Según la mitología griega, las Gorgonas
eran tres mujeres monstruosas llamadas Estenae, Euríale y Medusa. Sus
cabezas estaban rodeadas de serpientes en lugar de cabellos, tenían grandes
colmillos, manos y garras de bronce y alas de oro, y su mirada era tan
penetrante como para convertir en piedra a aquellos que osaran mirarlas a los
ojos. Estas Gorgonas eran temidas no sólo por los hombres, sino también por los
dioses. Finalmente fue el héroe Perseo quien se encargó de una de ellas,
Medusa, al cortarle la cabeza, la cual ofreció a su diosa preferida, Atenea.
Eso ocurrió, de acuerdo a la leyenda, hace miles de años. Si trasladáramos
la historia al siglo XXI, la cuestión cambiaría bastante. Por ejemplo, si esas
tres Gorgonas hubieran nacido en la Argentina, no hubieran tenido esos horrendos
atributos físicos (bueno, casi) y se hubieran llamado Felisa, Romina y Nilda.
También hubiera ocurrido al revés con el héroe de turno. En lugar de llamarse
Perseo se llamaría Néstor. Y éste, en lugar de liquidar a las Gorgonas,
resultaría petrificado por las maldades que ellas le están haciendo.
Tal es lo que está ocurriendo en estos días en la Argentina. Hay
efectivamente tres Gorgonas criollas que están sacando de sus casillas a Néstor,
quien pese a que lo están dejando petrificado de rabia con los desaguisados que
están cometiendo, él se resiste a cortarles la cabeza. Vamos a repasar las
maldades que cada una de esta Gorgonas vienen haciéndole al pobre Néstor.
La Gorgona Felisa
Cuando Felisa Miceli se trasladó a los doce años desde su natal Luján al
pueblo rural de Carlos Casares, en el oeste bonaerense, donde hizo sus estudios
secundarios, lejos estaba de imaginar aún que diez años más tarde sería
licenciada en Economía. Mucho menos, claro, que sería ministra de esa crucial
área del gobierno –si bien le cabe más el título de delegada personal del
presidente Kirchner en el Palacio de Hacienda-, y menos todavía que ella, que
siempre quiso mantener un perfil bajo, estaría ocupando actualmente cantidades
importantes de centimetraje en los diarios y varios minutos en los espacios
informativos audiovisuales junto a una mala palabra: corrupción.
Habiendo trabajado varios años junto a Roberto Lavagna, primero en su
consultora Ecolatina y luego como presidenta del Banco Nación bajo la
titularidad de aquél en la cartera de Economía, al ser designada como
reemplazante de Lavagna de inmediato Felisa cumplió con el ritual impuesto por
su jefe, Néstor Kirchner, tan habituado a ésto de traicionar y vituperar a los
que en algún momento lo impulsaron a las alturas. Abominó de Lavagna y de sus
políticas económicas –las mismas en las que ella había colaborado- y se dedicó
con ahínco a representar el nuevo papel de ministra que le habían encomendado.
Sin embargo, al poco tiempo de acceder a la función pública ya había
comenzado a incurrir en algunos errores imperdonables. El primero, cuando
ejercía la presidencia del Banco Nación –provocado seguramente por las
debilidades en que incurre un corazón enamorado-, fue designar a su pareja,
Ricardo Daniel Velasco, más conocido como “Pacha”, como asesor del Directorio
del Banco, ignorando los cortocircuitos con los demás directores. Eso sí, ambos
cuidaron las formas y ese cargo quedó registrado como ad honorem. El
hombre pasó así a convertirse de carpintero de barrio, tal su verdadera y
honorable profesión, a “hombre fuerte” del principal banco argentino.
Paralelamente, como no podía ser de otra manera, la situación económica de
“Pacha” mejoró ostensiblemente, cosa en la que no reparó en hacer ostentación.
La feliz pareja Felisa-“Pacha” había iniciado un camino que pretendía emular al
emprendido, en tiempos menemistas, por el matrimonio Fassi-Lavalle.
También comenzaron a aparecer los primeros hechos extraños en la carrera
como funcionaria de Felisa. Al menos los conocidos. Uno de ellos fue el robo a
las cajas de seguridad en la propia casa central del Banco Nación, que como se
sabe está ubicada frente a la SIDE y a metros de la Casa Rosada. Un tema del que
se dejó de hablar hace ya bastante tiempo, habiéndose olvidado también que
poco antes de que fueran robadas esas cajas, “Pacha” Velasco había dispuesto el
reemplazo del jefe de seguridad del Banco por un hombre de su confianza,
proveniente de la Policía Federal.
Ambicioso y aprovechando cualquier oportunidad a mano para hacerse del
control del Banco, el novio de Felisa comenzó a operar muy pronto. Fue así como
colocó a hombres de su círculo más cercano en lugares clave, como por ejemplo en
Nación AFJP y en la administradora de los Fondos Comunes de Inversión. No logró
en cambio elevar a la vicepresidencia primera a su amigo Ricardo Lospinatto, por
la resistencia del resto del Directorio y porque Lavagna fue más rápido para
ocupar ese cargo con Oscar Ferrari, un abogado civil y comercial muy vinculado a
Ecolatina.
Dentro de los manejos implementados por “Pacha” Velasco al amparo de su
querida Felisa, figuró el de lograr que ella le adjudicara dinero del Banco
para crear un fondo destinado a microemprendimientos -algo en lo que “Pacha”
pensó apuntando a una futura carrera política-, el cual repartió entre diversas
organizaciones sociales captadas para respaldarlo y le sirvió también para crear
un ejército de contratados que actuaran como sus operadores.
Otro fue el intento de reducir la deuda que el Grupo Yoma tiene con el Banco
Nación, para lo cual “Pacha” acordó directamente con Emir Yoma
refinanciar dicha deuda, que supera los 80 millones de dólares, reduciéndola a
25 millones. Por semejante hazaña iba a obtener, obviamente, una jugosa
recompensa de parte de los Yoma. Pero en este caso su atrevimiento fracasó por
la “voz de alto” que provino desde el ministerio de Economía, aunque algunos
dicen que directamente desde Balcarce 50.
Donde sí tuvo éxito fue en lograr la adjudicación del Frigorífico Santa
Elena -que había sido puesto nuevamente en marcha por una cooperativa de
trabajadores que logró volver a hacerlo producir- a Sergio Taselli, el famoso
acaparador de servicios ferroviarios, frigoríficos, yacimientos mineros y toda
empresa digna de ser atrapada para luego destruirla, como es su “hobby”. Al
concretarse la operación, la feliz pareja Velasco-Miceli se embolsó el jugoso
20% de la misma, en efectivo.
De pronto, Felisa es designada como la primer ministro de Economía con
faldas. Una afición, o quizás capricho, del presidente Kirchner ésto de colocar
mujeres en áreas tan delicadas donde jamás alguna había puesto el pie. Así le
fue, pero dejaremos eso para más adelante. El caso es que con Felisa en el
Palacio de Hacienda, “Pacha” Velasco tuvo que amainar, o al menos disimular, su
afán de hacer jugosos negocios y negociados y hacerse notar lo menos posible. Se
dice que en ello habría tenido que ver cierta advertencia emanada desde el
rosado edificio de enfrente. Algo así como: “Mirá, Felisa, que ahora sos
ministra de Economía, así que sujetá a tu novio o decile que se comporte, y que
en todo caso sus negocitos privados no trasciendan ni al kiosco de la Planta
Baja”. Sin embargo...
Cuando “Pacha” pasó de carpintero a asesor del Banco Nación, rápidamente se
había apropiado de un suntuoso despacho perteneciente al Directorio pero que se
encontraba vacío. Precisamente, y no por casualidad, se instaló en el que se
encontraba al lado del de Felisa y que tenía comunicación directa con éste. Cabe
destacar que ninguno de los asesores profesionales del Directorio del Banco
Nación cuenta con despacho propio. Haciendo ostentación de su poder, también se
hizo asignar dos secretarias y uno de los automóviles con chofer del Directorio,
aunque en realidad lo utilizaba poco y prefería movilizarse en su propia 4x4.
Para garantizar la reserva de sus movimientos y manejos, “Pacha” hizo que
Felisa echara al jefe de seguridad del Banco y, como se dijo antes, colocara
allí a un hombre de su confianza, proveniente de las filas de la Policía
Federal. Fue así como Pedro Brunet se hizo cargo de la seguridad del Banco
Nación, poco antes de ser saqueadas algunas de sus cajas de seguridad.
Finalmente por ese hecho sólo quedó una persona procesada, Honorio Martínez
Ruiz, un ex agente de inteligencia conocido con el alias de “Membrillo”
(justo, agréguele un poco de queso y tendrá un postre “vigilante”).
Ya instalado en el ministerio de Economía, “Pacha” Velasco también se
aseguró de ocupar un lugar contiguo al despacho de Felisa. Tanto es así que a
veces, cuando el ubicuo novio-asesor prefería evitar ir al sanitario ubicado en
el largo pasillo donde daban esas oficinas, utilizaba el mismo baño privado de
la ministra. Un baño que en estos días ha alcanzado una fama impensable para una
dependencia de naturaleza tan modesta.
Al día de hoy, Felisa Miceli no ha aclarado nada respecto del hallazgo en su
baño privado de una bolsa conteniendo una cantidad de dinero que varía según el
origen de la versión. De acuerdo al acta elaborada en primera instancia por los
agentes de la Brigada de Explosivos que la encontraron, había casi 240.000
dólares entre billetes de esa moneda y pesos, empaquetados al estilo con que
lo hace el Banco Central en sus transacciones internas o privadas. Una versión
que es la más creíble por el origen de donde fue emitida. Probablemente por ello
es que el acta en cuestión desapareció misteriosamente, sin siquiera haber
salido del ministerio hacia su destino lógico, como es la superioridad de la
brigada actuante. Simplemente, “se perdió”.
En cambio, la delegada personal del presidente Kirchner en el ministerio de
Economía se ha remitido hasta ahora, además de sostener que la suma hallada era
cuatro veces menor, a tartamudear otras contradicciones, ya suficientemente
conocidas a través de su difusión por los medios, que van desde “unos ahorros
para adquirir una casa que debía ir a ver”, pasando por “un préstamo de
su hermano para comprar una casa que aún debía buscar”, hasta “un dinero
que era para comprarle un departamento a su hija”. Con lo cual la única
excusa coherente que Felisa pudo articular -en medio de su marasmo mental por la
estupidez del error cometido-, giró en torno a la supuesta compra de una
propiedad.
Muy poco para convencer a propios y extraños, es decir desde el presidente
hasta los diputados de distintas extracciones listos para armar un combo de
presentaciones ante la Justicia, pedidos de informes en el Congreso y otras
tribulaciones para Felisa.
En cuanto al carpintero-novio-asesor “Pacha” Velasco, resulta llamativo el
silencio que se ha autoimpuesto en relación a este tema. Salvo que ese silencio
sea para apartar la atención sobre su persona, habida cuenta de que a algunos
mal pensados se les ocurra barajar la idea de que la bien provista bolsa
olvidada en el baño la haya dejado él mismo allí, para pasar a buscarla más
tarde, con las oficinas ya vacías, después de contar los billetes quizás
provenientes/destinados de/hacia alguno de sus negocitos privados o coimas, si
bien es una suma algo exigua en comparación a las que se manejan en los más
altos niveles de ese rubro. Es que, como dicen las abuelitas, “piensa mal y
acertarás”.
Lo cierto es que el acto fallido de Felisa mereció hasta el comentario de la
prestigiosa revista británica “The Economist”, que en su última edición, bajo el
ominoso título “Corrupción en la Argentina”, señala que la cadena de
acusaciones sobre corrupción contra el gobierno, entre ellas el caso Skanska y
el affaire de la bolsa con dinero encontrada en el despacho de la
ministra Miceli, “podrían haber sido un factor para que el presidente
Néstor Kirchner desista de presentarse a la reelección”.
Aunque en caso de ser así, resulta
extraño que el presidente le haya arrojado a su esposa, al designarla
dedocráticamente candidata a sucederlo, el salvavidas de plomo cuyo lastre
lo conforman precisamente el caso Skanska, la estupidez de Felisa, la crisis
energética y la inflación descontrolada, además de otras ríspidas cuestiones que
ya conocemos como la inseguridad, los estallidos sociales y reclamos salariales
y los nuevos casos de corrupción en torno a los gasoductos en el norte y el sur
del país, entre otras.
Una mochila demasiado pesada para una Cristina Fernández de Kirchner que
está atrayendo serias dudas sobre su real capacidad mental y de gestión con la
que debería afrontar, en caso de hacerse con los votos necesarios el próximo 28
de octubre, la conducción de la Argentina.
Es por ello que, a pesar de la defensa a ultranza que Kirchner todavía hace
de su ministra de Economía, en la intimidad el presidente tiene los nervios de
punta ante la seguidilla de desaguisados que se vienen cometiendo en su entorno
cercano. Ni hablar de la candidata Cristina, que a estas horas y con semejante
panorama -además de intentar autoimponerse la creencia dictada por su esposo a
toda costa, obviamente sin conseguirlo, de que se trata de una “campaña sucia”-,
debe estar pasando por otro de sus remezones ciclotímicos.
Concretamente, la Gorgona Felisa parece haber logrado, salvadas las
distancias, algo similar a lo conseguido en sus tiempos por una de sus
antecesoras mitológicas, incluyendo una víctima extra: sumir en la confusión y
paralizar no sólo a un héroe venido a menos como Néstor sino también a su
consorte. Aquí no pudo repetirse lo del héroe Perseo. En este caso, Néstor no ha
querido cortarle la cabeza a esta Gorgona y ofrecérsela a su “diosa”. Algo
cuyas consecuencias, más tarde o más temprano, pueden resultar nefastas.
La Gorgona Romina
En esta historia en la que se entremezclan seres mitológicos como las
Gorgonas con la realidad argentina actual no pueden faltar las otras dos que
completan la tríada que está asolando los nervios y la paciencia del presidente
Néstor Kirchner.
Como se dijo antes, éste se aficionó, o se encaprichó, en colocar en la
cabecera de áreas claves de su gobierno a mujeres. Dos de ellas, Felisa Miceli y
Nilda Garré, ocuparon por primera vez en la historia local las carteras de
Economía y de Defensa, respectivamente. La última de ellas seguramente
obedeciendo a la venenosa picardía presidencial de molestar a los militares.
En cuanto a Romina Picolotti, designada como secretaria de Medio Ambiente y
Recursos Renovables, ya había tenido una antecesora de su mismo sexo, la nunca
bien recordada María Julia Alsogaray. Sin embargo, las hazañas protagonizadas en
poco tiempo por Romina dejan a María Julia casi a la altura de una infanta de
biberón.
Suficientemente difundidos como para reiterarlos aquí fueron ya los detalles
de la excelente investigación llevada a cabo por el periodista del diario
“Clarín” Claudio Savoia, de la que surgen elementos que hacen que la Argentina
–agregando a dichos elementos los casos Skanska, Greco, baño de Miceli y
gasoductos, entre otros- no tenga nada que envidiar a los actos de corrupción
que se suceden en otros países latinoamericanos supuestamente más escasos de
moral republicana, como por ejemplo Paraguay, Venezuela o Guatemala.
Precisamente nuestro país, desde hace varios años, no logra mejorar las
notas de “aplazo” que en tal sentido surgen de los índices elaborados por la
organización Transparencia Internacional. En una escala que va desde 1, lo peor
en materia de corrupción, hasta 10, que refleja una situación óptima de
transparencia, la Argentina no logra superar su “mejor” nota alcanzada hace un
año, que fue 2,8. En cuanto al ranking planetario, elaborado entre 163 países,
Argentina se ubicó bastante por debajo de la mitad, en el puesto número 97,
compartiendo ese “honor” con Armenia, Siria, Eritrea, Bosnia-Herzegovina y
Tanzania.
Para Laura Alonso, directora ejecutiva de Poder Ciudadano –el capítulo
argentino de Transparencia Internacional-, esa situación obedece “a
la ausencia de una agenda de lucha contra la corrupción sostenible en el tiempo
y al desapego a la ley”, entre otras cuestiones. Según esa organización,
para mejorar el puntaje argentino deberían promoverse, por ejemplo, las leyes de
libre acceso a la información pública, de protección de denunciantes y
arrepentidos de actos de corrupción, y acentuarse el fortalecimiento de los
sistemas de auditoría interna y externa.
Una verdadera utopía en este país que habitamos y, sobre todo, con los
gobiernos que se han venido sucediendo hasta hoy.
Volviendo a las andanzas de nuestras Gorgonas vernáculas, lo de Romina
Picolotti representa, en sólo un año exacto que lleva en su actual función, todo
un récord en materia de desaciertos y corruptelas. Cabe señalar que sólo un día
antes de asumir, el 7 de julio del 2006, su mentor y acérrimo defensor, el jefe
de Gabinete, Alberto Fernández, logró que la secretaría de Medio Ambiente fuera
transferida del área del ministerio de Salud a la suya.
Pronto comenzaron los tropiezos de Romina: le aseguró al presidente Kirchner
que el Banco Mundial no otorgaría los créditos solicitados por Botnia para
construir su planta en Uruguay y que eso “heriría de muerte al proyecto”,
pero la empresa no sólo no tuvo ningún inconveniente en obtener esos fondos sino
que en breve inaugurará los trabajos en la planta; les prometió a los
asambleístas de Gualeguaychú que los jueces de la Corte de La Haya atenderían el
reclamo argentino y a Kirchner que aquellos liberarían las rutas y puentes, y no
ocurrió ninguna de las dos cosas; y el otro desafío de Romina, organizar y poner
en marcha la limpieza del Riachuelo, además de no mostrar grandes resultados
está seriamente cuestionado por la Corte Suprema de Justicia.
El resto, como se mencionó anteriormente, es historia conocida. Romina ha
dejado el tendal de fondos usados discrecionalmente, ya sea para contratar un
ejército de nuevos empleados con la excusa de “ampliar las funciones de la
secretaría” (qué lejos quedó aquello de “achicar el Estado es agrandar la
Nación”, no importa quién lo dijo); alquilar dos edificios extras para
diseminar ese ejército; contratar hermanos, cuñados/as, amigos/as y demás deudos
con sueldos que en muchos casos superan con creces al del propio presidente de
la Nación, lo cual hace quedar al tan mentado nepotismo inventado por los Papas
del Renacimiento a la altura de un poroto; adquirir cuatro camionetas 4x4 “Hilux”,
eso sí, argumentando que “se compraron baratas”; y batir también un
récord en cuanto a frecuentes viajes en aviones privados a su provincia natal,
Córdoba, donde tiene radicada una fundación ahora conducida por su esposo;
además de desviar fondos de la secretaría hacia otro organismo con el objeto de
liquidar a través del mismo varias facturas de gastos no declarados, entre otros
despilfarros. Lo del alquiler del departamento de su hermano en el exclusivo
complejo “Le Parc” de Puerto Madero y las comidas de éste en restaurantes de
primer nivel lo dejaremos, en todo caso, para la “caja chica” de Romina.
El caso es que esta muchacha tan dispendiosa ya se ha hecho acreedora en
pocos días a cuatro denuncias ante la Justicia por presunta defraudación e
incumplimiento de sus deberes de funcionaria. La primera de ellas fue radicada
por el abogado multidenunciante Ricardo Monner Sanz, y recayó en el juzgado
federal de Ariel Lijo; la segunda, del dirigente peronista Juan Ricardo Mussa,
fue a parar al juzgado de María Romilda Servini de Cubría; mientras el diputado
del ARI Adrián Pérez radicó otra denuncia por “malversación de fondos
públicos y defraudación al Estado”. En tanto, Romina ya había sido
denunciada por los abogados Enrique Piragini y María Daniela Llanos por presunta
malversación de caudales públicos ante la comisaría 12ª de la Policía Federal, y
si la Fiscalía correspondiente decide investigar los hechos la causa estará a
cargo del juez federal Julián Ercolini.
Sin embargo estas actuaciones judiciales en trámite parecen no hacer mella
en el ánimo de esta otra Gorgona nacional. O bien porque tiene ataques de
autismo o porque se recuesta en exceso sobre el hombro de su mentor y jefe
directo, el jefe de Gabinete, lo cierto es que a Romina se la vio –sólo eso ya
que no emitió ni una palabra- sentada con cara de póker al lado de Alberto
Fernández cuando éste brindó una de sus mal llamadas “conferencias de prensa”,
en realidad el monólogo habitual en los funcionarios de este gobierno ya que no
permiten preguntas a los periodistas presentes.
Como todos también sabemos, en su monólogo Fernández, asumiendo una
desmedida y ciega defensa de la funcionaria a su cargo, lo único que hizo fue
insultar el trabajo y la propia persona del periodista autor de la investigación
sobre las travesuras de Romina, Claudio Savoia, presente en la sala donde se
llevó a cabo la “conferencia”, pero en realidad sin desmentir absolutamente nada
de lo afirmado por éste.
Al respecto es válido reproducir los conceptos del eminente
constitucionalista Daniel Sabsay, quien afirmó, al referirse precisamente a que
ninguna de las afirmaciones de la investigación fueron desmentidas, que “sólo
se criticaron las intenciones por la cual se habría hecho, pero en ningún lugar
realmente se dice que no es cierto y por el contrario, se acepta lo de los
parientes porque no desconoce la cantidad de familiares y amigos que han sido
contratados. Se trató de despreciar el trabajo serio de un periodista que
estuvo allí presente y no tuvo derecho a réplica, lo cual me parece muy
grave porque invade la esfera del derecho constitucional y supera la gestión
ambiental. Es decir, por la forma en que se dificulta que la libertad de
expresión y de prensa sea eficaz y efectiva y se ejerza como dice la
Constitución. Criticar a la fuente es la manera más antigua y más burda de
tratar de desacreditar la información, es decir acusar al mensajero y no al
mensaje”.
Quizás por ello numerosos hombres de prensa agrupados en el Foro de
Periodistas Argentinos (FOPEA), se refirieron a casos como el del gobierno
nacional, cuyos funcionarios, del presidente hacia abajo, en los últimos cuatro
años no mostró ningún interés en conceder entrevistas periodísticas, realizar
ruedas de prensa ni permitir que cuando hay alguna se hagan preguntas, señalando
que tanto el oficialismo nacional como el de algunas provincias están extremando
el trazado de una línea divisoria entre “periodistas amigos” y
“periodistas enemigos”.
Recordaron en ese sentido también a gobiernos como el de la provincia de
Salta, que aplica esas mismas prácticas excluyendo a periodistas que no
acreditan “obediencia oficialista”, o al de Río Negro, donde antes de
comenzar sus ruedas de prensa el gobernador señala a periodistas
“indeseables” a los que se advierte que no podrán efectuar preguntas.
De allí que los 180 periodistas nucleados en FOPEA decidieran convocar a
representantes de la Academia Nacional de Periodismo, la Asociación de Entidades
Periodísticas Argentinas (ADEPA), la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos
Aires (UTPBA), el Club Gente de Prensa, la Asociación de Periodistas de la Casa
Rosada y el Círculo de Periodistas Parlamentarios, entre otras entidades, para
analizar la posibilidad de realizar un boicot contra las conferencias de
prensa en las que no se permitan preguntas. A la vez, se consideró el
pedido a los jefes de redacción de los medios para que no llamen más
“conferencias de prensa” sino “actos políticos” a lo que, en realidad, son
monólogos de funcionarios como el del jefe de Gabinete, antes citado.
Tales las tempestades generadas por otra de las Gorgonas nacionales. En este
caso Romina Picolotti, una joven proveniente de la izquierda y de su trabajo
anterior en el que entrelazaba las luchas por los derechos humanos y el medio
ambiente y que, como muchos de sus congéneres, parece haber caído en las
tentaciones del aburguesamiento y las mieles del buen vivir. En este caso no a
través de jugosos subsidios otorgados por el presidente como en el caso de los
percibidos por Hebe de Bonafini y su irregular Universidad de las Madres de
Plaza de Mayo, sino mediante el uso y abuso de los recursos asignados al área y
a la función encomendada que acabó por deshonrar.
Con lo cual nuestro héroe, no el griego sino el también criollo, Néstor, se
ve en la encrucijada planteada por otra de las Gorgonas, no sólo por su
comportamiento sino además porque la defensa a rajatabla que de ella hizo el
jefe de Gabinete le trae aparejado ahora otro frente de tormenta como es una
virtual rebelión de periodistas, cansados de tantos desprecios y abusos, lo cual
no es poco.
Más dolores de cabeza sin pausa para él, precisamente por su falta de
decisión para cortar la de las Gorgonas que lo desequilibran, tanto como al
panorama electoral de su consorte y heredera.
La Gorgona Nilda
Queda por referirnos a la tercera de las Gorgonas, Nilda Garré. Se trata de
alguien que por otro de los caprichos presidenciales, como se mencionó
anteriormente, fue trasladada desde la embajada argentina en Venezuela –donde
supo hacer muy buenas migas con el presidente Hugo Chávez- nada menos que a la
titularidad del ministerio de Defensa. Con la muy probable intención, como
también se dijo, de irritar al sector militar, que se vio obligado no sólo a
hacerle la venia a una autoridad con faldas, sino a quien proviene del sector de
“jóvenes idealistas” –como gusta llamarlos el presidente- con quienes los
uniformados libraron las cruentas luchas de los años de plomo en la década de
1970 y comienzos de los ’80. El mismo sector, dicho sea de paso, del que
proviene su vocero, el periodista Jorge Bernetti, esposo de la Directora General
de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, Adriana Puiggrós, ex vocero del
gobernador Felipe Solá hasta que Nilda lo llamó a su lado y autor de un libro
titulado “El Peronismo de la Victoria”, donde según relata se exilió en
México para integrar la contraofensiva de la Organización Montoneros en 1980.
Esta otra Gorgona no ha sabido, en realidad, demostrar ninguna idoneidad
para ese cargo. Lo único que ha elaborado hasta ahora, más bien un trabajo de
sus asesores, ha sido un profundo cambio en los planes de estudio de los liceos
y colegios militares, lo cual le ha acarreado no pocas protestas de padres de
los alumnos.
Donde Nilda se ha destacado, y no precisamente por su habilidad sino todo lo
contrario, es en el manejo de la crisis de los radares del aeropuerto de Ezeiza
y del Aeroparque Metropolitano, donde como se recordará hubo algunos casos de
“cuasi-colisión” de aeronaves comerciales y, según denunció hace pocos días el
cineasta y ex piloto Enrique Piñeiro, recientemente estuvieron a punto de
colisionar sobre la ciudad de Buenos Aires otro avión comercial y nada menos que
el helicóptero presidencial. Al respecto, la Casa Rosada mantuvo un hermético
silencio acerca de si en ese momento el presidente Kirchner se encontraba a
bordo del helicóptero.
Después de varios meses de radares fuera de uso por mal estado y de
conflictos a los que se vieron arrastrados los controladores aéreos, la ministra
de Defensa sólo atinó a cambiar la autoridad de la Fuerza Aérea a cargo de esos
sistemas de control de vuelo por un civil, cuya idoneidad en la materia dejaría
mucho que desear. Otra afición de Nilda ésta de cambiar uniformados por civiles.
Poco tiempo atrás también le quitó a la Fuerza Aérea el tradicional manejo del
Servicio Meteorológico para ponerlo en manos de personal civil. Quizás por ello
ahora los pronósticos meteorológicos aparecen tan dispares en los noticieros
televisivos: un canal pasa un pronóstico, otro uno diferente y así
sucesivamente, cuando antes los mismos eran uniformes, más allá de si eran
acertados o no.
Respecto de los radares, la insólita dilación en reponerlos o efectuar el
correspondiente mantenimiento a los vetustos equipos que están operando -en
algunos casos desde 1970-, y a pesar de los peligros que esa dilación acarrea a
la seguridad de los vuelos comerciales, Nilda actuó con una irritante
parsimonia, y recién para principios de julio se estimaba la puesta en marcha de
un radar prestado por el gobierno español hasta que la Argentina adquiriera
equipos definitivos. Ello ocurriría, según el gobierno, recién para octubre o
noviembre próximos. En tanto, la mayoría de los vuelos comerciales continúan
librados a la buena suerte y a la ayuda de algún amuleto que los pasajeros
atinen a llevar encima.
Otra demostración de la incapacidad de esta Gorgona para el cargo que
desempeña se pudo observar cuando debió comparecer ante una reunión del
Congreso, donde después de varias convocatorias para que acuda a brindar
informes sobre el tema de los radares, de las que había logrado escabullirse,
finalmente se presentó. Sólo para mostrar la pobre imagen de una persona que
balbuceaba incoherencias, apuntalada mayormente por un equipo de asesores que
cargaba kilos de documentación, sin que en definitiva aclarara nada. De todas
maneras, la mayoría kirchnerista en el Congreso acudió una vez más,
piadosamente, para salvar a uno de los suyos, dio por terminada la sesión y esa
convocatoria para brindar información pasó sin pena ni gloria.
Es decir que tenemos aquí a la tercera Gorgona que sólo atrajo más
tribulaciones para el héroe de nuestra historia, Néstor, nuevamente aquí víctima
de su propia parálisis y falta de decisión para cortarle la cabeza a tiempo y
evitar las ya reiteradas jaquecas que se abaten sobre la suya.
Conclusión
En medio de esta historia con personajes mitológicos como las Gorgonas
reencarnados en modernos monstruos que trastornan actualmente la psiquis
presidencial, como lo son en estos momentos las funcionarias Felisa Miceli,
Romina Picolotti y Nilda Garré, se hace evidente que Néstor Kirchner se debate,
además de los casos de corrupción y de “mala praxis” de aquellas y los otros
temas candentes ya citados, en aguas demasiado agitadas.
El presidente se encuentra en estos días ante la encrucijada de cortar la
cabeza, como lo hizo según la leyenda Perseo, de al menos alguna de esas
Gorgonas, blandiendo la espada en defensa de su diosa, en este caso la flamante
candidata presidencial, por primera vez en la historia política argentina
impuesta y no elegida como ha sido habitual a través de internas o congresos
partidarios.
Al menos en un intento por allanarle a su esposa en algo el camino y
quitarle del mismo alguna de las piedras que lo hacen incómodo, como por ejemplo
heredar, además de las tantas dificultades mencionadas anteriormente,
funcionarios con vergonzosos papelones sobre sus espaldas.
La cabeza de Romina Picolotti seguirá al parecer por el momento en su sitio,
habida cuenta de la dura defensa que salió a hacer de ella el jefe de Gabinete,
Alberto Fernández, que es como decir la voz presidencial.
La de Nilda Garré también muy posiblemente continúe sobre los hombros de su
portadora, ya que Kirchner no tendría a mano, al menos por el momento, otro
candidato potable para reemplazarla.
Quizás el presidente esté evaluando probar el filo de su espada sobre el
cuello de Felisa Miceli, si bien, por más que se trate de una salida ya sea
drástica o elegante la que pretenda darle a su delegada personal en el Palacio
de Hacienda, ello podría resultar un arma de doble filo. La gran duda es si le
deja a Felisa en herencia a Cristina, con la posibilidad de que la ministra deba
acarrear con causas judiciales y pedidos de informes por parte de la oposición,
o la quita de en medio en momentos en que se incentiva la campaña “Cristina
presidenta”, afectándose de ambas maneras la imagen del apellido
presidencial.
Lo cierto es que no son pocos los monstruos que sobrevuelan sobre Néstor
Kirchner y su consorte. Tal vez el hombre que vino del frío quisiera en estos
momentos, siempre al estilo de otros personajes mitológicos, consultar al
Oráculo para que le indique el camino a seguir. O quizás a la Esfinge.
Aunque esta última es mucho más peligrosa, ya que a cambio de sus consejos y
antes de seguir su camino, el interesado debía resolver un acertijo que aquella
le proponía, y si no lo hacía, como solía ocurrir, aquella lo devoraba.
Y el presidente, en estos momentos, parece estar a punto de ser devorado, si
no por la Esfinge, sí por las propias dudas en que se está debatiendo.
Carlos Machado