José María Di Paola, conocido como “padre Pepe”, uno de los tantos curas peronistas que se hacen llamar curas villeros, declaró su decepción con el Frente de Todos por el impulso del kirchnerismo a la despenalización del aborto.
Como muchos de sus colegas que hicieron campaña por el Frente de Todos y vieron hambre y frío sólo hasta 2019, Di Paola votó a Alberto Fernández. Y ahora cuestiona la oportunidad de la ley (dice que no es el momento de hacerlo por la pandemia), la calidad del debate (dice que es una mera puesta en escena) y suscribe tesis conspirativas (dice que el aborto es una exigencia del FMI). Todas cosas que no van al fondo de la cuestión: si hay vida o no en un feto.
No es raro. Porque cuando se trata de esa cuestión, la de fondo, Di Paola, como todo demagogo, también se sumerge en el oportunismo del doble discurso. Porque aclara que él, al mismo tiempo, está en contra de legalizar el aborto y en contra de criminalizar a la mujer que lo practica. “La mujer que aborta la atendemos nosotros, va a los barrios, a un cura, es una herida muy grande para ellas”.
Es un cura que quiere quedar bien con dios y con el diablo. Pero eso es imposible. Se pueden hacer todas las piruetas retóricas que se quiera. Pero al final de esta ley hay una cuestión penal: si el aborto se prohíbe, tiene que haber algún tipo de castigo -aunque sea simbólico, social- para sancionarlo. Si no, el aborto queda admitido.
Claro: Di Paola no se anima a decirlo con todas las letras: quiere que el aborto siga siendo delito, pero sin tener que condenar a nadie. Es el buenismo trucho que transforma a la Argentina en una fábrica perpetua de cultores del “ni-ni”, de insustanciales, no sólo en relación al aborto sino en relación a casi cualquier tema.
También es ambivalente Di Paola con el Frente de Todos. Tiene que criticarlo. Pero sólo por la vía livianita de la “decepción”. Y la verdad es que es imposible que esté decepcionado. Escúcheme, Padre Pepe: en 2018 55 diputados K ya habían votado a favor del aborto, contra apenas 8 que no lo hicieron. ¿Qué esperaba que hicieran ahora? Desconozco la dimensión de su fe en dios, padre, pero la que tiene en el kirchnerismo es inmensa: aunque está decepcionado con el Frente de Todos, usted dice que todavía confía en que Cristina Fernández haga algo: “Ella puede cambiar esta realidad porque tiene una sensibilidad que ojalá pese”, dice. Escuche, Di Paola: Cristina Fernández ya votó como senadora a favor del aborto en 2018.
¿No será mentira que está “decepcionado”?¿Lo de Di Paola es cinismo o ceguera?
En todo caso, los curas como él van a tener que ponerse a estudiar. Ayer, el Vaticano, dirigido por el jefe de Di Paola, dictaminó que el uso de células de fetos abortados en el desarrollo de las vacunas Pfizer y Moderna es moralmente aceptable. E incluso, dice la Inquisición, si no queda otra también puede usarse la vacuna AstraZéneca, que además usó células de fetos para testear la vacuna. Más grises. Y en la Iglesia.
Pobre “padre Pepe”. Lo único que falta es que ahora lo decepcione también su jefe espiritual, Jorge Bergoglio.