¡Recién Publicado!
cerrar [X]

La promesa que Alberto no pudo cumplirle a Cristina

9
Aunque la Vicepresidenta ni nombró al Presidente en su balance, la carta la dedica a reprocharle a él y a los jueces que sigan "persiguiéndola"
Aunque la Vicepresidenta ni nombró al Presidente en su balance, la carta la dedica a reprocharle a él y a los jueces que sigan “persiguiéndola”

Una vez más la expresidente y actual jefa espiritual, no aún de la nación, pero al menos del Frente de Todos, le ganó de mano a casi todo el mundo. Impuso en el primer aniversario del gobierno que “comparte” con Alberto Fernández la agenda de la celebración.

 

Una celebración que también para ella tiene sabor amargo. Pero no por ninguna de las razones por las que el resto del mundo siente ese sabor en su boca en estos días, las muertes del Covid, el crecimiento de la pobreza, el año perdido para la educación de los más jóvenes y los más pobres, etc, etc. Nada de eso. Lo que la tiene mal a Cristina es que sus problemas judiciales sigan agravándose, en vez de haber desaparecido, como le había prometido su compañero de fórmula.

Es cierto que él se esforzó. Pero no lo suficiente. Por eso ella ahora se lo recuerda, y de paso le ofrece la solución, para que nadie diga que es solo una quejosa: hay que ir más a fondo, si no alcanzó con remover a algunos jueces para deslegitimar sus causas, ni presionar a fiscales y testigos para anular lo que la ley del arrepentido permitió, hay que ir mucho más allá, agarrar el toro por las astas y cortarle la cabeza.

La solución que está sugiriendo, por primera vez en forma explícita, es liquidar a la actual Corte Suprema de Justicia, y de ahí para abajo, poner a todo el mundo en los tribunales a trabajar para sus necesidades. Que son disculparla a ella, su familia y sus amigos, y encarcerlar a los macristas. Porque estos sí merecen estar todos presos.

Para entender cómo hemos llegado a este punto conviene remontarnos a los comienzos del FdeT, al momento fundacional en que Alberto Fernández hizo promesas que no podría cumplir.

En su discurso inaugural el actual presidente prometió dos cosas, y ató el éxito de su gobierno a cumplirlas. Pero ninguna de esas dos promesas se fundó en un diagnóstico siquiera aproximado de los problemas que enfrentaba. Así que bien podría decirse que Alberto empezó su gestión condenándola al fracaso.

Después, bastante después, se desató la pandemia. Y aceleró y agravó los déficits que su “plan” de todos modos iba a enfrentar, y no iba a poder resolver.

La primera promesa se la hizo a Cristina en particular, y a los peronistas más en general: la clave para garantizar la reconciliación entre todos ellos, a la que se había dado comienzo con la formación del Frente de Todos y su triunfo electoral, y era misión del presidente consolidar, residía en desnudar el lawfare que supuestamente estaba en el origen de todas las acusaciones por corrupción que pesaban sobre la señora y su gente. Con ello no sólo se podrían dejar sin efecto los esfuerzos de Sergio Massa y demás ex disidentes (incluido el propio Alberto) por condenarlos, cuando buscaban forzar la sucesión del liderazgo interno. Sino que se desarmarían años de trabajo de la parte más sana de la Justicia Federal, para que Nunca Más el Poder Judicial se arrogara la atribución de fiscalizar los actos de un gobierno de ese signo.

Fue esta, desde el principio, además de una aberración moral, una pretensión ilusa.

Porque se fundó en un grave error de diagnóstico sobre lo que ese objetivo exigía en términos, por decirlo de algún modo, procesales. Un error llamativo viniendo de quien dice saber de derecho penal. Y es que había demasiadas pruebas, los procesos habían dado por probados ya muchos hechos delictivos, la ley del arrepentido (aprobada en 2016, recordemos, por impulso de Massa y con el apoyo de buena parte de los legisladores de origen peronista) había permitido acumular demasiada evidencia como para que fuera a ser fácil y rápido atender la expectativa de Cristina de una exculpación total y definitiva.

Eso es lo que, algo tarde, le está ahora aclarando Cristina a Alberto: “te quedaste corto, hay que ir por todo; y ese “todo” se empieza descabezando a la criatura que “se ha vuelto en nuestra contra, ha venido trabajando para el enemigo”.

Alberto, en otras circunstancias, tal vez podría seguir insistiendo en que él hace lo que puede, que su Reforma Judicial va a ayudar, que sus muestras de lealtad son infinitas pero nadie le puede pedir que haga milagros. Pero todo lo demás tampoco le ha salido bien, sus chances de estirar las cosas con estos menesteres se reducen. Ahí viene a cuenta su imcumplimiento de la otra promesa fundamental que planteó al asumir.

Esta segunda promesa se la hizo Alberto a los empresarios en particular y a los argentinos más en general: dejando de pagar la deuda durante su mandato se iba a poder reactivar la economía, y todos volveríamos a ganar, gracias al crecimiento del consumo doméstico, como hasta 2011.

Era por completo inviable que algo así, sin mediar un plan de estabilización, pudiera funcionar. Antes de que estallara la pandemia era ya evidente que los obstáculos para crecer eran muchos, y la mayoría de ellos eran domésticos, y más difíciles de remover que el peso de los intereses de la deuda. Porque el problema no era tanto lo que había intentado Macri con la economía que heredó en 2015, financiándose en el exterior para suavizar el ajuste de sus desequilibrios, como todo lo que había hecho Cristina, y antes que ella Néstor, para generar dichos desequilibrios y atarlos unos a otros.

Esta porción “estructural” de los obstáculos que nos impiden crecer, la fundamental, fue también invisible para la mirada oficial. Hecho que explica la desorientación que generó en su equipo económico la seguidilla de malas noticias que siguió a la renegociación de la deuda con los bonistas: la situación empeoró en vez de mejorar, el arreglo con el Fondo se trabó, la incertidumbre se generalizó y la inflación se disparó. Todo esto, de nuevo, independientemente de los mazasos que la economía estaba recibiendo, mientras tanto, de la pandemia y la cuarentena eterna.

Alberto ha tenido, en esta saga triste, el dudoso mérito de defraudar a tirios y troyanos. En ambas trincheras se sospecha cada vez más, y más abiertamente, de su capacidad para tomar decisiones mínimamente viables y sostenerlas. Y, como se sabe, ser considerado un inútil está por regla general peor visto que ser un hipócrita, un simulador, o un traidor; pero si todas esas condiciones se combinan las chances de ser obedecido y respetado tienden a cero.

Se entiende también, por lo tanto, que el presidente y su equipo traten de que su primer cumpleaños en funciones pase lo más desapercibido posible. Y que se estén esmerando en conseguir algún premio consuelo, alguna cucarda que modere los juicios lapidarios que merecen tanto de dentro como de fuera del oficialismo.

Entre esos premios consuelos hay varios que van bien encaminados: el manotazo a los recursos de la Ciudad, la reforma de la Procuración para poner a su jefe y a todos los fiscales a merced de la voluntad oficial, y también el aborto.

¿Pero pueden cambiar la opinión general?

Deberían al menos reunir dos condiciones para eso: no ser volteados por los tribunales, y reunir apoyos de todo el peronismo. Con los primeros no se cumple la primera condición, y con el aborto no se cumple la segunda: no todos van a estar contentos en el Frente de Todos si llega a pasar la IVE. Varios gobernadores, los curas villeros, Grabois y otros delegados del Papa, mucha gente allí está cabreada, porque ven bastante mal que justo se esté poniendo esmero en tener éxito en algo que los divide de la cúpula oficial. ¿Lo que gane por un lado Alberto, entre los jóvenes, las mujeres y los progresistas, no lo perderá por el otro?

Como sea, será seguramente el menos grave de los problemas que él y Cristina tendrán por delante. Porque lo que no pueden disimular es el hecho de que están haciendo entrar al peronismo y a sus aliados de izquierda en un decisivo año electoral con dos máculas difíciles de borrar: una confrontación abierta con jueces, fiscales y la propia Corte Suprema sobre la independencia de poderes y la autonomía de aquellos para investigar a los corruptos, y un alza de la pobreza, por caída del empleo, del gasto social y por la suba de la inflación, que hace recordar con nostalgia los últimos dos años de Macri.

Se entiende por tanto que las relaciones entre Alberto y Cristina también se hayan deteriorado respecto a cómo parecía que iba a funcionar su fórmula un año atrás. Pero no tanto, como a veces se cree, porque no estén de acuerdo en las dos promesas que los unieron en un principio. Ni en los pasos para tratar de cumplirlas. Sino, en esencia, porque quieren descargarse mutuamente culpas por los malos resultados conseguidos. Antes de la nueva epístola de la vice hubo otra muestra de ello, en relación a las jubilaciones, que sirve para entender la cuestión.

Cristina bloqueó la pretensión de Guzmán de que el Congreso diera su aval a otra quita del 5%, que se pretendía sumar a los recortes ya impuestos desde que se suspendió el mecanismo de actualización de 2017. Pero la jefa, es importante aclarar, no lo hizo porque esté en contra del recorte en sí, sino porque no quería ponerle su firma. Si al actuar así se acelera la inflación, problema de Alberto: como se sabe, la culpa por la suba de precios es siempre del Ejecutivo, mientras que la culpa por un recorte como el que pretendía Guzmán iba a repartirse con el Congreso. A eso fue a lo que Cristina le dijo que no. Está siguiendo al dedillo el esquema que planteó en su primer misiva: “las decisiones de gobierno las toma él, yo no tengo nada que ver”.

¿Significa esto que la relación entre ellos va a seguir deteriorándose?

Alberto simula y sobreactúa las diferencias con su vice también como una forma de disimular, no de corregir, su incapacidad para resistir cualquier deseo de ella. Y que no hay ninguna chance de que él rompa su relación de dependencia con la señora es otra cosa que se ha demostrado a lo largo de este año. En verdad, hizo falta bastante menos que estos durísimos 365 días para constatarlo. Con lo cual se despejó también otra incógnita sobre los seguramente muy duros días que tenemos por delante: sea como sea, esa dupla se va a mantener unida, porque Cristina no quiere cargar con la incomodidad de gobernar sin plata para repartir, y Alberto es incapaz de enfrentarla. Unidos en las buenas y en las malas, hasta la muerte. Esa sí es una promesa inquebrantable que nos y se han hecho. Y mejor que nos anoticiemos, si no lo hicimos ya.

Con lo cual se puede despejar aún otra duda más. Al iniciarse esta gestión muchos nos preguntábamos si iba a parecerse más a las de Cristina, a la de Néstor o, quienes más soga daban a su imaginación, a las de Menem, y lo cierto es que está más cerca de parecerse a una de la que nos salvamos, pero se las arregló para volver a intentarlo: la que hubiéramos tenido de ganar Scioli en 2015. Una penosa combinación de todo lo malo de aquellas experiencias: mala administración, con malas ideas, en circunstancias tan malas que no permiten disimular ninguno de esos defectos.

Ajuste hay, pero inflacionario y desordenado, por lo que no sirve para resetear y ordenar la economía, de modo de relanzar su crecimiento, sino solo para empobrecerla.

Abuso institucional hay también, y mucho, pero disimulado detrás de la excusa de que “si fuera por Cristina sería aún peor, así que acéptenlo como la opción menos mala”.

Sumémosle una diplomacia ideológica y chapucera, en una situación que no ofrece combustible para bancarla. Y que viene mezclada con un mendicante mensaje a los organismos financieros, que nadie se toma en serio porque es claramente una simulación desesperada de que se hará buena letra, pero solo hasta que se posterguen los compromisos. Luego se volverá a las andadas.

Y es cierto que todo eso luce contradictorio, disfuncional, y tendencialmente caótico. Pero sin embargo, por debajo, está animado por una lógica que le da estabilidad al monstruo: la unidad de los peronistas asegura el control de la situación, que ella no estalle; y mientras se nutra la caja de las provincias e intendentes, las obras sociales de los sindicatos, y los planes de las organizaciones piqueteras, todos los socios van a mantener sus pies dentro del plato. Al precio que sea: impuesto a los ricos, manotazo a los recursos de la ciudad, a los ingresos de los jubilados, lo que haga falta. Tenemos garantizado entonces que esto va a durar, al menos, tres años más. ¿Algo puede moverlo de su eje, hacerlo funcionar un poco menos mal? ¿Lo podrían lograr una crisis más aguda, un triunfo de la oposición el año que viene, una presión decidida del Fondo y de gobiernos extranjeros? Podría ser que sí, o puede que empeoren aún más la situación. Habrá que ver. Tendremos tres años para averiguarlo.

 
 

9 comentarios Dejá tu comentario

  1. Cristina Fernández, vuelve a reincidir en el mismo yerro de percepcción. El creer que de un MEDIOCRE que se DEJA USAR se pueden esperar DECISIONES Y ACCIONES AUDACES E INTELIGENTES. ¿Acaso CFK no se cansó de fracasar con los que ELIGIO entre 2011 y 2015, que tenían las mismas características, que terminó con la derrota de 2015? Su segunda gestión terminó lejos de su OBJETIVO de 2007 , cuando en su primera entrevista como PRESIDENTA, dijo: "QUIERO A UN PAIS COMO ALEMANIA". La EVIDENCIA DE LA REALIDAD dejó y deja en claro que esa expresión le quedaba GRANDE a su CAPACIDAD y a la de los FUNCIONARIOS QUE ELIGIO para secundarla. Hasta el actual Presidente se lo reprochaba, como así también el Ministro de Economía, desde su publicación Project Sindicate que escribía conjuntamente con su "maestro" el Nobel Joshep Stiglitz. Vilma Ibarra, también le dedicó un libro en el que prolijamente detallaba las mentiras y contradicciones de Cristina Fernández. ¡LA GESTION DE LOS FERNANDEZ SE AGOTA EN LA PERSONA DE CRISTINA FERNANDEZ....Y NADA MAS! ¡ES LO QUE HAY!

  2. Marcos Novaro, firmaba solicitadas por el Jefe de la Asociación Ilícita cambiemita. (busquen) Cero credibilidad para este tirabombas comprado!

  3. juanjo: Alberto Fernandez, también daba notas a todos los medios en contra de la gestion de CFK, como así también Sergio Massa hasta compatieron listas electorales con Macri en 2013 y HOY lo tiene a Alberto Fernández PRESIDENTE DE LA NACION y a SERGIO MASSA presidente de la Cámara de diputados. ¿O Ud. los RECHAZA por "tirabombas"?

  4. Veo que es otro que le colonizaron esa cosa que se encuentra dentro del cráneo. Otro que tiene un serio problema con CFK. Firmaba o no firmaba Novaro las solicitadas Piraton?

  5. No solo para Maria, que como siempre bolacea. Debe terminar en la politica el maniqueismo peronista de amigos-enemigos, es la falsa dicotomia politica. Eso se enseña a los cadetes del Colegio Militar, para educar a los conscriptos, ya que no tienen tiempo para formar un militar en el Colegio Militar que toma 5 años en formarlo. Para los conscriptos bastaba. Y Peron lo llevó a la politica, eso de " a los amigos todo, a los enemigos ni justicia " es el peor bolazo que puede decir un politico. Dejemos esas palabritas non santas, para epocas de guerra o para el cine de accion. Las Instituciones deben respetarse o muere la Republica, es decir la división de poderes, y la última palabra, y el concepto de Ley, le corresponde a la CSJN. Está visto que a los sres. ex montos, ex-kirchneristas K, o ex-peronistas, o vaya uno a saber quien es quien hoy dia....qwue forman el FxT se les acaba el manual de tonterioas, y ya ni siquiera estan de acuerdo con los poderes del Estado, con la Republica.Y vuelvo nuevamente a Maria:_ En la Constitucion Nacional, en las atribuciones del Presidente de la Republica,art99 inc 19, dice claramente que el presidente puede nombrar por DNU a funcionarios del estado, cuando el Congreso esta en receso, si bien esos funcionarios duraran solamente el año calendario, o deberan ser ratificados por el Congreso para continuar en el cargo. En cuanto al famoso lawfare, Maria debe saber que las denuncias y las investigaciones fueron realizadas durante el gobierno de Nestor y Cristina. Nestor evadio cualquier pena, porque fallecio y terminaron las causas en su contra. Hoy dia quedan las de la multi-procesada, y las pruebas en su contra. Solo recordar a su contador, quien manifesto que el matrimonio desfalcó por no menops de 10.000 millones de dolares, da terror. A Boudou opor el caso Ciccone, lo enjuiciaron 14 jueces, y TODOS lo condenaron. Falta aun algunos juicios mas, como el de enriquecimiento ilicito y varios mas. Y la causa de los cuadernos, y de los arrepentidos, que tanto le duele a Cristina, fueron aceptadas por la Camara. A menos que Ud. Marioa consiga que una mayoria de 3/4 de la Camara acepte el Juicio Politico a la CSJN, que es la via democratica que tienen los politicos que no estan de acuerdo con los fallos, debera Ud. respetar el Poder Judicial, aunque no le gusten sus fallos. Por ultimo " pobreza 0 " era un lema que se puso Macri para tratar de alcanzar, es el sentido que le dió a su gobierno. Por supuesto es un imposible de llegar, es solo una meta moral, si Ud. no lo entendió, es su problema. Ni siquiera esa afirmación suya sirve como chicana politica. Macri, lamentablemente falló en muchas cosas, e hizo muchas importantes, como obras que el titere de la Rosada desconoce. En fin espero llegar vivo y sano, para cuando la CSJN le dé la Razón a la CABA y reviente de bronca el titere y el enano pseudo economista y no puedan consumar el latrocinio que quieren cometer.

Dejá tu comentario

El comentario no se pudo enviar:
Haga click aquí para intentar nuevamente
El comentario se ha enviado con éxito
Tu Comentario
(*) Nombre:

Seguinos también en

Facebook
Twitter
Youtube
Instagram
LinkedIn
Pinterest
Whatsapp
Telegram
Tik-Tok
Cómo funciona el servicio de RSS en Tribuna

Recibí diariamente un resumen de noticias en tu email. Lo más destacado de TDP, aquello que tenés que saber sí o sí

Suscribirme Desuscribirme

Notas Relacionadas

La carta de Cristina revela que está desesperada

La peor enemiga de Cristina Kirchner es ella misma. Con una imagen negativa que supera el 60% de valoración ciudadana, lo que menos precisa la vicepresidenta es ponerse en medio de discusiones incómodas, que pueden hundirla aún más. Por eso, salvo para elogiarla...