Con la soja en zona de 480 dólares la tonelada, enormes flujos de capital buscando inversiones atractivas y tasas de interés internacionales cercanas a cero, los planetas parecen volver a alinearse a favor de la Argentina, a pesar de la incertidumbre sobre cómo evolucionará la pandemia en 2021.
El Gobierno define cómo capitalizar este escenario favorable, mientras busca superar las dificultades de acceso a las vacunas contra el Covid-19.
El presidente Alberto Fernández inicia esta semana un raid de anuncios de obra pública en más de 15 provincias, que serán moneda corriente en el año electoral.
Arrancarán con obras por más de 13.500 millones de pesos, que Fernández considera clave en la estrategia de buscar una rápida reactivación este año.
Los cálculos públicos y privados ubican la recuperación del Producto Bruto en el 6 por ciento, si no ocurre una nueva catástrofe con la pandemia, que provocó ya más de 43.000 muertos, en un 2020 que se busca dejar atrás con rapidez.
China continúa demandando commodities a gran escala y esa es una muy buena noticia tanto para la Argentina como para Brasil.
A su vez, la reactivación del gigante del Mercosur despierta muy buenas expectativas entre las fábricas de manufacturas locales.
El rol clave de China para el comercio internacional de la Argentina se notó fuerte en diciembre, donde a pesar del paro en los puertos, que se extendió 21 días, se liquidaron divisas por 1.690 millones de dólares, casi un 5% por encima de noviembre, gracias a los altos precios internacionales.
En diciembre, el precio de la soja en Chicago aumentó 14%, lo cual representó 60 dólares por tonelada de suba, a 481,7 dólares (en 2012, durante el segundo gobierno de Cristina Kirchner, llegó a valer más de u$s 600).
Igual de bien le fueron al maíz y el aceite de soja, que se dispararon 15%, y al trigo, que subió 12%.
Pero una de las claves estuvo en la suba en la harina de soja (también 12%), que es el primer producto de exportación del país.
Esos precios permitieron sostener el ritmo de entrada de divisas, a pesar de que los volúmenes en el último mes del año cayeron entre 40% y 65%, según el mes con el que se comparen.
Con semejante respaldo por parte del agro, el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, ya pueden empezar a estimar ingresos de dólares por unos 25.000 millones de dólares para este año.
Pesce transmitió números satisfactorios en su reporte de diciembre, y destacó que el BCRA logró recomponer reservas por unos u$s 600 millones.
Con el dólar estable desde hace casi dos meses, la estrategia es alcanzar en abril un acuerdo con el FMI que permita postergar pagos de la deuda por u$s 45.000 millones que la Argentina mantiene con el organismo.
La negociación tiene puntos a favor, como la buena predisposición hacia la Argentina de parte de la jefa del organismo, Kristalina Georgieva, y cuestiones aún indefinidas, como el rumbo que adoptará el gobierno del demócrata Joe Biden cuando el 20 de enero asuma la presidencia de los Estados Unidos.
También hay zonas complejas aún por explorar: los técnicos del Fondo sugieren exigir que la Argentina se esfuerce más en reducir el déficit fiscal.
El 4,5% sobre el Producto Bruto del rojo de las cuentas públicas propuesto por Guzmán les sabe a poco, y en ese punto estará una de las claves para definir el alcance de un eventual acuerdo de facilidades extendidas.
El ministro lo sabe, y por eso impulsó suspender el pago de un cuarto IFE y redujo a un tercio el gasto de ATP en noviembre, para luego casi desactivarlo. Los considera señales de austeridad en un escenario de fuertes tironeos políticos.
Se observan con preocupación desde el Fondo Monetario las perspectivas diferentes que tiene la coalición gobernante sobre qué hacer con las tarifas, fuente de enormes subsidios, y de más déficit.
Mientras la vicepresidenta Cristina Kirchner plantea postergar cualquier aumento en los servicios públicos para después de las elecciones de octubre, Alberto Fernández es más proclive a ir reduciendo los subsidios en forma gradual, como le propone Guzmán.
Dar una señal en ese sentido sería clave para captar parte de las inversiones que el país necesita en materia energética, en especial para relanzar con fuerza el yacimiento no convencional de Vaca Muerta.
El otro frente a atender en materia económica es la inflación, que presentó varios momentos de aceleración en el 2020, sobre todo en el rubro alimentos, y constituye siempre una amenaza.
A tal punto que economistas privados consultados por el Banco Central ya la proyectan por encima del 50% para 2021.
La gran duda se abre sobre cómo hará el Gobierno para incentivar la entrada de capitales, con un riesgo país en zona de 1.400 puntos.
Mientras naciones europeas pagan tasa cero en sus colocaciones de deuda, la Argentina debe ofrecer rendimientos por encima del 15% anual en dólares.
Esa ecuación no tiene destino en el mediano plazo. Guzmán lo sabe. Y por eso buscará profundizar este año la estrategia de construir un mercado de deuda en moneda local cada vez más sólido.
Y como señal a los mercados destacará que la Argentina cerró el fatídico 2020 con un déficit fiscal inferior al esperado: 6,5% del Producto.