La política nunca estuvo ajena al mundo de Diego. Él les hizo el pase preciso a los políticos para que convirtieran un gol cuando era necesario, los eludió con esa gambeta endiablada que tenía o los dejó en offside.
La aparición futbolística de Diego en la primera división de Argentinos Juniors se dio en 1976. Fue la figura del mundial juvenil que la Argentina ganó en 1979 y jugó el de España en el 82. Y la dictadura militar intentó usar esa imagen y la de la selección para sacar rédito propio.
Con la llegada de la democracia, todos los gobiernos tuvieron relación con Maradona y en algunos casos fueron del amor al odio.
Estuvo en la Casa de Gobierno con Alfonsín, Menem, De la Rúa, Néstor y Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Y todos se sacaron fotos con el 10 o salieron al balcón con él. Y Diego apoyó en mayor o menor medida a esos presidentes, hasta que dejó de hacerlo para criticar sus políticas sociales y económicas. Salvo con el kirchnerismo.
Con Alfonsín, fue una relación de idas y vueltas pero estuvo en el balcón para festejar el campeonato mundial de México 86. Aunque antes se había resistido a los intentos del alfonsinismo por sacar a Carlos Bilardo de la dirección técnica de la selección.
Maradona no pudo con los cantos de sirena de Carlos Menem y en algún momento parecieron hechos tal para cual. Hasta llegó a ver fútbol en la residencia de Olivos junto al presidente y bromeó alguna vez con la posibilidad de ser compañero de fórmula. El balcón de la Rosada también dijo presente con el subcampeonato mundial del 90 en Italia.
La llegada de la Alianza al poder también tuvo lugar para el Diego que no dudó en apoyar a Fernando de la Rúa frente al candidato peronista Eduardo Duhalde, con quien siempre tuvo una pésima relación. Pero el acercamiento con De la Rúa, hincha de Boca, duró poco por la grave crisis económica, política y social que terminó con el estallido social del 2001.
Fue con Néstor y con Cristina Kirchner con quienes Diego más se identificó, entre otras cosas, por el eje que formaron con Venezuela, Cuba y Ecuador. Fidel Castro, Hugo Chávez, Rafael Correa y Nicolás Maduro, fueron ídolos para Maradona.
La aparición del Fútbol para Todos, un elemento fundamental a la hora de armar el relato K, encontró en Maradona un gran aliado y el respaldo de Néstor y Cristina fue fundamental para la llegada de Diego a la dirección de la selección argentina.
Imaginaron un Diego campeón del mundo en Sudáfrica y en el balcón de la Rosada, pero todo terminó en un fracaso cuando Alemania eliminó a la Argentina 4 a 0. De todas formas, la alianza de Maradona y el kirchnerismo se mantuvo hasta hoy. Y se hizo extensiva en el apoyo al presidente Alberto Fernández, con quien, además, lo unía el amor por Argentinos Juniors.
Por otra parte, Diego sintió un profundo rechazo cuando Mauricio Macri llegó a la presidencia de la Nación. El paso del 10 por Boca terminó en un fuerte enfrentamiento que nació en 1995 cuando Macri llegaba a la jefatura de ese club. Hasta le llegó a decir que era como “el cartonero Báez” por el manejo económico que hacía con los jugadores.
Un capítulo aparte merece la estrecha relación de Maradona con las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo y su apoyo a todas las instancias posibles para recuperar a los hijos de desaparecidos.
En definitiva, esa relación de Diego con la política se sacudió también al ritmo de los vaivenes de la compleja relación que Maradona tuvo con las drogas y con su familia. Lo cuestionaron, lo apoyaron o hicieron silencio de acuerdo a las conveniencias del momento.
Hoy, la política le rinde homenaje a Diego. Porque los políticos hoy se sienten, como no podía ser de otra forma, que son todos Maradona.
Fue un grande del fútbol, nada más. En las últimas décadas, una vergüenza internacional. Y no por la droga, sino por lo misógeno, narcisista, machista y ego-maníaco insoportable, que hasta le decían dios y le rendían culto como a un santo. Ahora falta que lo canonicen... Y falta el pan (o choripanes) a este circo post-mortem y populista de la Rosada. Gracias, pero entre futbolistas prefiero a Messi, mucho más humilde, que no necesita hacer tanta alaraca. Ojalá se rinda homenaje a científicos, políticos y jueces que encarcelen a todos los corruptos y realmente hagan algo permanentemente bueno para el país, no solo lejanos recuerdos de goles.