La confirmación de un foco de contagios de coronavirus no debiera sorprender a nadie en el contexto de pandemia que padece el mundo actualmente. Pero aun así, siempre habrá responsabilidades y actitudes negligentes envueltas en el hecho. Mucho más si a pesar de que se venía advirtiendo desde hace meses que algo así podría ocurrir, las autoridades correspondientes no hicieron nada por evitarlo.
El último domingo en horas de la noche arribó al Puerto de Mar del Plata el buque potero “Natalia”, propiedad del “Grupo Moscuzza”, uno de los tres grandes jugadores marplatenses de la actividad pesquera a nivel nacional. El barco estaba en alta mar desde mediados de enero. Aunque el protocolo indica lo contrario, apenas arribada la nave, coincidieron tripulantes y estibadores para descargar las 650 toneladas de calamar que traían en bodega.
Como ni la empresa ni el capitán avisaron que traían a bordo a 6 personas con síntomas muy sospechosos, como fiebre y pérdida de gusto y olfato, tampoco había una ambulancia esperando. El resultado es obvio: 19 personas contagiadas y 40 aisladas en un hotel. Si bien el mismo buque estuvo involucrado en un caso similar en junio de 2020, y no toda la responsabilidad debe recaer en la empresa, aunque no escapa a ello.
El 23 de abril de 2020, el barco “Scirocco”, propiedad de otro de los “pulpos” del sector, el “Grupo Solimeno”, llegó a puerto luego de estar casi 48 horas aguardando -en rada- por un caso sospechoso de covid. El buque había partido unos días antes sin esperar los resultados de los testeos masivos que realizó la empresa a sus tripulantes. En aquella oportunidad, los estibadores que descargaron el barco aprovecharon para hacer público uno de las grandes irregularidades que presenta el Puerto de Mar del Plata: la falta de baños en los muelles. “No tenemos agua ni siquiera para lavarnos”, decía uno de los trabajadores.
Ello motivó una presentación judicial el 6 de mayo de aquel año denunciando “la inexistencia de sanitarios seguros y la sola presencia de baños químicos sucios y carentes de agua para higienizarse, y la falta de sanitización en el ingreso”. La denuncia agregaba que “la cabina de sanidad se encuentra a 6 cuadras del ingreso”. Pese al paso del tiempo, la situación no varió en nada.
Las responsabilidades apuntan al Consorcio Portuario Regional, cuyo Presidente es un funcionario dependiente del gobierno de la Provincia de Buenos Aires. El actual titular del Consorcio es Gabriel Felizia, quien asumió sus funciones en abril de 2020. Sus antecesores inmediatos fueron Martín Merlini (2016-2020) y Jorge Hidalgo (2014-2016).
Esto se suma al complejo y oscuro entramado, plagado de irregularidades y denuncias por contaminación, que envolvió a los distintos dragados que se hicieron en el principal puerto pesquero del país a lo largo, al menos, de los últimos 10 años, que este medio reflejó en sendos informes. (Este y este)
De acuerdo a un informe que circuló en ámbitos privados, expertos del sector concluyeron que “el puerto de Mar del Plata no es un corredor marítimo seguro ya que no aplican medidas para limitar el riesgo de importación y exportación de la enfermedad”, a la vez que “carece de barreras sanitarias apropiadas”. El estudio afirma también que “no existen equipos ni instalaciones adecuadas para recibir casos sospechosos o personas infectadas, en un puerto con graves irregularidades en la gestión ambiental”. Nada cambió hasta el día de hoy.
En la ampliación de la Acción de Amparo por Daño Ambiental ocasionados por los sucesivos dragados, presentada por una de las personas más autorizadas para abordar la problemática tanto del sector portuario como también pesquero, Roberto Maturana, se denuncia también que “diversos estudios científicos han detectado materia fecal en las aguas del interior del Puerto de Mar del Plata”. El denunciante afirma que ello ocurre ya que “el Consorcio permite a los tripulantes de los buques poteros vivir en ellos sin conectarlos a mangueras sanitarias”.
Además de la gravedad intrínseca que ya presenta el hecho en sí mismo, la presencia de materia fecal en el mar favorece la expansión del coronavirus. En junio de 2020, la revista “Science Medical” publicó un estudio sobre “la permanencia de covis-19 en al agua por hasta 25 días”. Los investigadores hallaron concentraciones de virus flotante en una forma viable que presentó un alto riesgo de infección en caso de contaminación fecal. Así mismo, la investigación confirmo que la nueva enfermedad “se ha encontrado en el agua de mar expuesta a las aguas residuales no tratadas y puede acumularse dentro de los moluscos”.
Maturana lo explica en términos más claros y contundentes: “En el Puerto de Mar del Plata no existen conexiones para mangueras sanitarias del buque a muelle. Es decir que todos los tripulantes que están en los barcos defecan en las aguas del interior del Puerto”,a la vez que denuncia “el desmanejo del control sanitario y ambiental por parte del Consorcio Portuario Regional”. Y reafirma que “el Puerto marplatense carece de baños públicos suficientes para los trabajadores del sector”.
La presentación judicial añade que “las Directrices Sanitarias para el uso seguro de Aguas Recreativas”, emitidas por la Resolución Ministerial 125/2016 y aprobado por la Comisión Permanente de Revisión Anual de Normas de Calidad de Agua de Uso y Consumo Humano en diciembre de 2017, que trata sobre los efectos en la salud humana asociados a la contaminación fecal, determinó que “en los últimos 10 años se han recolectado evidencias sobre la importancia de las arenas de playa como hábitat que soporta el desarrollo de virus, bacterias, hongos y protozoos”. Y concluye que “recientes estudios epidemiológicos han encontrado evidencias de riesgo para la salud asociados a la exposición a la arena contaminada”.
En marzo del año pasado, en plena psicosis por la entonces flamante pandemia, el Consorcio Portuario de Mar del Plata dispuso en una Resolución de apenas una carilla “ordenar el cierre de restaurantes, bares, rotiserías, confiterías, cervecerías”, entre varios otros locales del rubro, “prohibir la permanencia de público en la Escollera Sur, Paseo Banquina, Balnearios”, y pedir la colaboración de Prefectura. A la vez, confeccionó una especie de folleto donde establecía una reducción horaria del Consorcio, la construcción de separadores (mesas, por ejemplo), un refuerzo en desinfectación, y la prohibición de desembarcar a los tripulantes de buques de bandera extranjera procedentes del exterior. Muy poco para un Puerto que concentra el 57% de las capturas a nivel nacional y el 98% de la provincia de Buenos Aires.
Basta comparar tales disposiciones con las que tomó, por ejemplo, la Terminal de Servicios Portuarios Patagonia Norte, que abarca las terminales San Antonio Este y Puerto de Bahía Blanca. El Protocolo de Prevención Covid-19 emitido el 21 de marzo, además de tener 4 carillas, resulta muy completo y puntilloso. Entre sus puntos más destacados, requieren de las Agencias Marítimas ante los buques que arriban una copia del Libro Médico y del Libro de Consumo de Medicamentos a bordo, y un Registro diario de temperatura corporal de toda la tripulación y pasajeros. También solicita información detallada respecto de si hubo cambio de tripulación desde el 1/12/2019 hasta la fecha, y una Declaración Marítima de Sanidad, entre varias medidas. Además, brinda consejos a tripulantes, pasajeros y personas en general, para luego explicitar una serie de disposiciones complementarias como proceder a realizar una fumigación exhaustiva de cada buque que amarre, como así también una desinfección diaria de lugares de uso común, entre varias otras medidas.
Aunque el Consorcio Regional que comanda Gabriel Felizia debiera ser la autoridad natural, en los hechos no lo es, ya que termina siendo rehén y a veces socio de las grandes empresas del sector pesquero, en particular los ya mencionados “Moscuzza” y “Solimeno”, además del “Grupo Valastro”. Sólo 10 empresas en la Argentina sobre un total de 250 concentran más del 50% del total exportado en facturación: tres de ellas son las nombradas firmas marplatenses.
El 2 de mayo de 2020, en los controles de ingreso a la ciudad se detuvo a un micro proveniente de la provincia de Corrientes con trabajadores que venían a embarcarse en el buque Luca Mario, de la firma “Solimeno”. El ómnibus transitó libremente por las rutas argentinas, haciendo detenciones en paradores públicos. Del total de 41 personas a bordo, 21 pasajeros tenían fiebre.
Nada es casualidad.