Mientras la inteligencia rusa acaba de revelar
que las tropas de Estados Unidos ya han concluido sus preparativos para una
posible invasión a Irán, un experto sostiene que podría servir como pretexto
para que ésta se lleve a cabo “cualquier provocación de uno u otro
bando”.
El general Leonid Ivashov, vicepresidente de la
Academia de Ciencias Geopolíticas de Rusia, señaló que “las
provocaciones han desencadenado muchas guerras, y la captura de quince marinos
británicos por parte de Irán puede ser la mecha que encienda y desencadene una
nueva guerra. Ninguna de las partes intenta encontrar una solución de
compromiso, y en cuanto a Irán parece que se desespera por lanzarse a una
guerra”.
Pero Ivashov hizo otras afirmaciones muy interesantes,
al señalar que “los desarrollos nucleares de Irán no es lo que más
importa a Estados Unidos. Incluso si el programa nuclear iraní
tuviera carácter militar, ese país necesitará de diez a quince años para
poder fabricar un arma atómica. En realidad, lo que los norteamericanos
quieren es hacerse del petróleo iraní porque, según estimaciones de expertos,
el petróleo que queda en Estados Unidos y Canadá apenas alcanzará para diez años”.
Para el militar ruso existen también otras
motivaciones del país del Norte para lanzarse contra Irán, algunas de las
cuales hemos reflejado en notas recientes: “También tienen que ver la caída
del dólar y el estancamiento de la economía norteamericana, pues a Estados
Unidos le resulta ventajoso provocar una guerra para impulsar de esta manera el
desarrollo de su economía”.
A lo que podemos agregar que si el presidente iraní,
Mahmoud Ahmadinejad, decide cambiar la moneda de comercialización de su petróleo
del dólar al euro –como lo está considerando-, ello sería otro motivo más
de desesperación para George Bush y la banca norteamericana. Ese fue uno de los
motivos de la invasión a Irak –entre otros similares a los aquí citados
respecto de Irán-, ya que un año antes de ese ataque Saddam Hussein había
precisamente concretado ese cambio del dólar al euro.
Las casualidades, a veces, no existen.
Por las dudas, una superbomba
Según trascendió en medios independientes
norteamericanos, a comienzos de marzo último el Pentágono realizó pruebas
exitosas de una nueva bomba teleguiada, apta para destruir objetivos
fortificados o instalados a gran profundidad.
Dichas pruebas fueron efectuadas en el polígono White
Sands Missile Range, ubicado en una zona desértica del estado de Nuevo México.
El mismo, dicho sea de paso, donde se llevaron a cabo a mediados de la década
de 1940 los ensayos con la primera bomba atómica, que poco después sería
estrenada en Hiroshima y Nagasaki.
De acuerdo al experto Leonid Ivashov en un artículo
de su autoría publicado en el diario ruso “Nezavisimaya Gazeta”,
ello es “un hecho bastante sintomático en el contexto de la creciente
tirantez en torno a Irán. No cabe la menor duda de que, en caso de decidir
destruir las instalaciones nucleares iraníes, los norteamericanos emplearán la
bomba superpotente. Siempre aprovechan la posibilidad de ensayar una nueva arma
en medio de hostilidades reales. Y la Casa Blanca planea emplear esta nueva arma
en primer término para destruir bunkers de hormigón armado, así como galerías
subterráneas ubicadas a gran profundidad, en las que se enriquece o deposita
uranio”.
Según Ivashov, estas superbombas serían
transportadas en los bombarderos B-52 y B-2, que las arrojarían desde grandes
alturas sobre objetivos imposibles de destruir mediante otros armamentos. El
experto militar ruso agregó que esta bomba es diez veces más potente que la
bomba contra bunkers BLU-109, con las que están dotadas las fuerzas aéreas de
Estados Unidos e Israel.
Como suele ocurrir habitualmente, las nuevas guerras
traen nuevas armas. Estados Unidos ya tiene listo su nuevo juguete bélico.
Todos deseamos que una nueva escalada, esta vez contra Irán, no llegara a
concretarse.
Pero lamentablemente el delirio guerrero de Bush y sus
cruzados del Pentágono están haciendo vivir al mundo, otra vez en el Golfo Pérsico,
días cruciales.
Carlos Machado