La carrera política del economista José Luis Espert quedó manchada por uno de los flagelos más nocivos de la humanidad: el narcotráfico. Esta historia tiene su origen en 2019, cuando Espert decidió debutar en el mundo de la política con una candidatura presidencial. En aquel entonces se le acercó un empresario argentino, radicado en Miami y con fuertes inversiones en Guatemala.
Su nombre es Federico “Fred” Machado y el pasado 17 de abril cayó preso porque un juzgado de Texas, Estados Unidos, pidió su captura internacional, por estar investigado en una causa por narcotráfico, lavado de dinero y fraude, entre otras acusaciones.
La trama. Para entender el caso Espert, habría que separar esta historia en dos partes. Por un lado está la aventura política del economista y cómo la llevó adelante, y por el otro, la vida y las inversiones de Machado.
Espert llegó a la política como un representante del liberalismo con un libro bajo el brazo titulado “La sociedad cómplice”, que ensayaba la hipótesis de que parte de los problemas de la Argentina se deben a que la ciudadanía prefiere callar frente a problemas estructurales dentro del sistema político, sindical y empresario. “Es más cómodo pensar que nada puede cambiar porque gobierne quien gobierne, y prometa lo que prometa, la estructura del país es esta y nadie puede hacer nada al respecto. Es más cómodo pensar eso, pero es mentira”, sentenciaba en la introducción del libro, logrando seducir a los desencantados de la política y abriéndose camino hacia la carrera presidencial.
Pero rápidamente se encontró con el primer problema que tiene cualquier político: ¿cómo se financia una elección? Para participar en política se necesita una estructura y cualquier estructura cuesta dinero. En el caso de una candidatura presidencial hace falta recorrer el país, hay que imprimir boletas, pero sobre todo se necesita un partido político inscripto en la Justicia Electoral.
Cuando se carece de todo esto, hay quienes ofrecen soluciones y aquí es donde entran en juego personajes poco conocidos que viven de tener partidos políticos dispuestos a ponerlos a la venta cada dos o cuatro años para candidatos fugaces que prueban suerte. El que ofrece la estructura partidaria sabe que el candidato nunca llegará a ganar, pero en el camino se puede ganar mucho dinero, porque el Estado, por ley, está obligado a garantizarle a cada candidato dinero para la campaña y la impresión de un padrón entero de boletas para repartir en todo el país. En 2019, el partido que le alquilaron a Espert recibió alrededor de 1,5 millones de dólares por estos dos conceptos entre las PASO y las generales.
Según la rendición de cuentas de Espert, las boletas las imprimió una brasileña empleada en una empresa de logística de un hombre llamado José Bonacci, el dueño del partido “Unite por la Libertad y la Igualdad”, el sello con el que compitió el economista. Negocios prebendarios, diría Espert.
El mecenas. Pero el aporte electoral no solo es público. También existe un aporte privado y es en esta parte de la historia donde aparece la figura de “Fred” Machado, quien decidió apoyar a Espert con uno de sus aviones personales para viajar por el interior y también con una camioneta 4x4 para movilizarse en distancias más cortas. Entre los aportes de Machado también habría habido dinero. En la declaración jurada de ingresos de la campaña, esto no está registrado.
Machado es conocido en Guatemala por apoyar candidaturas de políticos. Llegó a tener buenos lazos con el anterior presidente Jimmy Morales, de quien consiguió concesiones mineras, que hoy son parte del dolor de cabeza que lo tiene detenido en una dependencia de la PSA en Bariloche. El pasado 17 de abril fue apresado en el aeropuerto de Neuquén mientras intentaba subir a un vuelo comercial. Dos días antes, la justicia de Texas había enviado un pedido de captura a Interpol contra el empresario. Se lo acusa de formar parte de una asociación dedicada al narcotráfico y lavado de dinero.
Machado contrató al abogado Martín Segovia para que lleve adelante su defensa en el juicio de extradición. En estos días que estuvo detenido, pudo hablar con amigos y familiares a quienes les explicó que la detención es un error, porque él estaría colaborando con la investigación del fiscal texano a cambio de beneficios en la pena, pero que habría tenido una discusión y se vino para Argentina, lo que provocó el enojo del fiscal, quien pidió que lo detengan. Machado sostiene que quedó involucrado porque las inversiones mineras en Guatemala las hacía a través de un fideicomiso armado en Estados Unidos, donde la administradora, una mujer llamada Debbie Mercer-Erwin, sería la principal acusada.
Antes de quedar detenido, el empresario envió un correo electrónico a los inversores que habían puesto dinero en la mina de oro y plata que explotaba en Guatemala para explicarles que él no tenía nada que ver con el tema del narcotráfico, pero que sí había cometido algunos errores como falsificar firmas de algunos documentos y que cuando fueron los agentes norteamericanos a verlos les dio su celular y computadora para que lo investiguen.
Hoy, desde Bariloche, espera que su situación se defina y podría estar varios meses preso.
Mientras tanto, en Buenos Aires, José Luis Espert espera reponerse de un cuadro de Covid. Revista Noticias lo contactó, pero a través de un asesor de prensa dijo que no iba a responder porque aún no estaba del todo recuperado. Cuando vuelva al ruedo tiene una prioridad: recuperar un lugar en el espacio liberal y dejar de lado las compañías peligrosas.