El documento cristinista de ayer evoca las proclamas radicalizadas de los ‘80. Cuestiona la legitimidad de la deuda externa y postula una suspensión de pagos. Eran banderas de una izquierda sin chances de llegar al poder en aquella transición entre el ocaso de la dictadura y el amanecer democrático.
Los políticos con responsabilidades de gestión asumieron siempre la necesidad de negociar, con el propósito de que Argentina no se cayera del mapa. Para respaldar las promesas de pago, debían normalizar la economía oscilante y restablecer cierto orden fiscal y monetario.
Tomaron compromisos que luego incumplieron, al costo de crisis recesivas e inflacionarias a repetición.
El FMI le pidió al G20 que invierta US$50.000 millones para vacunar al 40% del mundo este año
Lo novedoso de esta remake ochentista radica en que ahora es la facción más poderosa del oficialismo la que reclama al gobierno –a su gobierno– una moratoria unilateral de la deuda con los organismos internacionales.
Es una nueva operación política de la vicepresidenta. Ninguno de los legisladores de su círculo íntimo hubiera rubricado una declaración de ese calibre sin su consentimiento.
Cristina boicoteó la negociación con el FMI desde el día uno de la gestión, cuando exigió desde Cuba una quita de capital e intereses. Un postre que no figura en la carta del organismo. Después añadiría el reclamo de llevar a 20 años el plazo de una eventual refinanciación, también fuera del menú.
Ahora, vuelve a correr el arco. Empuja directamente la suspensión de pagos, por un período tan indeterminado como la duración de la emergencia sanitaria. Incluye al Club de Paris e impulsa un inédito default con todos los organismos multilaterales de crédito, como el Banco Mundial y el BID. Un canal de financiamiento que todos los gobiernos preservaron.
Decoró la escalada con la judicialización del último acuerdo con el FMI y una épica sostenida por declaraciones tajantes y gestos descorteses. Como la insólita carta que los senadores dejaron en la conserjería del hotel donde se alojaba una misión técnica del Fondo.
El fuego amigo infiere otra quemadura a la autoridad del presidente. Justo en la víspera de su teleconferencia con la canciller alemana para implorar la clemencia del Club de Paris y del FMI. Último acto de una diplomacia de la deuda que Alberto Fernández asumió como una cruzada propia.
La nueva movida del kirchnerismo intransigente apura el jaque mate a Guzmán. Es la ofensiva final sobre la última baldosa de la gestión económica que él todavía controla. Ya le impuso el atraso cambiario y de las tarifas, terminó con la fantasía del ministro de recomponer cierto equilibrio fiscal, y le copó el manejo de las regulaciones para reprimir precios.
Pero no se trata sólo de una maniobra táctica para ganar espacios de poder en la gestión del gobierno o para apuntalar las chances electorales noviembre. Se discute el rumbo estratégico del proyecto hegemónico que el cristinismo buscará validar en las urnas.
POBRE PIBE VENIR A RIFARSE EL PRESTIGIO, CON ESTE GOBIERNO DE MIERDA CONDUCIDO POR LA VIAJA VIVORA DE MIERDA, TENE DIGNIDAD RENUNCIA, TODAVIA ESTAS A TIEMPO, TE VAN A DEJAR PEGADO A VOS Y TODO EL RESULTADO VAS A SER CULPABLE, SON UNAS HIENAS
Sos un pelotazo en contra Sagristani. Vos y todos los que nos quieren correr con el fantasma de Cristina. La loka es mas inutil que Alverso y el rumbo hacia la catástrofe ya lo tiene fijado hace rato simplemente porque no tiene capacidad para otra cosa. No nos vengas a pintar a esa vieja ridícula como si fuera Napoleón que vuelve del exilio. Sos otro comemierda y así van a desaparecer todos, como profesión y hasta como entretenimiento. Lo que no entienden es que la única gente que les podría creer algo no lee ni escribe.