Las críticas de Alberto Fernández al capitalismo, y su fuerte alineamiento con Rusia, se produjeron en un momento clave, cuando la Argentina aguarda una donación de vacunas desde los Estados Unidos y el gobierno le reclama frenar las remarcaciones a compañías norteamericanas y europeas que operan en el país.
La conferencia virtual que Fernández mantuvo junto al presidente ruso, Vladimir Putin, no pasó desapercibida para el mundo de los negocios, atento a las señales -algunas veces contradictorias- emitidas desde la Casa Rosada al calor de la pandemia del siglo.
Una de las definiciones más fuertes del jefe de Estado argentino buscó sincerar en qué escenario económico y social está realmente la Argentina.
"En la pandemia ha crecido la pobreza, la falta de trabajo, las necesidades de un mundo que lejos está de estar desarrollado. Hablo de países de renta media, entre los que está la Argentina, a los que se los trata como desarrollados, pero cada vez más se parecen a países pobres", afirmó.
La dura descripción, pronunciada en una cumbre internacional, dice mucho sobre hasta dónde llega el deterioro de la Argentina, que no empezó con la pandemia, sino mucho antes, y que se profundizó el ritmo de los contagios y el sorprendente número de muertos que está dejando el coronavirus a su paso.
Distintas organizaciones que vienen monitoreando la evolución del tejido social, como la UCA, estarían llegando a la conclusión de que, medida por ingresos, la mitad del país deambula en la pobreza, al calor de una inflación galopante.
Las palabras de Fernández responden también a una estrategia en el marco de la renegociación de deudas con el FMI y el Club de París.
"Es muy difícil desarrollarse con deudas estrafalarias, tasas enormes y plazos que no favorecen el crecimiento y el desarrollo social de nuestras comunidades", sostuvo el mandatario argentino, que le pide una rebaja de intereses a los acreedores.
En esa frase se juega mucho de la suerte del país en su negociación con el Fondo Monetario.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, tiene plazo hasta fines de julio para cerrar algún tipo de acuerdo con el organismo. Si no lo logra, el Club de París formalizará el default, otra vez, de la deuda argentina, calificada en el mundo de las finanzas como "deudor serial".
Ambas negociaciones quedaron definitivamente atadas luego de que el Gobierno reconoció que el Club de París exige primero un acuerdo con el Fondo como condición para analizar una postergación de pagos.
Las palabras del presidente argentino, pronunciadas delante de Putin, despertaron algunas inquietudes entre grandes compañías asociadas a la cámara norteamericana en la Argentina (AmCham).
Circula, además, entre distintos sectores del empresariado la sensación de que el Gobierno está dispuesto a hacerles pagar los platos rotos de toda la crisis, cuando es el sector privado el que genera empleos, riqueza y contribuye con impuestos.
Esa queja ya fue puesta de manifiesto por las cámaras vinculadas al negocio frigorífico, cuando sostuvieron que con el cierre de exportaciones de carne les quieren cargar las culpas de la inflación en la Argentina, la cual, consideran, responde a múltiples causas.
También preocupa a los empresarios el alineamiento del gobierno con poderosos sindicatos como el de Camioneros.
"Mientras hablan de atacar la inflación, dejan hacer a los Moyano para reclamar una paritaria del 45%", se quejan en sectores como el transportista y el agropecuario.
Un reproche similar llegó desde las clínicas y sanatorios, sometidos a presiones de demanda extraordinaria de servicios en medio de la pandemia, mientras el gremio de la Sanidad reclama, con razón, una suba salarial acorde al esfuerzo descomunal que vienen realizando los trabajadores del sector.
En cuanto a la cumbre de Fernández con Putin, representantes de grandes compañías, que deben dar explicaciones a los accionistas en sus casas matrices, prestaron mucha atención cuando Fernández reclamó entender que el capitalismo "no ha dado buenos resultados, ha generado desigualdad e injusticia".
El presidente habló de edificar un sistema capitalista mejorado.
"Si vamos a construir otro capitalismo tiene que ser uno que no olvide el concepto de solidaridad. Si algo nos enseñó la pandemia es que nadie se salva solo", dijo el presidente en ese foro de San Petersburgo, apodado el "Davos ruso".
La frase requerirá nuevas precisiones, porque de lo contrario, deja abiertos numerosos interrogantes, comenzando por qué harán los inversores y los empresarios en un país donde el presidente sostiene que uno de los problemas principales es el capitalismo.
En la Argentina, más allá de la pandemia, el Estado ha ido ganando cada vez más espacios y dictando múltiples regulaciones, pero el país se sumerge cada vez más en la pobreza.
Las palabras de Fernández en la cumbre con Putin tampoco pasaron desapercibidas en el mundo de la diplomacia.
El presidente argentino fue tan claro en el agradecimiento a su par de Rusia, como en el reproche hacia otras latitudes.
"Los amigos se conocen en los momentos difíciles, y cuando pasamos un momento difícil, el gobierno de Rusia estuvo al lado de los argentinos ayudándonos a conseguir las vacunas que el mundo nos negaba", dijo. Agradecimiento y reproches a otros países no identificados. Todo en una misma frase.
En esa cumbre virtual participó un poderoso funcionario ruso: el CEO del Fondo de Inversión Directa, Kirill Dmitriev, hombre de confianza de Putin.
También se lo vio al dueño de Laboratorios Richmond, Marcelo Figueiras, quien destila optimismo y dice que podrían tener 500 mil dosis listas de la Sputnik V a fines de junio, si la materia primera llega en tiempo y forma.
Sería un logro extraordinario, justo en el inicio del invierno, y en medio de una pandemia que está provocando 20 muertos por hora en la Argentina.