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La columna de Estilo y Ortografía de TDP: más errores en notas periodísticas

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¿No será mucho?
¿No será mucho?

Nota de Redacción de Tribuna del 27/04/21 titulada «Alberto Fernández dijo “albañilas” ¿Está avalado por la RAE?»

 

De forma puntual, la nota hace referencia al uso que hizo el presidente Alberto Fernández de la palabra “albañilas” (aunque una errata al principio indique “albiñilas”) y a si este fue un uso adecuado. El punto de referencia parecería ser si la palabra es o no registrada por el diccionario de la RAE, y sobre eso se citan los puntos de vista de Esteban Giménez y Karina Galperin, lingüistas consultados por la prensa. Ambos sostienen, apoyándose en la Fundéu —institución que ofrece pautas y asesoría sobre el uso del español en medios de comunicación—, que el uso es válido y que está condicionado por aspectos cotidianos, como el de mujeres que comienzan a ejercer trabajos históricamente asociados a los hombres. Renglón aparte de que quien haya citado a Giménez olvidó que los títulos y cargos no llevan mayúscula, es interesante reflexionar sobre el uso de las palabras y la función de la Academia.

No solo existen muchas palabras que usamos y que no figuran en el diccionario, aunque estén correctamente formadas (como por ejemplo “ciberterrorismo” o “visibilización”), sino que la propia RAE es la primera en reconocer esta realidad. Al diccionario se agregan, precisamente, las nuevas palabras que se registran como usadas por la mayoría de los hablantes —y con las connotaciones, buenas o malas, que estas les den—; de esta labor se ocupa el Observatorio de palabras de la RAE. También es bueno recordar que la RAE se nutre de los aportes hechos por las academias de Letras de todos los países hispanohablantes (en Twitter parecería que muchos todavía creen que es el propio rey de España quien redacta, de forma totalmente arbitraria, el diccionario).

En síntesis y más allá de la adecuación académica de la palabra usada por el presidente, es más que probable que su uso haya respondido a la necesidad de tejer un discurso que acaricie, en menor o mayor medida, a sus electores interesados en las nuevas cuestiones de género. Ese uso del español, totalmente funcional a un objetivo político (como hablar de “todos y todas”), indudablemente excede cualquier cosa que pueda decirnos un diccionario.

 

Nota de Jorge Asís escrita por Carolina Mantegari del 30/04/21 titulada «La peste oculta la podredumbre y la declinación»

Columna de índole política dividida en cuatro distritos temáticos. El redactor tiende a la elección de un léxico ornamentado que no resulta fuera de lugar por el carácter subjetivo del tipo textual. De hecho la elección de palabras muchas veces no solo enfatiza, sino que también agrega sonoridad a las expresiones.

A pesar de esas acertadas opciones —y de que la elección del tema sea apropiada—, el texto está redactado como una cascada de oraciones donde la cohesión resulta, al menos, quimérica. Si bien se utiliza el guion en lugar de la raya y hay también usos arbitrarios (e incluso confusos) de mayúsculas de relevancia que detienen más de una vez el ritmo de lectura para tratar de descifrar una intencionalidad que no siempre aparece, el mayor obstáculo que se le presenta al lector es el de los saltos de oraciones.

Hay comentarios críticos, tanto en la página como en la publicación de Facebook, sin que resulte del todo claro si el problema es con la forma de redacción o con el redactor de forma particular. Ahora, ¿puede identificarse este tipo de escritura con un estilo de redacción personal? Curiosamente, aunque se transforme en una marca reconocible del redactor, no es una elección que aporte nada (ni en un sentido estético ni de usabilidad) al texto. Por el contrario, dificulta la lectura de un texto, por lo demás, interesante.

 

Nota de José A. Friedl Zapata del 01/05/21 titulada «Cancel culture, los talibanes de la cultura norteamericana»

Nota sobre la cultura de la cancelación destacada por los lectores por su carácter de actualidad. El redactor hila la progresión temática a través de diversos ejemplos históricos, tanto sobre la libertad y la censura en contextos pasados como sobre casos actuales de cancelación. Estos ejemplos, que resultan diversos, refuerzan la idea de la cultura de la cancelación como accionar que inunda múltiples ámbitos (académicos, editoriales, periodísticos, etc.) y conducen la lectura con agilidad a través de los argumentos del redactor. Este no solo expone, sino que también interpela al lector a través de preguntas y de propuestas. El texto resulta, en conclusión, sólido y asertivo. En palabras de una lectora: “Muy buena nota, gracias”.

© Tribuna de Periodistas, todos los derechos reservados

 

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