“Dato mata relato”. Es un giro muy argentino y que, queda claro, se aplica a la política que nos quiere vender que somos los campeones de la cuarentena, los héroes de la vacunación, los paladines de los derechos humanos, los genios del bienestar social, que los chicos en la escuela agravan la pandemia y que las exportaciones de carne son malas para los argentinos y tantos otros “relatos” incomprobables.
Es injusto que “relato” sea casi un insulto, porque no es otra cosa que una disciplina del marketing moderno y no sólo de la comunicación política: relato es la forma de contar una historia, de hacerla más atractiva, convincente, presentarla desde sus mejores costados. Relato no es un sustituto de la verdad. Es “la mejor verdad” y la mejor forma de instalar un concepto que puede ser complejo y difícil de explicar.
Pero el hecho de que el kirchnerismo tenga tanta gimnasia en construir relatos muchas veces alejados sideralmente de la realidad no significa que la oposición no lo precise ni que jamás lo hubiese tenido.
Un ejemplo de relato de la que hoy es oposición es cómo fue construyendo Mauricio Macri su camino a la presidencia a la que llegó en 2015: “es un empresario, te podrá caer mal, pero de gestión y economía, la tiene clara”. Más o menos ese fue el “relato” oculto que llevó al poder a Macri, basándose en su éxito como presidente de Boca Juniors, primero, y después como jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
En 2015, el electorado entendió que un empresario, como Macri, era necesario para corregir los desbarajustes económicos que estaba dejando el kirchnerismo después de tres mandatos. El problema es que ese relato se agotó con el fracaso económico del mandato de Mauricio Macri. Ahora, estamos a tres meses de una nueva elección, y a la que hoy es oposición de Juntos por el Cambio le falta un nuevo relato.
Los medios describen que la oposición “se está matando” y que no tienen la más mínima coordinación ni se toman el tiempo para elaborar un relato más allá de quiénes serían los candidatos en las próximas elecciones y en 2023.
Por más que sean elecciones legislativas las que tocan ahora, y, aunque pierda, el gobierno seguirá dos años más, tendría la oposición que pensar que el relato tiene que construirse mucho antes. A Macri, su “relato” le permitió ir escalando posiciones aun en elecciones legislativas, como en las que votaremos en septiembre y noviembre.
El problema de ese relato es que no se puede simplemente refrescar aquel que decía que “Macri es empresario, y el problema económico lo va a resolver de taquito”. Porque Macri incumplió ese relato. El nuevo relato tiene que ser creíble. Ya no se sostendría más el “porque venimos del empresariado sabemos qué hay que hacer”. Tampoco el “ahora sí sabemos” sin dar pistas ni aceptar debatir públicamente aciertos y errores de su propia experiencia de gobierno.
¿Por qué es tan urgente la necesidad de que la oposición encuentre un nuevo relato?: es que con más de 84.000 muertos por COVID, en la peor pandemia en un siglo, todas las encuestas están mostrando que el problema económico sigue siendo la principal preocupación de los argentinos -y por lejos.
Es una anomalía a nivel mundial. También es una anomalía que, sin importar su cercanía política, todos los encuestadores están mostrando a una opinión pública ultra pesimista: menos del 20 por ciento de los argentinos cree que la economía del país mejorará en el mediano plazo. La mayoría cree que estaremos peor, el resto, igual. Igual de mal.
Esta triste realidad está pidiendo a gritos a la oposición que fue gobierno hasta hace un año y medio que desarrolle un relato alrededor de la pregunta clave: qué aprendió del fracaso de la gestión de Cambiemos entre 2015 y 2019.
Mauricio Macri tuvo una oportunidad de oro para hacerlo cuando, a principios de año, lanzó su libro, Primer Tiempo. Pero en sus 304 páginas, no dedicó espacio a imaginar cómo sería un eventual “Segundo Tiempo” en lo económico y político para no volver a fracasar.
Matar al padre
En realidad, buena parte del pesimismo de los argentinos que reflejan las encuestas tiene que ver con la falta de un nuevo relato económico por parte de la oposición. Los votantes piensan: el presente es negro, ya sea por la pandemia o por los errores del gobierno. Pero a diferencia de los que votaron en 2015 y 2017, hoy el electorado no ve alternativa para el mediano plazo.
Para que esa alternativa opositora pueda ser creíble estando demasiado fresco su fracaso, precisa ese relato que explique qué aprendió de sus propios errores.
Como el propio Macri decidió no prestarle a la oposición el servicio de explicar él mismo qué haría distinto para no fracasar si los votantes le dieran una nueva oportunidad, no quedaría otro remedio que desarrollar un relato que, indefectiblemente, tendría que “matar al padre”. Ese parricidio del expresidente llevaría a que sus compañeros de partido y coalición le expliquen a la sociedad qué harían diferente de lo que hizo Macri. Tendrían que descalificarlo.
Y es evidente que ninguno de los compañeros del PRO de Macri, el partido que él fundó y hoy dirige Patricia Bullrich y tiene como máximo exponente al jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, se animó a hacerlo. Tampoco se atrevió ninguno de sus socios del radicalismo o la Coalición Cívica de Elisa Carrió. Están todos demasiado enfrascados en sus internas que se olvidan que, antes que dirimir nombres, tienen que volver a generar la mística y la esperanza que los llevó al poder con un relato. Bullrich esbozó el año pasado un principio de autocrítica, pero todo quedó en un zoom en Facebook con el líder radical Ernesto Sanz.
Halcones y Palomas de la oposición tendrían que deponer por un rato sus peleas y picoteos para ponerse de acuerdo en una sola cosa: gane quien gane las candidaturas en las primarias previstas para septiembre, todos los opositores precisan un nuevo relato que sea creíble para el electorado, aunque tengan que “matar al padre”, como en la leyenda de Edipo de Tebas, que mató a su padre y se terminó casando con su madre.