Arrasan con todo. Arrasan con nuestra bandera, arrasan con nuestro himno, arrasan con nuestros derechos humanos, con nuestras libertades, con los valores republicanos y con el federalismo inscriptos en nuestra constitución nacional. Pero no termina ahí, también arrasan con nuestros próceres y con nuestras tradiciones, como sucedió ahora con General Martín Miguel de Güemes.
Todos estos aspectos conforman nuestra patria. ¿Sabés que quiere decir patria? Patria quiere decir el lugar de nuestros antepasados, o sea, el lugar de nuestros padres y abuelos. La patria es parte de nuestra forma de ser, una forma de sentir orgullo por los logros de nuestros compatriotas, algo parecido a lo que sentiríamos por el éxito de un hermano. La patria es una gran familia, la familia argentina. La patria también es tomar como modelo a nuestros próceres, quienes resignaron todo por dejarnos una tierra libre, la patria es honrar a quienes crearon y nos heredaron nuestra Argentina.
Pero lamentablemente, en todas las familias siempre hay alguna oveja negra que genera peleas y desencuentros, un familiar que rompe la armonía, que destroza la sana convivencia que se basa en el respeto por las diferencias, y el apoyo y la empatía que fluye al tener la misma sangre corriendo por las venas.
La Argentina es una gran familia; y quienes nos sentimos orgullosos de pertenecer a ella, sentimos correr por nuestras venas la sangre de nuestra historia, de nuestros próceres, de nuestra cultura, de los sueños de nuestros padres y abuelos, del esfuerzo de esas manos curtidas de trabajo que mezclaron su sudor con esta tierra buscando construir un hogar, soñando con un país mejor, apostando a un futuro próspero y respetuoso.
Hoy nuestros gobernantes son aquellos familiares perturbadores que no tienen consideración por aquellos compatriotas que piensan distinto, subiéndolos a listas negras. Son aquellos que destrozan nuestros símbolos patrios, al cambiarle la letra al himno nacional o al arriar nuestra bandera para izar otra. Son aquellos que despedazan las tradiciones patrias, al prohibir a los gauchos homenajear a Güemes y en su lugar llenan el monumento de militantes del Movimiento Evita, de Barrios de Pie y de la Corriente Clasista y Combativa.
En aquel entonces, el jefe del ejército realista, Pedro Olañeta, intentó sobornar a Güemes ofreciéndole dinero a lo que Don Martín respondió: “No quiero favores con perjuicio para mi país: éste ha de ser libre a pesar del mundo entero… Que vengan esos regimientos y vengan también cuantos monstruos abortó la España con su Rey Fernando a la cabeza. A nada temo porque he jurado defender la Independencia de América y sellarla con mi sangre”. Que lejos estamos como argentinos de honrar semejante prócer…
Estoy seguro que, en aquella noche del homenaje, Güemes no le dio la espalda a esta caterva de gobernantes y militantes corruptos, traidores e impresentables, por miedo a que le robasen la placa conmemorativa o de que lo apuñalasen cobardemente por la espalda.
Estoy seguro que Güemes extrañó estar rodeado de sus gauchos, estoy seguro que llora desconsolado todos los días al ver tanta miseria entre los que nos gobiernan y estoy seguro que la tristeza y la bronca le inundan el corazón al ver tanta indiferencia, tanta cobardía y tanta sumisión entre los argentinos.
En aquella carta que nombre Don Martín agregó: “Todos estamos dispuestos a morir primero que sufrir por segunda vez una dominación odiosa, tiránica y execrable. Adopte usted la guerra que más le acomode para nuestra destrucción, pero tema, y mucho, la mía”.
Hagamos nuestras las palabras de Güemes y que los gobernantes corruptos y los delincuentes teman, y mucho, nuestra ira y resistencia; que teman, y mucho, la naciente fiereza de la Rebelión de los mansos.
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