Manuel Belgrano fue noticia hace un par de años. Esta vez, manos anónimas robaron el reloj del prócer que estaba en el Museo Histórico Nacional. No es mi intención detenerme en tan aberrante delito. También, tiempo atrás, hubo otro delito contra el bachiller en leyes y abogado perpetrado por dos ministros.
Asimismo, aprovecho la oportunidad para mostrar cómo los medios de comunicación -no importa la época- actúan con subjetividad.
Los valores noticia
Es muy difícil que los estudiantes de periodismo comprendan que no existe ni la libertad de prensa ni la objetividad periodística.
Algunos investigadores de las ciencias de la comunicación, específicamente, centraron sus trabajos sobre el emisor del mensaje. Grosso modo, demostraron que los llamados valores noticia o valores periodísticos (qué criterios se toman en cuenta para que un acontecimiento se convierta en noticia) varían de acuerdo a ciertos “filtros” que evitan que algunas informaciones o aspectos de ellas salgan a la luz. Alguna vez desarrollaré aspectos nucleares del periodismo, como son los "GATEKEEPERS " Y “NEWMASTING”, que muchas institutos terciarios y universidades que dictan carreras de comunicación social y periodismo parecen olvidar.
Como se dice en forma popular: para muestra basta un botón. En este caso, un reloj o ...unos dientes.
El general sin reloj por segunda vez
El sábado 30 de junio de 2007, robaron del Museo Histórico Nacional -ubicado en Parque Lezama, en el barrio porteño de San Telmo- el reloj de Manuel Belgrano.
Es interesante recordar que el prócer -muy enfermo- deja el mando del Ejército del Norte y desde Tucumán debe pedir dinero prestado a un amigo para regresar a Buenos Aires: "Muero tan pobre que no tengo con qué pagarle el dinero que usted me prestó, pero no lo perderá. El gobierno me debe algunos miles de pesos de mis sueldos, y luego de que el país se tranquilice se los pagarán a mi albacea, quien queda encargado de satisfacer la demanda", le dice a su amigo José Balbín poco antes de morir. El gobierno le adeuda 18 meses de sueldo.
En Buenos Aires, en su lecho de muerte, no tiene dinero para pagar los servicios de su médico José Redhead. Entonces, decide darle al catedrático un reloj de oro que le había regalado el rey Jorge III de Inglaterra.
Es 20 de junio de 1820, el país ignora el destino del creador de la bandera porque se debate en una guerra intestina.
Llega su hora final. El general morenista muere de hidropesía, a los 50 años, en el llamado día de los tres gobernadores. Es tal su pobreza que la lápida de su tumba es realizada con el mármol de una cómoda de su hermano Miguel.
La noticia del robo del reloj de Belgrano, que estaba en una vitrina del Museo Histórico Nacional , es “levantada” por los medios de comunicación social locales y por algunos del exterior, como el diario “El País”, de Madrid.
Sin embargo, el triunfador de la Batalla de Tucumán sufre otro robo, menos difundido, el día que se exhuman sus restos.
La operación se practica el 4 de septiembre de 1902. Los restos son trasladados desde la sepultura primaria, en el atrio del convento de Santo Domingo, a una urna que se colocará dentro del mausoleo.
La comitiva es designada por el entonces presidente Julio Argentino Roca. Están presentes, entre otros, el prior del convento de Santo Domingo, fray Modesto Becco; el Ministro de Guerra, coronel Pablo Riccheri; el del Interior, Joaquín V. González. También, algunos descendientes del héroe: Carlos Vega Belgrano y el subteniente Manuel Belgrano, etc.
Enrique Garrido, escribano mayor de gobierno, da legalidad al acto.
Las maniobras de exhumación son un tanto escandalosas y tres publicaciones las registran de diversa manera. Veamos la “objetividad periodística” de la época...
LA NACIÓN del 5 de septiembre de 1902
“Se verificó ayer a las dos de la tarde la exhumación de los restos del general Belgrano que, como se sabe, estaban sepultados en el atrio de la iglesia de Santo Domingo y deben depositarse en el mausoleo cuya inauguración se efectuará el mes próximo. El presidente de la comisión, Souto, y los ministros del Interior y de Guerra, Joaquín V. González y el coronel Pablo Riccheri, junto a los médicos Marcial Quiroga y Carlos Malbrán presidieron el acto en que se levantó la losa del suelo. La vieja losa colocada por Cazón. El escultor Ettore Ximenez removió los escombros con cuidado pero debajo de la lápida no había ningún ataúd en la bóveda. Gran alarma del ministro de guerra que hizo retirar a todos los curiosos creyendo que se trataba de sabotaje. El servicio de seguridad alejó al público y el escultor siguió removiendo hasta que encontró debajo de la bóveda los despojos de Belgrano: a partir de ese momento actuó cada vez con más cuidado ‘para no perder el más pequeño fragmento de los restos’. No había vestigios del ataúd sino algunos clavos y tachuelas. Los huesos estaban dispersos y destruidos por la acción del tiempo. A medida que se extraían se depositaban en una bandeja de plata que sostenía uno de los monjes del convento. Las tibias se descubrieron en la tierra colocados casi paralelamente, pero al sacarlas, quedaron reducidas a pequeños fragmentos, lo que obligó a echar en un cajón toda la tierra de la fosa para sacar de ella después todo lo que quedaba de los restos de Belgrano. Se han encontrado en relativo buen estado algunos dientes”.
LA PRENSA del 5 de septiembre de 1902
“En el sepulcro del General Belgrano. Exhumación de sus restos. Un acta defectuosa. (Repartición de dientes entre los ministros) (...) "Llama la atención que el escribano del Gobierno de la Nación no haya precisado en este documento los huesos que fueron encontrados en el sepulcro; pero no es esta la mayor irregularidad que es permitido observar en este acto, que ha debido ser hecho con la mayor solemnidad, para honrar al héroe más puro e indiscutible de la época de nuestra emancipación, y también es necesario decirlo, para honrar nuestro estado actual de cultura. Entre los restos del glorioso Belgrano que no habían sido transformados en polvo por la acción de] tiempo, se encontraron varios dientes en buen estado de conservación, y admírese el público ¡esos despojos sagrados se los repartieron buena, criollamente, el Ministro del Interior y el Ministro de la Guerra! Ese despojo hecho por los dos funcionarios nacionales que nombramos, debe ser reparado inmediatamente, porque esos restos forman una herencia que debe vigilar severamente la gratitud nacional; no son del gobierno sino del pueblo entero de la República, y ningún funcionario, por más elevado o irresponsable que se crea, puede profanarla. Que devuelvan esos dientes al patriota que menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la Nación, y que el escribano labre un acta con el detalle que todos deseamos y que debe tener todo documento histórico.. ."
Hasta el lector menos atento debería notar las diferencias que desarrollan ambas publicaciones en el tratamiento de un mismo hecho.
Un día después, “La Prensa” publica dos cartas del padre Modesto Becco, prior de la orden dominicana.
La primera expresa: “El Exmo. Señor Ministro del Interior Dr. Joaquín V. González, que llevó un diente del general Belgrano para mostrárselo a varios amigos, acaba de remitirme esa preciosa reliquia del glorioso prócer de la patria, la cual está en mi poder y bajo la custodia de esta comunidad como el demás resto de sus cenizas”.
En la segunda, se exculpa al otro ministro: “El Exmo. Señor Ministro de la Guerra depositó en mis manos el diente del general Belgrano que llevara para presentarlo al señor general D. Bartolomé Mitre”.
Asimismo, la publicación invita a los lectores a visitar la editorial con el fin de constatar la veracidad de ambas misivas y agrega: “las explicaciones son de infinita ingenuidad, pero nos llama la atención especialmente la del Ministro de la Guerra. Este funcionario declaró ayer en su despacho, ante varias personas, que había retirado el diente del general Belgrano, con el objeto de consultar al general Mitre sobre la conveniencia en engarzarlo en oro, para colocarlo luego con los demás restos en la urna del monumento”.
Dos sonrisas
No quiero omitir dos medios que se ocuparon con ironía de la “sustracción” de los dientes del héroe.
“Caras y Caretas”, del 13 de septiembre de 1902, caricaturiza la situación a través de una imagen en que se muestra a Belgrano saliendo de su tumba y señalando con el índice a los ministros cuestionados, mientras se queja: “¡Hasta los dientes me llevan! ¿No tendrán bastante con los propios para comer del presupuesto?”.
Mientras que hoy, el sitio web “La página de Tucumán”, expone sobre el robo del reloj y lo parangona con el ultraje a los dientes del patriota. Lo que resta seriedad a la información es la publicidad (banner) que aparece al final: una empresa de odontología patrocina la página...
La historia sigue viva
Jimena Saenz, en la revista “Todo es historia”, comenta la exhumación y critica solapadamente la actitud de “La Nación” que mutila la noticia para evitar la confrontación de la opinión pública contra Bartolomé Mitre. Por su lado, la periodista remata en su informe: “La inteligente acción de los diarios, la severa actitud de 'La Prensa’ apoyada por ‘Caras y Caretas’, ayudaba a formar el concepto de patriotismo histórico del que se carecía aún en las esferas oficiales, en los primeros años del siglo”.
Por otro lado, es lógico que una empresa como “La Nación” no embista contra su fundador, por más que Mitre sentenció en el número 1, del año 1 de edición, que la publicación “será una tribuna de doctrina”. Es tan pero tan racional como que los empleados-periodistas del “Grupo Clarín” no realicen investigaciones sobre el origen de Marcela y Felipe Noble, hijos adoptivos de Ernestina Laura Herrera de Noble.
Sin embargo, en la cola del editorial de “La Nación” del 5 de julio pasado, bajo el título: “Más que un robo, una afrenta” el director manifiesta: “Sin embargo, jamás, ni siquiera en el último suspiro, dejó de tener presente a esa Patria que, en aquel entonces, había sido tan ingrata con él y que hoy, con un hecho delictivo como el robo del reloj, tampoco parece venerar su memoria”.
Y ya que hablamos de memoria, no está de más recordar que el mismo diario, en 1902, se “comió” parte de la información del robo de los dientes de Belgrano.
Néstor Genta
Fuentes consultadas:
-Piñeiro Armando Alonso. Dramas y esplendores de la Historia Argentina. Tomo I. Librería Editorial Platero SRL. Buenos Aires. 1975.
-Saenz Jimena. La exhumación de los restos de Belgrano. Todo es historia. Nro. 38. 1970..
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