En esta oportunidad no realizaremos ninguna nota
“propia” o análisis alguno. Nos limitaremos a reproducir textualmente dos
visiones sobre la política argentina frente a las inminentes elecciones
presidenciales, recién publicadas en dos medios españoles, las cuales no tienen
desperdicio.
En primer lugar, el sitio
“Hispanidad” publicó, con la firma de Eulogio López, el siguiente
texto con el título “Estampas argentinas ante las elecciones del 28 de
octubre”:
“El problema de España no es la corrupción, sino el
sectarismo, que es un modo de corrupción, o polución, ideológica. Expliquémonos
con un ejemplo (cosa mal vista en filosofía, como todo el mundo sabe): muchos
jueces argentinos –está bien, algunos- se compran. Así de claro. No me consta
que los jueces españoles se vendan, pero eso es sólo porque están vendidos desde
que superaron la adolescencia (sí, todos ellos la han superado). En España hay
jueces a favor y jueces en contra, y todo Gobierno sabe cuándo hay que presentar
la querella, es decir, cuándo le toca el turno al juez que interesa, en cada
momento y para cada caso. Y no se preocupen, no hace falta dictarles consigna
alguna ni atentar contra su independencia en forma o fondo: sabiendo quién es el
juez resulta fácil predecir su comportamiento. Es lo bueno que tiene el
sectario: hace sus movimientos muy previsibles.
“Pero en la Argentina no, en la Argentina son más
sencillos, es decir, más profundos: allí funciona la corrupción más descarada.
Está corrupta la policía, o muchos policías, y lo está el Gobierno de
Néstor Kirchner. Basta con recorrer el gran Buenos Aires (entre 11 y 12
millones de habitantes), una ciudad con historia, belleza e impronta, pero
absolutamente colapsada por falta de infraestructuras. No hay metro, apenas
trenes de cercanías y unos autobuses –colectivos- de tercera división. En
resumen, todo el mundo tiene que recurrir al coche para moverse por la ciudad,
con el consiguiente colapso en vías de hasta doce carriles, de peaje, claro,
además del detalle de los piqueteros, o cortadores profesionales de carreteras:
saben el caos que pueden ocasionar.
“Recurrir al coche… y al avión para moverse por el
inmenso país, con un servicio aéreo que deja mucho que desear (eso se lo debemos
a los españoles de Marsans, pero también es verdad que el aeropuerto de Ezeiza
se ha quedado muy pequeño).
“Ahora bien, que nadie concluya con la imagen de un
país tercermundista. Este es precisamente el elemento distintivo de la
Argentina, una nación que posee el mismo porcentaje de cuadros técnicos e
ingenieros por población que España. No ocurre como en Asia, África y otros
países hispanos. No, en la Argentina existe cualificación y vitalidad privada:
lo que no existe es honradez pública. Y para esto no hace falta
investigar, basta con pasear por Buenos Aires.
“Le pregunto a un auditor argentino por qué las más
de 100 imputaciones por corrupción contra el Gobierno Kirchner no prosperan. Me
responde: “Aquí las querellas contra el Gobierno nunca prosperan mientras
no cambia el Gobierno. Ese centenar de imputaciones se sustanciarán en cuanto
caiga Kirchner…. Por eso le sucede su mujer”. Muy cuco el presidente.
Su esposa, Cristina Fernández, le sustituirá en la Casa Rosada.
De esta manera los juicios por corrupción se retrasarán otros cuatro años.
Esto es: otros cuatro años de impunidad.
“Para terminar: ¿Cuál es el
mayor peligro de la corrupción reinante en la Argentina? Sin duda, el fatalismo,
al que el carácter argentino es tan proclive como el tango o como su inteligente
ironía. A los argentinos hay que recordarles el Poema del Cid: “¡Qué buen
vasallo si hubiera buen señor!”. Argentina no se puede acostumbrar a la
corrupción política porque se produciría un efecto-cascada sobre todo el cuerpo
social. Y la corrupción no deja de ser la actividad de unos robaperas que,
por muy poderosos que sean, no pueden, no deben, no lo han conseguido, corromper
el alma argentina. Lo malo es cuando esa ciudadanía se habitúa a un estado
de cosas que considera tan nefasto como imposible de modificar. Es entonces
cuando el corrupto gana la batalla, no antes. Si hay una tarea pendiente en
Argentina es la de despertar a la mayoría. Porque mi querido país austral es
uno de los pocos de los que puede decirse que tiene más futuro que presente.
Algo que no ocurre en España”.
Por su parte, el diario “El Mundo” se
refirió a algo de lo que también se vienen ocupando éste y otros medios
digitales: la falsedad de las encuestas y de quienes las elaboran. Bajo el
título “Los increíbles encuestadores
argentinos”, expresa:
“Son
unos pocos y los conocemos todos. En cada elección aparecen cargados con sus
planillas y análisis que incluyen palabras ‘difíciles’.
Cuando un encuestador habla de ‘niveles de
constitucionalidad’ o los ‘efectos de arrastre’ de tal o cual cosa, hay que
cuidarse los bolsillos.
“El último ‘gran error’ de los encuestadores fue en
las elecciones provinciales de Misiones, donde todos daban ganador al candidato
de Kirchner. Sólo una empresa encuestadora anticipó que perdería el oficialismo.
¿Por qué han perdido credibilidad los encuestadores argentinos? La razón es
sencilla. Tras la crisis de 2001 sufrieron, como todos los sectores, la falta de
clientes y de dinero.
“Pero la llegada de Néstor
Kirchner a la presidencia les devolvió la vida. La mayoría de las consultoras
fue contratada en la misma Casa de Gobierno y enseguida se vio el resultado: por
varios meses y años, Kirchner tuvo un 80% de imagen positiva. Un récord
difícil de igualar a nivel planetario. Un encuestador bromea con que ‘ni
siquiera Dios alcanza tanto consenso’.
“Antes de que Cristina
se lanzara, para los encuestadores ya tenía 45% a su favor en la intención de
voto, y pese a que desde entonces hubo varios traspiés para el oficialismo,
ese puntaje sigue clavado en la misma cifra.
“¿Cuánto influye en el
electorado que se sepa con ‘tanta seguridad’ y con tanta anticipación el triunfo
de un candidato equis?. En el Gobierno creen saberlo y por eso distribuyen
varios millones de dólares al año entre los encargados de hacer las encuestas.
Y además del dinero, los funcionarios le ofrecen visibilidad a los consultores.
“Si la encuesta ‘da bien’
para los candidatos oficiales, son los mismos secretarios de Estado o el propio
jefe de Gabinete que llaman a los diarios para que publique tal o cual encuesta.
“La única puerta que se
dejan abierta los muchachos de los sondeos es el índice de indecisos.
Siempre es muy alta la cantidad de gente que no sabe a quién votar, según los
encuestadores. Es que si la encuesta falla, la explicación posterior es
simple: ‘los indecisos se volcaron en masa y...’.
“En los cuestionarios de
los sondeos de campaña habría que incluir una pregunta maldita: ¿Usted le
cree a los encuestadores?”.
Frente a estas acertadas
expresiones acerca de cómo nos ven en España a los argentinos, y en especial a
su gobierno, ante las elecciones que se aproximan, creemos que los comentarios
huelgan.
Carlos Machado