El presidente blanqueó anoche en cadena nacional que lo peor de la crisis sanitaria está por venir. Y que la capacidad de respuesta de gobierno es mínima.
Fue un discurso político. Por momentos transitó la nostalgia por los buenos tiempos de alta aprobación social a sus decisiones frente a la pandemia. Su imagen y la del gobierno cayeron a la mitad de aquel record.
Eran tiempos de discursos triunfalistas. El de anoche fue exculpatorio y resignado. Careció de autocrítica.
La peor hipótesis que mencionaba hace un año, si no se hacían las cosas bien, era que el Covid podría cobrarse hasta 10.000 vidas. Hace meses ya que superamos las 50.000. La única referencia a semejante tragedia se limitó a unas pocas palabras de consuelo a los familiares de las víctimas.
El presidente volvió a culpar por la escasez de vacunas al acaparamiento de las naciones poderosas. Esta vez no hubo filminas para comparar nuestro exiguo avance en la inmunización de las personas de riesgo con el de “superpotencias” vecinas como Chile y Uruguay.
El ministro de Salud bonaerense confirmó que el plan oficial para el futuro consiste en vacunar con una sola dosis. El formato Cáritas, más por menos. El razonamiento es que algo de inmunización sería mejor que nada.
Este extremo agiganta el escándalo de la vacunación de privilegio a funcionarios, familiares, militantes y amigos del poder. El presidente omitió cualquier referencia al tema. Al contrario, afirmó que hubo “equidad” en la asignación de las pocas dosis que llegaron.
En su cadena sin anuncios, Fernández no ofreció ningún plan alternativo. Ni mencionó siquiera si habrá una nueva estrategia de testeo, rastreo y aislamiento de contagiados.
Hizo en cambio un esfuerzo por licuar la responsabilidad del gobierno en lo que pueda suceder tras la llegada de la segunda ola de coronavirus. La descargó en los ciudadanos. Sólo queda cuidarse, dijo. No viajar al exterior, distancia social, barbijo y lavado de manos (coincidencia irónica con el tono de sus palabras).
El presidente preparó el terreno para nuevas cuarentenas y cierres de actividades cuando el incendio se descontrole. Aunque sea focalizadas y por períodos cortos, serían la única herramienta sanitaria disponible.
En torno a la intervención pública de Alberto Fernández se tejieron especulaciones políticas. Que fue un intento de recuperar centralidad. Que estaba previsto para hoy, al cumplirse un año del primer mensaje de pandemia, pero que se adelantó para que Macri no monopolizara las tapas de los diarios con su relanzamiento de ayer.
Estas maquinaciones atraviesan la conversación del poder. La sociedad sigue a la intemperie ante la pesadilla que vuelve.