Al economista liberal y candidato a diputado Javier Milei le gusta insultar a la “casta política”, y así le “roba” votos al gobierno porteño, el bastión del PRO. Al jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, le llegó a decir “zurdo de m... te voy a aplastar”.
Mientras tanto, pese a los insultos se saluda a los besos con la jefa del mismo partido, Patricia Bullrich, como si nada hubiese pasado.
La jefa del PRO no desmiente tajantemente versiones de que podría aliarse con eleconomista melenudo y abrirse de la alianza opositora de la que hoy es una de sus líderes. El ex presidente Mauricio Macri también acaba de elevar al economista liberal asegurando que las ideas de Milei son las mismas que las de él. Atrás quedaron los tiempos en los que el entonces jefe de Gabinete de Macri, Marcos Peña, sostenía que Cambiemos era más bien una fuerza “socialdemócrata”.
“Socialdemócrata”, para Milei, es un insulto.
Tratando de reubicarse en el imaginario colectivo, el propio Rodríguez Larreta buscó correrse la semana pasada a las antípodas de Milei y hasta avaló la dudosa tesis kirchnerista de que la culpa de la inflación la tienen unos misteriosos “monopolios”.
Hasta cuando la vicepresidenta Cristina Kirchner sorprendió reivindicando al capitalismo como “forma de producción superior” frente a jóvenes camporistas, parecía estar respondiendo a la pequeña revolución política que generó el despeinado economista en la política argentina.
Milei no solo está ordenando la interna en Juntos por el Cambio, sino toda la política argentina con el shock que generó superando el 13 por ciento en las PASO de septiembre en la Ciudad de Buenos Aires y con algunas encuestas que pronostican que podría llegar a 20 por ciento el 14 de noviembre.
Una encuesta de Trespuntozero, la encuestadora de Shila Vilker, lo ubica en el segundo lugar de imagen, justo después de Rodríguez Larreta, el político de mejor imagen de la Argentina: insultar a la clase política es buen negocio para Milei.
Cómo entender un fenómeno tan disruptivo como el del economista liberal que insulta, niega el cambio climático, reivindica una escuela ultraliberal austríaca que muy pocos entienden de qué se trata y es todo lo políticamente incorrecto imaginable. Cómo entender el atractivo que genera en muchos jóvenes.
Algunos analistas lo simplifican: adherir al liberalismo hoy es equivalente a los fanatismos de los jóvenes “idealistas” que antiguamente -en los 70, cuando la generación de los Kirchner era joven- eran de ultraizquierda. ¿Una suerte de “nueva rebeldía juvenil”?
¿Será una forma de autoengañarse ese análisis tan simplificado?
Otros entienden que Milei es producto de la frustración de un país cuya dirigencia no logra desde hace décadas frenar la decadencia de la que alguna vez fuera la nación más próspera de América latina.
Vilker, que hizo focus groups con adherentes de Milei, sostiene que sus adeptos son en general formados y ya tenían una visión negativa del Estado. Entienden que la Argentina no les ofrece un futuro laboral y se ven más como emprendedores para los que ese Estado es una “máquina de impedir”.
Pero tanto para el kirchnerismo como para Juntos por el Cambio es difícil de entender que Milei tenga adherentes hasta en los barrios de emergencia de la Ciudad, y que en algunas provincias haya votantes que preguntaron en la PASO dónde estaba su boleta. Hasta que les explicaron que Milei es solo candidato a diputado por la ciudad de Buenos Aires. Los fenómenos de la ciudad suelen irradiar al resto del país.
Sergio Doval, encuestador de Taquión, estudió a los jóvenes y explica que el fenómeno Milei se entiende porque el 70 por ciento de la generación “Z” -hoy sub 25- aspira a emigrar. Sin embargo, explica el consultor, son pocos los que realmente pueden irse del país. Ellos creen que Milei es su forma de conseguir en la Argentina lo que buscan en el exterior: un paíseconómicamente estable, con posibilidades de desarrollo personal.
Para Federico González, otro encuestador que estuvo midiendo mucho en la Ciudad, el votante de Milei no es solo joven. Ve más votantes en el segmento de 31 a 50 años que en los más jóvenes.
Por eso el domingo 14 de noviembre, uno de los datos a mirar, además de si la oposición logra sostener su superioridad de las primarias en casi todos los distritos sobre el kirchnerismo o cómo sale la votación en provincias clave, como La Pampa, donde se juegan senadores, será cuánto crece Milei por sobre el resultado de las PASO de septiembre.
El fenómeno Milei para Juntos y para el Frente de Todos
Para Juntos por el Cambio o Juntos (dependiendo del lado de la General Paz) puede ser un toque de atención importante de cara a las cruciales elecciones de 2023, cuando podrían volver al poder.
El fenómeno Milei les está diciendo que necesitan aprovechar mejor los dos años que vienen para explicar qué aprendieron de lo que falló en el período de Mauricio Macri para que al final volviera el kirchnerismo. Milei los desafía a explicar mejor cuál sería su nueva propuesta para resolver los graves problemas económicos de la Argentina.
El kirchnerismo solo tiene por respuesta festivales de “platita” y discursos oxidados de “no pagarle al Fondo con el hambre del pueblo”, mientras la pobreza llega a niveles cada vez más altos: a juzgar por elresultado de las PASO, la mayoría de los argentinos ya entendió que eso no funciona.
Hoy en día menos del 20 por ciento de los argentinos espera que dentro de un año la economía mejore. Eso lo están midiendo todos los encuestadores de todos los colores políticos: un estado de ánimo social profundamente pesimista. Es el caldo de cultivo para que crezca el sentimiento antipolítico que propone Milei.
Por eso el economista melenudo tiene el potencial de hacer de ordenador de la política argentina o, si los partidos “tradicionales” no se refrescan con propuestas más concretas, creíbles y esperanzadoras, convertirse en una suerte de “Bolsonaro argentino”.