Estamos mirando un poco azorados, otro poco con una sonrisa, toda una comidilla que se da alrededor de las visitas a la residencia presidencial de distinto tipo de amistades, ligadas en general a la Primera Dama Fabiola Yáñez. Esto es algo significativo desde el punto de vista de la pandemia, donde el Presidente “rigoreaba” a la sociedad diciendo que iba a ser severísimo si encontraba a alguno no cumpliendo la normativa. Él lo hacía porque nos cuidaba a todos, pero no se cuidaba a sí mismo ni tampoco a su entorno porque en la Quinta de Olivos transcurría la vida normalmente.
Esta es una dimensión que se complica más cuando vemos que algunas personas que entraban a Olivos por ser amigas de la Primera Dama terminaban siendo contratadas por el Estado. Ahí ya aparece otra coordenada de este cuadro, que es: “Con plata nuestra se le soluciona la vida a gente que tiene la dicha de ser amiga de la pareja presidencial”.
Hasta acá todo el escándalo que se ha montado con las visitas a Olivos. Pero hay otra pregunta para hacerse: por ejemplo, una de las personas que estaba en esas tertulias, o en esas reuniones nocturnas, se llama Chie Chan Hong. Es un empresario, y aunque no sé si sigue perdurando esa relación, en su momento fue novio de Sofía Pacchi, que es la modelo amiga de Fabiola Yáñez que dio lugar a todo este episodio. Un señor que se dedica al negocio de la ciberseguridad, que vende kits electrónicos cibernéticos, es decir programas de computación. Y que además vende, o está metido en el negocio, de la seguridad con venta de cámaras y equipos de seguridad de lugares públicos.
Él viene teniendo negocios con el Estado desde la época de Macri, aunque incrementó notoriamente sus negocios con el Estado bajo este gobierno y aparentemente en el Ministerio de Defensa, donde tiene contratos multimillonarios en la gestión de Agustín Rossi y que ahora son puestos bajo la lupa.
¿Adónde estoy apuntando? Es alguien que está ligado al negocio de la seguridad, de la inteligencia. Porque todo lo que tiene que ver con ciberseguridad tiene que ver con control ambiental con monitoreos de inteligencia. La pregunta es, y es una pregunta dirigida a dos personas: al jefe de la Casa Militar, coronel Alejandro Guglielmi, y a Cristina Caamaño, jefa de la AFI. ¿Alguien investigó o chequeó este tipo de visitas en el entorno del Presidente a la residencia de Olivos? ¿Alguien está cuidando la seguridad del Presidente a nivel de su información o de lo que transcurre en su entorno?
Estamos hablando de un lugar que debería ser muy custodiado. Nadie entra a la Casa Blanca sin un chequeo previo. Nadie se saca una foto con Biden, Macron o algún presidente en sistemas medianamente serios si no hay un control previo. Porque no son fotos sacadas en un acto callejero, en una campaña electoral. No, es gente que accede a la intimidad del poder en determinadas horas donde además se relajan los controles de las conversaciones. Si uno quisiera espiarlo a Alberto Fernández buscaría a la amiga de su esposa y al novio, que se dedica a temas de seguridad de la amiga de su esposa. ¿Estará pasando eso?
Olivos parece un colador, y Alberto Fernández cree que vive como un ciudadano normal. Todavía no se enteró, en muchos aspectos de su vida, de que es un Presidente de un Estado.