Los argentinos, acostumbrados al vedetismo político berreta, nos encontramos en situaciones irrisorias, impensadas, absurdas; como la movilización de este martes.
La misma tiene como conceptos básicos un cambio en la Corte Suprema, la finalización del “lawfare” y la democratización de la justicia. Es decir, generar un sistema que favorezca al poder político.
No es casual que los impulsores de la mencionada marcha sean gente con frondosos prontuarios, empezando por Pablo Moyano, quien, hoy con cierta distancia de su papá Hugo Moyano, busca adquirir una cuota de poder aún más fuerte.
Mientras ello sucede, Máximo Kirchner renuncia a la presidencia del bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados. Todo un hecho teniendo en cuenta que es ni más ni menos que el hijo de la vicepresidenta Cristina Fernández y, a la sazón, quien toma las decisiones. No es casual que el presidente Alberto Fernández haya salido a aclarar, una vez más, que él es el que manda.
Pero este hecho tan trascendente no tiene que ver solo con el hecho de no estar de acuerdo con la negociación llevada a cabo por el Gobierno con el FMI y su resultado, es un tema que viene de larga data.
Pero lo principal para el Gobierno es, sin dudas, lograr las modificaciones necesarias para que la Justicia sea obsecuente, o más de lo que ya es, porque ¿cuál sería el motivo de transformar el cuerpo judicial con mayor independencia del país?
Los fallos que emite la Corte son los que mejor argumentación expresan y justamente allí radica el problema. ¿Cómo liberar a funcionarios de las causas de corrupción por las que se encuentran siendo investigados, o peor aún, ya condenados? Sencillo, manejando el cuerpo de mayor jerarquía dentro del Poder Judicial.
En fin, mientras el Gobierno parece estar preocupado por cuestiones “técnicas” y desvía la vista de los verdaderos problemas de la sociedad, el desastre que se ve de fondo continúa, en el mejor de los casos, intacto.
Venezolanos que se vuelven a Venezuela, el dólar por los aires, inflación imparable, pobreza e indigencia en sostenido crecimiento, niños que pasan hambre, adultos mayores cuyos ingresos no les alcanzan para subsistir, y una larga lista de etcétera. Mientras, el gasto público crece a pasos agigantados.
Pero por suerte ahora, los argentinos, tenemos un Laboratorio de Erotismo Ancestral Antirracista, donde “se identificará, analizará y producirá literatura erótica indígena”.
Como diría Jorge Rial: “¡Qué país generoso!”.
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