Acaban de realizarse en Alemania las Bundestagswahlen, las Elecciones Federales, que dieron como ganador al candidato del Partido Socialdemócrata Olaf Scholz, que pudo ganar con una mínima ventaja obteniendo el 25.7% de los votos contra el 24.1% de su contrincante, Arnim Laschet del partido CDU/CSU de la actual canciller Angela Merkel.

No hubo por lo tanto un ganador nato, y el futuro político del país dependerá mucho de las coaliciones que se formen en las próximas semanas, quizás meses. Estas elecciones, que han sido de enorme importancia no sólo para el país sino para Europa y seguramente para la estabilidad política mundial, han reflejado el enorme vacío que ha dejado la excanciller Merkel luego de su férreo y controversial mandato de 16 años.

La incertidumbre política en el país y en Europa es grande. Merkel, como muchos líderes carismáticos del mundo, no se preocupó, ni quiso, construir, preparar a un sucesor con la consecuencia que deja a su partido, la CDU-CSU, dividido, en ruinas y con una votación de las peores de su historia apoyando solamente a último momento a un candidato aparentemente débil, sin que éste tuviera tiempo suficiente para construir una sólida base electoral.

Esta es la realidad con que contó el candidato de su partido Arnim Laschet, el elegido tibiamente y a último momento por la Merkel que siempre temió que un sucesor pudiera hacerle sombra en su trayectoria política.

Angela Merkel se retira de la política con un alto índice de popularidad, de aproximadamente un 60%, pero ésta descendió muchas veces por medidas muy cuestionadas dentro y fuera de su país. Por ejemplo por haber manejado la pandemia en forma errática; a eso se ha sumado su tremendo desacierto de haber abierto las fronteras de Europa a millones de refugiados, especialmente de origen musulmán, sin haber consultado de esta trascendental medida a los otros líderes europeos que están sufriendo, hasta hoy en día, las consecuencias de esta decisión trayéndoles crisis sociales, económicas a largo plazo.

En Italia, el país que mas sufre de esta errada política, su nombre es casi una mala palabra. Varios líderes europeos están convencidos que lo hizo para aumentar su popularidad en el mundo que en esa época estaba declinando. Otro hecho en su contra que molesta aún dentro de su partido es su relación especial con el dictador ruso Putin y sus frecuentes visitas, incluso a su dacha en Sochi.

Putin la recibía generalmente con un ramo de flores y ella siempre con una amplia sonrisa. No olvidemos que Merkel habla ruso perfectamente, que se crió, vivió y estudió en la Alemania comunista, la RDA, y nunca ni ella ni sus padres tuvieron mayores enfrentamientos con el régimen comunista.

A todo esto se agrega la dependencia energética que llevó a Alemania de Rusia con la construcción de dos gasoductos , Nord Stream 1 y 2, en contra de la opinión de varios países europeos que advertían de esta peligrosa dependencia. Y no olvidemos que pocos años atrás Angela Merkel decidió eliminar la energía nuclear de punta con que contaba Alemania para satisfacer así al ala de la extrema izquierda del Partido de los Verdes y afianzarse así en el poder. Todos estos elementos muestran sombras en su trayectoria política como canciller, y la falta de una visión a largo plazo de su política exterior.

Allegados a ella mencionan a menudo la clave de su éxito, al llamado “Método Merkel“, que consiste en una mezcla de voluntad férrea, de pragmatismo, capacidad analítica y una gran dosis de oportunismo, que hace que cambie drásticamente de discurso cuando ve que su poder está en peligro. Y éste ha sido un importante factor porque no ha formado un heredero político de gran talla y trascendencia futura.

En México existe una larga tradición política dentro del PRI “el dedazo“, por medio del cual el actuante presidente elige a su sucesor directamente buscando al candidato mas débil, para que no le haga sombra en el futuro, pasando por alto las estructuras del partido. Una práctica muy poco democrática que se aplicaría muy bien a la ex canciller alemana y que lo demostrara claramente con la elección de Armin Laschet como su sucesor.

El ganador de estas últimas elecciones, el socialdemócrata Olaf Scholz se verá ahora obligado para poder gobernar de formar una coalición bisagra para el futuro del país, una situación que trae en estos días una enorme incertidumbre y muchas especulaciones. El acuerdo entre partidos políticos, o sea la formación de coaliciones entre partidos rivales , es parte de la cultura política de la nación, y luego de estas últimas elecciones todo indica que el país será gobernado por los tres primeros partidos que obtuvieron el mayor porcentaje de votos.

El último político que obtuvo la mayoría absoluta fue el canciller y líder de la Unión CDU -CSU, el legendario Konrad Adenauer, allá por el año 1953, cuando se celebraron las terceras elecciones federales. A lo largo de los 70 años de historia de la República Federal de Alemania, podemos identificar diferentes épocas en función de los tipos de coalición que se iban formando.

Hoy en día Olaf Scholz de 63 años se enfrenta a diferentes alternativas para poder formar un gobierno de coalición viable. Una alternativa es una alianza con el partido de los Verdes, Die Grünen, liderado por Annalena Baerbock, 40 años, que representa el ala izquierda alemana con fuertes elementos eco-marxista y que obtuvo 14,6% de los votos, y con el Partido Liberal-Libertario, la FDP de Christian Lindner, que obtuvo el 11.5 % de la votación y que aboga desde años por el libre mercado. Se descarta desde ya una participación del partido de extrema izquierda, Die Linke, que obtuvo tan sólo el 4.9 % de los votos, integrado fundamentalmente por simpatizantes comunistas de la ex RDA, como así también del partido de la extrema derecha, la AfD con 10.5 % de los votos.

En el caso de que Olaf Scholz no lograra formar una coalición viable con los Verdes y la FDP, existiría la posibilidad de que entrara en una coalición con la CDU-CSU al estilo de las grandes coaliciones del pasado, o que la propia CDU-CSU tratara de formar una coalición viable por su propia cuenta con la FDP y los Verdes.

Momentos cruciales, difíciles para Alemania , que encuentra eso sí instituciones democráticas sólidas, autoridades electorales fiables y una prensa independiente, crítica, transparente y no vocera de un partido político determinado, y que no responde a ocultos intereses económicos o ideológicos, lo que ha garantizado una elección limpia que refleja la voluntad del pueblo alemán, en este momento histórico de transición mundial.


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