La muerte del astro del fútbol internacional e ídolo popular, Diego Armando Maradona, generó una repercusión casi sin precedentes en el mundo. Por estas horas es la noticia que conmociona al planeta entero.
Amado y odiado a la vez, poco importa quién fue en vida, al menos para la presente columna, sino los hechos que se dieron luego de su inesperado fallecimiento.
10 ambulancias llegaron al domicilio de San Andrés, en el Municipio de Tigre, para constatar su deceso y las causas del mismo, cuatro fiscales tomaron su caso, todos se colgaron de las piernas del 10.
Ya lo había dicho alguna vez el propio Diego: “Tampoco muerto encontraría paz. Me utilizan en vida, y encontrarán el momento de hacerlo estando muerto”.
Por su fallecimiento se decretaron 3 días de duelo nacional e incluso el presidente Alberto Fernández canceló dos reuniones que tenía agendadas para este jueves.
A tal punto llegó la controversia que Nicolás Maduro se enojó con Emanuel Macron, presidente de Francia, por la carta que escribió sobre Maradona.
Los grandes medios se dedicaron a hablar casi exclusivamente de él, su historia, las repercusiones de su fallecimiento, y el seguimiento minuto a minuto y su velorio, dejando de lado cuestiones importantes que hacen a la crisis que vive el país.
Varios temas de estos últimos dos días quedaron absolutamente tapados por este hecho que, aunque importante para la Argentina en particular y para el mundo en general, no debe desplazar otras informaciones de la sociedad, la economía, la política, la salud, etcétera.
El miércoles, un hombre chocó con su auto contra la Cancillería Alemana. De no haber sido por este trágico hecho que tiene a una de las personas más famosas alrededor del mundo como protagonista, esta interrupción vehicular hubiese sido el tema central y probablemente la información seguiría su curso normal.
Se insiste, no es que la muerte del astro no merezca tener tal repercusión, al contrario, no se podría pasar por alto algo que conmueve, incluso, a las más altas esferas del poder de todo el planeta tierra. Lo que se plantea es la venda que se pone en el rostro de todos para que el Gobierno tenga unas “mini vacaciones” de los señalamientos por sus pésimas políticas llevadas a cabo.
Pero hay cosas que son insostenibles: ¿Por qué el Gobierno autorizó el ingreso por 14 días de la prensa internacional para cubrir el fallecimiento del Diego y no se permite la apertura de la inexistente frontera de Formosa?
Va de vuelta ¿Por qué se permite que miles de personas se reúnan en la Casa de Gobierno para despedir al astro y quien quiera darle el último adiós a un familiar tiene que hacerlo junto a un número reducido de personas con protocolos estrictos? ¿O por qué, acaso, no se le permitía el ingreso a Abigail a Santiago de Estero y sólo se buscaron soluciones una vez que su caso se hizo conocido?
Hay que decirlo, el Gobierno hace un uso político de la muerte del exfutbolista para tener cuanto menos un breve descanso de los vilipendios de la prensa, pero no se dio cuenta que con estos hechos será insostenible su hipocresía.
Es respetable el adiós ciudadano a una persona que ha sabido hacer feliz a la Argentina, no así la utilización de esta "tragedia" por parte de puntuales personajes de la política, la Justicia e incluso algunos medios de comunicación.
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