Ya son tan sólo arremetidas. La batalla parece perdida y no hay soluciones mágicas que puedan torcer una inexorable crisis económica que amenaza con hacer temblar al país.
El gobierno de Los Fernández apela a medidas que han fracasado desde hace 70 años en el país y que sólo trajeron mayores dolores de cabeza a toda la sociedad.
Desde la ley del Agio y la Especulación hasta el actual congelamiento de casi 1.500 precios y amenazas de aplicar la Ley de Abastecimiento ante su eventual incumplimiento, todos los intentos oficiales por controlar la suba de precios, mediante controles policíacos terminaron en un estruendoso fracaso.
Ya no se trata de tener o no mayor poder político. La administración de Los Fernández entró en un cono de sombras de difícil retorno.
No se trata de una posición ideológica o de un determinado modelo económico. El mayor obstáculo que enfrenta el gobierno es su propia falta de credibilidad.
¿Qué poder puede manifestar el gobierno respecto del control de la inflación cuando una familia tipo necesita más de 70.000 pesos para no caer en la pobreza y cuando el salario promedio de la economía no supera los 60.000 pesos, una franja en la cual viven unos 4 millones de trabajadores?
La realidad se llevó puestas las mejores intenciones. El fracaso económico del modelo de Los Fernández, con su variedad de matices y tonalidades, pone al desnudo, una economía que tiene una bajísima productividad, que presenta trabas y cepos por doquier y que está lejos de poder recuperarse, si la dirigencia política insiste en viejas recetas.
La sociedad argentina se enfrenta hoy a una de sus últimas oportunidades de intentar revertir una debàcle que ya lleva casi un siglo de vida.
Este congelamiento de precios representa los últimos latidos de un modelo económico agotado, sin credibilidad y sin posibilidades de sobrevida.
Venezuela es la muestra patente (y patética, al mismo tiempo) que cuando te dicen que "no da para más" el modelo sigue, para peor, y se perpetúa en el tiempo. No importa que seamos un país rico, empobrecido por la mala gestión de nuestros gobernantes. No importa que la plata sobre y no sepan gestionarla. No importa lo mal que la estamos pasando. Mientras sigan sacando votos, aún si no ganan, siempre podemos estar peor.
Más allá de que prácticamente todo estuvo cerrado durante la pandemia, nuestro país es uno de los más cerrados del mundo, con cepos, trabas, prohibiciones y regulaciones por todas partes, a cargo de quienes creen en el "Estado total", con sus vertientes demagógicas en el estilo de "El Estado te cuida" y "te acompaña cuando hacés las compras" y similares. Muchos argentinos siguen creyendo en que el Estado debe meterse en todo, a pesar de las evidentes consecuencias de estas políticas (burocracia, ineficiencia, corrupción, gasto improductivo, fuga de capitales, falta de inversiones, inflación). Nuestro país es tan parecido a la trama del filme "El día de la marmota", que resulta evidente concluir que los errores no sirven ni de aprendizaje ni para corregir los problemas, sino para insistir en ellos.
¿Alguien se acuerda el nombre de la marcha militar que ponían al inicio de los comunicados?
Pandemia? Plandemia: es un recurso bélico de destrucción masiva diseñado para que nos volvamos unos contra otros. Ver un par de botones de los innumerables que hay: - https://www.veteranstoday.com/2021/10/09/sars-2-is-a-bio-weapon-complaint-to-the-hague-court-us-intelligence-split-between-natural-or-laboratory-virus/ - https://www.unz.com/kbarrett/wapo-goes-batty-for-biowar-coverup/