¿Cuándo fue la última vez que la oposición no peronista estuvo mayoritariamente unida durante todo el tiempo en que el peronismo ejerció el gobierno nacional, contó con varios candidatos con chances ciertas de reemplazar a aquel en la presidencia, y una regla de juego consensuada y ya probada para intentar resolver las disputas entre ellos?
¡Correcto!: eso no había pasado nunca antes en nuestro país. No fue el caso durante la década menemista, y menos todavía durante la más extensa década kirchnerista. Para no irse más atrás en el tiempo.
Ahora sí. Juntos por el Cambio tiene muchos, podría decirse incluso que demasiados, líderes con capacidad de ganar la próxima elección presidencial. El asunto es que, por esas cosas raras de la vida, o simplemente por falta de costumbre, no sabe cómo impedir que esa ventaja parezca una desgracia, y le juegue en contra.
¿Cuándo fue, en cambio, la última vez que el peronismo careció de una figura pública que se salvara aunque más no fuera por los pelos de la desconfianza colectiva, y quedó sumido en una interna feroz estando en el poder, porque ni el presidente tenía la autoridad para unir a todas las facciones del movimiento y darle alguna orientación mínimamente comprensible, ni ningún otro sector o actor era capaz de mediar entre ellas?
¡Correcto también!: fue en 1975. Desde entonces, siempre el peronismo funcionó como una fenomenal máquina de generación de liderazgos políticos, y tendió a encolumnarse más o menos pacíficamente detrás de ellos. Aunque lo hizo, valga la aclaración, en ocasiones con reglas de juego e incentivos disfuncionales para la buena salud de la democracia, y a veces también de la economía productiva, no dejó de ofrecer un “piso de gobernabilidad” y una capacidad envidiable de adaptación a los cambios de ciclo político, capacidades hoy olvidadas, y más necesarias que nunca.
No puede decirse que haya otro candidato mejor, simplemente porque no hay ninguno más. Nadie se ha animado hasta aquí a siquiera anunciar su aspiración al respecto: Juan Manzur dicen que pretende hacerlo en algún momento, pero dado que tiene un récord aún más decepcionante que el del actual mandatario en los sondeos de opinión, y su desempeño en el gabinete nacional es menos que gris, se entiende esté más cerca de volverse a Tucumán que de lanzarse efectivamente a la conquista de la presidencia.
Varios candidatos en la oferta de Juntos por el Cambio
Pero volvamos a Juntos por el Cambio, porque es allí donde la situación es más paradójica. Debería festejar, saltar en una pata, por tener como tiene cuatro o cinco figuras que, no es que hagan suspirar a las multitudes, pero al menos suenan verosímiles cuando anuncian que aspirarán a reemplazar a Alberto.
Sin embargo, esa situación, en vez de ser evidencia de una capacidad meritoria, envidiable, se ha vuelto un gran dolor de cabeza para la coalición triunfante en las últimas legislativas. Es algo que evidentemente no saben cómo manejar y hasta parece avergonzarlos.
Tan es así que se la pasan pidiendo disculpas y prometiendo que no van a hablar siquiera de candidaturas, hasta muy cerca de las próximas PASO. Cuando es evidente que les va a resultar imposible, y además sería ridículo que intentaran, cumplir semejante promesa: la relativa paridad de fuerzas y fluidez de la competencia en el frente interno y sobre todo el vacío de ofertas y perspectivas en el frente externo, fruto de la impotencia oficial, inevitablemente alientan a la sociedad a enfocar su atención en lo que allí suceda, le dan una centralidad enorme a las disputas internas del cambiemismo, las adelantan y hacen que no haya forma de evitar que eso siga siendo así.
Cuando de todos modos los dirigentes de JxC insisten en prometer que por ahora “ni hablar de candidaturas”, dan aliento encima las críticas antipolíticas que los identifican como “juntos por un cargo”, la tontería mayúscula de que necesitamos líderes que “se ocupen de la gente y no de sus carreras políticas”, como si en algún lugar de la tierra hubiera habido alguna vez una democracia cuyo combustible principal no haya sido la competencia por el poder.
Lo que sí le convendría a Juntos por el Cambio es darse algunos mecanismos para ordenar lo mejor posible esa competencia. Porque de otro modo esperar hasta las PASO de 2023 con tantos aspirantes anotados para la carrera, y rezar para que en el ínterin no se acumulen las discordias y el descrédito, o en esa votación no termine fraccionándose el voto entre demasiadas opciones, con lo que no se resolvería la cuestión del liderazgo y seguiría imperando un faccionalismo u “horizontalidad” incompatible con el buen gobierno, es tomar demasiados riesgos.
Y esos mecanismos ordenadores están a su alcance: reducir la incertidumbre sobre el programa de gobierno es uno, y es fundamental, está en línea con la expectativa de la sociedad de que no le quieran vender más buzones, le expliquen con la mayor claridad y detalle posibles las complejidades y costos que va a tener romper con el statu quo; aclarar anticipadamente las reglas de la competencia y fijarlas de modo de combatir la dispersión de la oferta es otro, y se desprende de algo que se puso en práctica en la elección pasada, promover candidaturas cruzadas, en contra del patriotismo partidista, y una representación acotada de las minorías, para combatir la fragmentación.
Son tareas como estas las que pueden permitirle completar el proceso de institucionalización que emprendió al reformar su Mesa Nacional, y las que harán la diferencia entre una coalición sólida, con liderazgo, programa y reglas, o una tribu improvisada, que tal vez pueda ganar, pero no podría gobernar mucho mejor de cómo lo hizo en el pasado. Esto sí debería ser motivo de seria preocupación en sus filas, no que algún descolgado les diga que se pelean por los cargos. Ante lo cual nada mejor que ensayar la típica respuesta peronista, que los peronistas hace tiempo no pueden usar: “como los gatos, nos estamos reproduciendo”.
Pregunto, para que cosa los políticos asisten a programuchos de tv donde lo cambian todo, no comprenden NADA y concientemente los invitan para escrachar. No se enitende.
Tendrá muchos candidatos, pero todos carpeteados por Macri, a la luz de los que está saliendo del espionaje ilegal y la "Gestapo" de Vidal.-
Yo le diría al autor de la nota que lea el artículo de Lamiral. Tiene que ver con este tema. Si el peronismo tuviera chances de ganar, y si dejaran el país en condiciones de gobernabilidad política y económica, YA se estarían peleando por el sillón. Y NO es cierto que no tengan candidatos. Tener, y no digo que sean capaces. tiene. Empezando por varios gobernadores, por varios gremialistas, el mismo Berni, algunos intendentes. Lo siempre listos de la cámpora. Eso que dice el periodista a mí no me convence. El autor, encima le da consejos a J xC. Pero hay un punto interesante para analizar. ¿Quién se postularía avisando que no tiene más opción que ajustar? Porque encima este gobierno, no solo NO HIZO NADA, NI RESOLVIÓ NADA, SINO QUE EMPEORÓ LO QUE YA ESTABA MAL. No existiría posibilidad de que un gobierno lograra algo sin mayorías en ambas cámaras. De lo contrario, ¿Quién sacaría las reformas INDISPENSABLES que hay que encarar? Para más, los que sí quieren hacer las reformas indispensables no las podrían hacer sin el apoyo de la ciudadanía, y los que no las quieren hacer, quieren esssttttttiiiiiirrrrrrraaaaaarrrrrr el estatus quo y lograr la impunidad del fósil, sin encaminar el país a un futuro de progreso. Qué dilema nos van a dejar.