que es una utopía es que el Estado activo y omnipresente no caiga en poder de ninguna persona o grupo. En cualquier socialismo o comunismo, la igualdad no aplica nunca a los patriarcas de la revolución ni a sus generales ni a la clase sacerdotal militante que no es otra cosa que una oligarquía de una casta que gobierna para su beneficio. https://divergente2020.blogspot.com/

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