En un momento de gran debilidad política dentro de la coalición gobernante y con un ministro de Economía jaqueado por el cristinismo y La Cámpora, el presidente Alberto Fernández se reunirá el jueves por segunda vez desde que asumió con el Papa Francisco. Aunque el encuentro se enmarca en una gira europea para conseguir apoyo por la renegociación de la deuda con el FMI y el Club de Paris, la audiencia con el pontífice parece tener más que ver con el propósito de obtener un espaldarazo político que lo refuerce primordialmente dentro del propio oficialismo.
Hay varios indicios de que la reunión con el Papa persigue principalmente ese objetivo. Por lo pronto, el Gobierno deja trascender que tendrá una gran relevancia. Sus voceros aclaran que no será en la residencia de Santa Marta -como se pensó inicialmente- porque el día de la cita es feriado en El Vaticano, sino en el Palacio Apostólico para significar que tendrá más relevancia. Y que Francisco saludará al final a la comitiva presidencial. O sea, que será en los hechos una visita de carácter oficial y no privada como suelen ser las que se efectúan dónde vive el pontífice.
Pero eso puede leerse de otra manera: según el protocolo vaticano de las visitas oficiales, la reunión del Papa con reyes, presidentes y jefes de gobierno son más breves. Entre 20 minutos y media hora. A diferencia de las que se realizan en Santa Marta, que suelen llegar a una hora o más. Por otra parte, una cosa es un encuentro más formal y otra, otro más intimista. De todas formas, la Casa Rosada se entusiasma con la anhelada “bendición papal” y, en la línea de destacar el encuentro, invitó a una decena de periodistas a ser de la partida en la gira.
Otro indicio de que el gobierno va en busca el respaldo político papal es que Francisco ya dio claras señales de apoyar una actitud comprensiva del FMI y las principales naciones que lo integran. En febrero de 2019 El Vaticano había organizado un coloquio sobre finanzas y solidaridad en el que “coincidieron” la titular del Fondo, Kristalina Giorgieva, y Martín Guzmán. Al término, el pontífice recordó las palabras de Juan Pablo II en el sentido de que no se puede someter a los pueblos a enormes sacrificios con tal de pagar las deudas.
Hace apenas un par de semanas, Francisco recibió en El Vaticano a Guzmán en el marco de un periplo de este por varios países europeos, precisamente para sumar apoyos a la estrategia negociadora argentina. La cara de felicidad del ministro al salir del encuentro fue la mejor muestra de que había logrado lo que se propone. Además, fue recibido en la Pontificia Academia de Ciencias Sociales por su presidente, el economista Stefano Zamagni, en otro gesto de apoyo que se completó con una visita a la Capilla Sixtina.
En síntesis, el apoyo de Roma ya está. Pero este debe leerse, dicen en la Santa Sede, como un deseo de contribuir a aliviar la situación económica del país y, por tanto, de los argentinos, en especial de los que menos tienen. “La deuda no la paga ni Alberto, ni Cristina, ni Macri, sino el pueblo”, señalan. Otra cosa bien distinta es que ello se interprete como una muestra de gran sintonía con el presidente después de que, contra viento y marea y en medio de la pandemia, impulsara la legalización del aborto.
El empeño puesto por Fernández en la aprobación legislativa de la interrupción voluntaria del embarazo en plena crisis sanitaria y económica -con una pobreza creciente- causó gran malestar en Francisco, máxime luego de que el presidente le había pedido ayuda para la renegociación de la deuda. Así como que la Casa Rosada dejara trascender que el Papa era partidario de que “se votara el proyecto de una buena vez y se diera vuelta la página”. Y que presionara a senadores para votar a favor.
Por eso, fuentes inmejorables dicen que El Vaticano -por los discretos canales diplomáticos- trató de convencer al Gobierno para que hiciera desistir al presidente del pedido de audiencia. Es que nunca un Papa niega una audiencia a un presidente, menos de la décima nación con más católicos del mundo. Y de su propio país. No obstante, habrá que ver si -con sus sutiles modos- la Santa Sede deja el claro tras el encuentro que el vinculo del Papa con Fernández no atraviesa su mejor momento.