Lo cuenta Roberto García en Diario Perfil, y habrá que creerle, porque siempre tiene buena información: Aníbal Fernández estuvo en la Casa Rosada, lo invitaron a comer un pescadito de dieta hace 48 horas y empezó el renovado trazo de especulaciones sobre una eventual incorporación al equipo de ministros.
“Parece que Alberto Fernández se había tentado -siempre para trasladar la culpa a otros y no reconocer errores propios- con una reciente frase futbolística que entregara el hoy interventor en Río Turbio: ‘Alguien en el Gabinete tiene que pedir la pelota’”, según García.
García advierte que las versiones sobre el ascenso a un cargo superior, más protagónico, idea que el propio Aníbal se encargó durante mucho tiempo de reclamar (y de la que, descarnado, ya había desistido), se disipo con un dato: “El convite al almuerzo hace 48 horas fue un agradecimiento presidencial y personal, un atento gesto. Raro entre los ocupantes de la Casa Rosada que siempre han considerado los favores recibidos como una obligación de los ciudadanos, más raro en un mandatario poco afecto a esas gratitudes”.
Según Perfil, Alberto intermediaba el almuerzo con la recompensa de su mujer Fabiola: “Según un allegado de la casa, fueron decisivas las sugerencias jurídicas que Aníbal le había acercado al jefe de Estado cuando se plantearon denuncias sobre el presunto plagio que la dama había utilizado para aprobar una materia en su carrera. Una cuestión casi doméstica que la investidura agigantó y que la sapiencia del profesor de Derecho no había iluminado con la certeza que sí lo hizo Aníbal para el juicio”.
Por lo visto, el otrora jefe de Gabinete volverá al mismo sitio que supo ocupar. El tiempo dirá, claro.