Se entiende perfectamente que el “Olivos gate” haya caído tan mal en Gobierno. Justo cuando la campaña electoral toma impulso, y la Rosada ha dispuesto lanzar una montaña de dinero, cuestión de recuperar el terreno perdido en pandemia; justo cuando la mala imagen que alcanzaba niveles alarmantes, según algunas encuestas habría comenzado a revertirse; y cuando las segundas dosis -talón de Aquiles de la campaña de vacunación- avanzan de manera acelerada. En este marco es que estalló el escándalo menos esperado.
Un “cisne negro”, dirían algunos expertos en campañas. “No será así”, confiaban el viernes en la Rosada quienes sostienen que, dentro de todo, mejor que esto haya estallado cuando aún falta un mes para ir a votar y ni siquiera hay clima de elección.
El consultor Carlos Fara tiene la sensación de que esto no le va a restar votos al gobierno. “Obviamente le impedirá obtener votos moderados o independientes, desde ya, pero del núcleo duro no va a perder nada, a priori -expresó a este medio-. Vamos a ver cómo sale esta cuestión, sobre todo teniendo en cuenta que esto va a tener una reverberancia varios días, pero también, como pasó con el vacunatorio VIP, no es que la gente no se indigne, sino que mucho público da por descontado que estas cosas pasan, entonces la indignación se relativiza”.
Y agregó: “Lo que la gente decía con el vacunatorio VIP era que lo sorprendente es que alguien se sorprenda de que esto pase en la Argentina, porque estas cosas siempre pasan”.
Más allá de la consecuencia que vaya a tener en materia electoral, el escándalo impactó en lo más alto del poder, donde el viernes los pases de factura estaban a la orden del día. Curiosamente se cuestionaban haber accedido al pedido de acceso a la información hecho por Poder Ciudadano, que reveló el detalle de visitas a la residencia presidencial durante el primer año de la pandemia. Sugerían que “deberíamos haber hecho como Macri, que no entregó el listado”. La realidad es que cuando Poder Ciudadano hizo por primera vez esa solicitud a la anterior administración, entregaron la nómina de ingresos a Olivos del gobierno de Cristina Kirchner y los primeros seis meses de Mauricio Macri. Cuando más adelante esa entidad reiteró el pedido, el gobierno de Cambiemos ya no respondió, y eso lo suministró la gestión actual, con los datos propios que generaron este terremoto político.
También se preguntan en el gobierno quién filtró la foto de la polémica. Erróneamente circuló el jueves por la noche que había sido Chien Chia Hong. No es así: en esa velada no estuvo la pareja de Sofía Pacchi, amiga de Fabiola Yañez, quien sí asistió en cambio al cumpleaños del presidente Alberto Fernández, el 2 de abril. Según consta en los registros, el empresario de origen taiwanés que ha hecho negocios con el Estado argentino se retiró esa vez alrededor de las 3 de la madrugada. ¿Aparecerá alguna foto de ese festejo realizado a 14 días de decretada la cuarentena estricta?
Ciertamente hay temores respecto de la aparición de otras fotos, por eso la necesidad de que el Presidente formulara un descargo el viernes. No hay que ser muy imaginativo para entender que las reuniones fuera de protocolo eran comunes en Olivos. Botón de prueba es el asado con Hugo Moyano y señora, del que se supo por la foto sin barbijo ni distancia social que se conoció luego. Esa vez fue el propio camionero el que la difundió, como mensaje directo a la CGT.
Circuló todo tipo de versiones respecto del descargo que haría Fernández, y hasta llegó a barajarse la posibilidad de que se autodenunciara. Sobre todo a partir de un tuit del abogado Gregorio Dalbón, en el que anticipó “una sorpresa”, aunque poco después lo borró.
Las disculpas presidenciales no convencieron ni siquiera a los propios. Si hasta el ministro del Interior Wado de Pedro debió arengar a los presentes en el acto celebrado en Olavarría para que aplaudieran. Con ese aplauso que sonó condescendiente, el Presidente trató de autoconvencerse de que había logrado sortear el maltrago. No le resultará tan sencillo. No sonó para nada “sororo” que responsabilizara a la primera dama, por haber convocado a “una reunión con sus amigos”. Ya más temprano habían hecho bastante ruido los argumentos del habitualmente hábil declarante Aníbal Fernández, que se preguntó si el Presidente debía “cagar a palos” a su mujer por haber cometido semejante error. Sonó igual de mal que el Presidente terminara culpando a Fabiola Yañez. “Me doy cuenta que no debió haberse hecho. Y lamento que haya ocurrido. Claramente me arrepiento”, dijo Fernández buscando dar vuelta la página.
En su descargo, Alberto F. lejos estuvo de sonar sincero. Habló de “un brindis”, cuando claramente se veía en la foto que no había solo copas en la larga mesa del quincho de Olivos. Y para brindis, suena demasiado extenso si se tiene en cuenta que los comensales se retiraron cerca de las 2. “Todos lo supieron porque nosotros lo contamos. Porque no ocultamos nada”, dijo AF, cuando es evidente que solo confirmaron la información cuando ya no era posible ocultarla, ante la aparición de una segunda foto del evento.
Así las cosas, el problema serio para Fernández no es la foto, sino el serio deterioro de la credibilidad de la palabra presidencial. No es nuevo, si se contempla que ha debido reinterpretar casi una década de críticas suyas contra Cristina Kirchner.
Precisamente la vicepresidenta está bastante molesta con este episodio, según dejaron trascender allegados. También debe haberla fastidiado que el impacto político de la foto de Olivos haya sido de tal magnitud que dejara en un segundo plano su discurso del jueves en Lomas de Zamora. Sin pelos en la lengua, no anduvo allí con vueltas cuando tildó de “ingenuo” a su compañero de fórmula, ni sobre todo cuando celebró un mensaje de La Cámpora que dejó seriamente expuestas las diferencias notorias en el Frente de Todos.
Sucede que al celebrarse el segundo aniversario del triunfo de la fórmula de los Fernández en las PASO, el PJ publicó en su cuenta de Twitter una imagen de los festejos en los que el protagonista principal de la foto era Alberto Fernández. “Che, se olvidaron de alguien”, tuiteó la agrupación cristinista. Más allá de que Cristina no aparecía en esa foto porque había votado en Santa Cruz y allí se quedó toda la jornada, la vicepresidenta elogió el jueves a la agrupación referenciada en su hijo Máximo por ese mensaje. “Muy bien La Cámpora, eh. Es buena la memoria, siempre es buena la memoria. Si uno no tiene memoria, corre el riesgo de volverse a equivocar”, observó la expresidenta, ya metida de lleno en una campaña que la tendrá como protagonista principal.
Cristina Fernández de Kirchner es la líder de un frente de lo más heterogéneo, en el que todos los espacios están loteados. Se tomó su tiempo el Presidente para resolver cómo cubrir los lugares vacíos por los ministros a los que decidió apartar por ser candidatos. Ya se sabía que Juan Zabaleta iría a Desarrollo Social, pero sorprendió la designación de Jorge Taiana en Defensa. Se respetó el reparto original y en lugar de Agustín Rossi asumió un senador que también responde a la exmandataria. Los enroques terminaron beneficiando al sector que más crecimiento viene experimentando en el Frente de Todos, La Cámpora, pues el alejamiento de Zabaleta para ir al Gabinete terminó dejándole servida en bandeja a esa agrupación una intendencia importante como es Hurlingham. Toda una paradoja cuando inicialmente ese intendente se le había plantado a La Cámpora presentando una lista con él de candidato.
En este contexto la oposición inició una embestida contra el Presidente que hasta justificó el inefable Víctor Hugo Morales. Inicia un trámite de juicio político contra el Presidente que no tiene chances de prosperar, pues necesitaría los dos tercios en ambas cámaras. Ya aclararon desde Juntos por el Cambio que lo tenían claro aun antes de presentar el pedido. Les alcanzará con lograr al menos que el trámite pueda iniciarse en la Comisión de Juicio Político, lo cual tendría al menos gran repercusión.
Pero más allá de eso, hay otra jugada que podría tener un mejor destino: la creación de una comisión investigadora de las visitas a Olivos. Para eso no hacen falta los dos tercios, se vota por mayoría simple. Esto es, con toda la oposición unida alcanzaría. Y a Juntos por el Cambio, en tiempo electoral, le será suficiente poner a prueba la postura de los otros espacios opositores en un tema de tal importancia.