Recientemente, el gobierno nacional lanzó una campaña de “prevención” contra el contagio de coronavirus.
Al inicio del spot publicitario, una voz en off dice: "Hacemos prevención con humor porque esto es algo serio". Sin embargo, al término de la publicidad, no llega a comprenderse cuáles serían sus aspectos humorísticos.
Con más de 44.000 muertos por Covid 19, sólo en Argentina, resulta entendible que el spot en cuestión no nos saque una sonrisa. Tampoco lo logró la Payasa Filomena, oportunamente, pese a sus denodados esfuerzos.
Pero volviendo al spot publicitario, el locutor establece una categoría de personas “responsables con conciencia social” a la que denomina "Cuidadanía", que son los que utilizan barbijo y no hacen caso a quienes cuestionan las normas sanitarias. A estos últimos, a los incumplidores, los llama: “ignorantes”, “perejiles” o, directamente: “gilada”.
Cabe recordar, ante tamaña agresión, que el gobierno nacional viene de organizar el multitudinario velorio de Maradona y que el propio Alberto Fernández se abraza –sin barbijo- con suturados señores feudales y sindicalistas mafiosos. No se explica, en este contexto, cómo se puede tirar la primera piedra; cómo se puede exhibir ese nivel de desprecio, para con simples ciudadanos que solo siguen el ejemplo de encumbrados dirigentes oficialistas.
Este trato despectivo respecto de un determinado sector de la sociedad es inadmisible en una publicidad oficial, aun cuando se invoque un supuesto tono humorístico que, en este caso, es inexistente. Porque la publicidad oficial está autorizada por funcionarios, quienes deben ajustar su conducta al art. 32 del Código de Ética de la Función Pública. Dicha norma establece para los servidores públicos, el deber de actuar “con respeto y corrección” en el trato con los ciudadanos. La publicidad en cuestión, evidentemente, no logra ese objetivo.
La característica del kirchnerismo, consistente en agraviar a quien no se somete a sus ideas o decisiones, mediante la utilización de fondos públicos, además de antidemocrática y contraria a la República, difícilmente pueda servir para concientizar sobre las normas de protección; sencillamente, porque nadie convence insultando a quien busca convencer.
Por último, cabe destacar que el concepto de ciudadano implica obligaciones, como la de seguir normas sanitarias, pero también derechos, y protección contra la arbitrariedad de los funcionarios. Bastante más pobre es la categoría de “cuidadano”, que nos propone el spot, porque nos habla de una persona cuya “conciencia social” consiste sólo en obedecer: algo así como un ciudadano de infectadura.
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