El gobierno de Néstor
Kirchner se encuentra cada vez más sumido en la desesperación. Ello es lo que le
está haciendo aumentar su cantidad de serios errores y a la vez ocultar
situaciones que han derivado ya hacia una grave emergencia.
En primer lugar, la petrolera española Repsol acaba
de hacerle saber bien claramente al gobierno argentino que Antonio Brufau será
el presidente de YPF. Si bien reconoce que el Grupo Petersen -el del empresario
Eskenazi, amigo del presidente y su presunto testaferro- comprará el 25% de YPF
y que otro 20% saldrá a la Bolsa, fuentes españolas señalan que parece haber dos
discursos sobre la ex petrolera estatal argentina, uno en Buenos Aires y otro en
Madrid.
El caso es que desde Repsol
han aclarado al gobierno de Kirchner que “las condiciones acordadas ya no
son negociables”, que Repsol nunca perderá la mayoría de YPF, que
Antonio Brufau será su presidente y que el Grupo Petersen sólo podrá nombrar a
un consejero delegado. Además, como se dijo, sacaría a Bolsa otro 20%, pero ahí
“acabará todo”, ya que un 55% permanecerá en manos de Repsol.
Contrariamente, como señala
el sitio “Hispanidad”, “al estar en un año electoral los
voceros de Kirchner hablan de que el control de la gestión de YPF volverá a
manos argentinas; es lo que se llama un diálogo de sordos”.
Al respecto podemos afirmar
que más que un diálogo de sordos, es el kirchnerismo el que se hace el sordo e
informa otra cosa a la opinión pública como distracción puramente electoralista,
tal como indicaba “Hispanidad”, pregonando que “YPF vuelve a manos
argentinas”. Total, los consabidos papelones internacionales pueden esperar
hasta ver qué sucede en octubre.
Precisamente ese crucial
décimo mes del año es el que tiene con los pelos de punta al presidente y todo
su entorno, y el que le hace cometer omisiones deliberadas en un desesperado
intento de que las mismas no se conozcan y que las realidades estallen una vez
traspuesta la instancia electoral, con la que confía en alzarse.
Vale la pena reproducir
conceptos vertidos en tal sentido por el periodista especializado en tema
económicos Osvaldo Granados.
Dice Granados que en la Casa
de Gobierno no quieren ni oír la frase “hay crisis energética”, afirmando
que “hasta octubre esto no se puede mencionar y tampoco pueden tomarse
medidas drásticas que conduzcan a esa conclusión”. Es por ese motivo que
Repsol YPF debió dar marcha atrás con su medida de suspender el pago de
combustibles con tarjetas de débito y crédito, medida que estaba por ser imitada
por el resto de las petroleras.
Respecto de la crisis
energética, que contrariamente a lo que sostienen Kirchner y sus voceros es una
preocupante realidad, los industriales están obviamente bastante alborotados,
pese a que intentan calmarse entre ellos para que el gobierno no se les venga
encima. Según Granados, el gobierno ya definió que los costos los deben pagar
los industriales; “los que votan no deben tener el problema”.
Sin embargo –asegura
Granados-, en la reunión que mantuvieron el jueves último un hombre de Arcor
dijo que “la industria no puede ser el fusible del sistema; los cortes
deben llegar a los consumidores”, mientras que Rodolfo Banchio,
presidente de la Unión Industrial de Córdoba, agregó que “el gobierno debe
reconocer la crisis y aceptar el costo político”. A su vez José
Villafranco, vicepresidente de la Asociación Industrial de Neuquén, sostenía que
“es mentira que los cortes sean pequeños”.
En tanto, Granados recuerda
que el gobernador de Santa Fe, Jorge Obeid, reconoció a un grupo de periodistas
que “el problema energético va a seguir por dos inviernos más”,
algo que “está claro pero que no se puede decir”.
El diluvio que viene
Por otra parte, ¿cuánto
afecta el problema energético al crecimiento económico?. Para los analistas, no
más allá de un 0,4% del PBI. Pero lo que se está observando es que, además de
que ya no se cumplen algunos contratos de exportación y muchos no llegan a la
producción pautada, en lo que sí tiene que haber algún tipo de intervención, más
tarde o más temprano, es con respecto a la inflación.
De acuerdo a Granados, los
últimos datos son más que significativos: la canasta básica de alimentos aumentó
un 15,4% durante los primeros cinco meses del año, según un informe de SEL
Consultores, que dirige Ernesto Kritz, mientras para el INDEC la suba fue de
apenas el 3,4%. El director de la citada consultora había relevado los precios
de la misma canasta del INDEC en cuanto a sus componentes y cantidades. Mientras
tanto, para los supermercadistas los precios subieron en esos cinco meses un
9,7%. La clave está en que el INDEC, para hacer sus dibujos de acuerdo a los
gustos del gobierno, mide específicamente los 200 productos que están
controlados, mientras que lo que se vende en los supermercados son más de 20.000
productos.
Ocurre que los controlados
están en las góndolas muy temprano en las mañanas, pero en pocas cantidades y
además se agotan rápidamente, quedando las otras marcas de mayor precio.
Productos como carne, fideos, café y latas de tomate, por ejemplo, presentan
diferencias de precio entre supermercados que varían entre un 30% y un 40%.
Para los analistas, finaliza
señalando Granados, “la tasa de inflación es más que preocupante y en todo
el año va a estar rondando entre el 18% y el 20%, mientras el gobierno quiere
que se mantenga todo contenido hasta octubre mientras se sigue fogoneando el
consumo. Los analistas creen que el apogeo, ‘la cima de la fiesta’, está antes;
que no llegamos a octubre”. Palabras que resonarán seguramente con altos
decibeles y como una ensordecedora sirena de alarma en los oídos presidenciales.
En suma, con la crisis
energética a punto de explotar en cualquier momento y su influencia en otros
sectores, como el de la inflación, a la que caprichosamente –como los habituales
gestos kirchneristas- se pretende disimular bajo índices prefabricados por
comediantes colocados a propósito en el INDEC, “no llegamos a octubre”.
¿Tanto confía este gobierno que desde octubre continuará en
el poder?. Y si lo hace, ¿intentará soluciones inmediatas o, como es su
costumbre, continuará mintiendo y ocultando realidades para seguir “tirando la
pelota hacia adelante”, sin importarle un rábano los bolsillos y la calidad de
vida de sus gobernados?
Y en caso de que a la
presidencia logre acceder la “pingüina”, ¿tiene alguna capacidad nunca
demostrada, quizás escondida, como para saber hacer frente al diluvio que se
viene, o se convertirá simplemente en otra “chirolita” de quien, pese a cederle
la posta, seguirá haciendo de titiritero?
Preguntas que martillarán
incesantemente a la engañada opinión pública en estos cuatro meses que restan
para las elecciones.
Carlos Machado