Hablar de La Doctora, mal o bien, siempre garpa. Quién interesa es La Doctora.
Con distancias puede decirse lo mismo sobre Javier Milei. Garpa hablar de Milei.
Mal o bien, lo que interesa es el fenómeno Milei, último producto innovador de la política.
Se expande y crece desde la antipolítica. Presentada como «una casta». Precaria arbitrariedad que prende.
Sin condenar ni ponderar, el desafío consiste en entender. Milei combina lucidez con delirio y astucia.
Con 200 mil pesos generó un marketing de dos millones de dólares.
Contemplar los centímetros de columna, los segundos radiales y televisivos, conquistados con el cuento de rifar su sueldo.
A pesar de la diputada Ajmechet, qué se pregunta “de qué vive”. O la diatriba del esclarecido diputado Del Caño.
O para tormento de los liberales clásicos del recetario, sensibilizados como el pensador Cachanosky por las imposturas “de barricada” del libertario anárquico.
Un creativo que tiene la osadía de presentar argumentos antiquísimos con motivaciones de rebeldía contestataria.
UCD, cantera de funcionarios
El peronismo de centro (inclinado a la derecha) lo tiene como un referente secreto, no asumido.
Milei sostiene que Menem fue “el mejor presidente de la democracia argentina”. Reivindica en el combo a Domingo Cavallo.
Liberales sin territorio y peronistas sin peronismo sienten un atractivo recíproco. Desde que Menem absorbiera a la UCD de los Alsogaray.
Cantera de funcionarios destacados que desembarcaron en la identidad peronista. Boudou, Monzó, Echegaray, Massa.
Por su parte, los muchachos cuarentones de oralidad combativa de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora, le reservan a Milei cierta simpatía generacional.
Téngase en cuenta los cientos de selfies que logró Milei en las movilizaciones del peronismo (en tiempos de Macri).
Discurso «mileirano»
Es comprensible entonces que Milei capte el interés de Mauricio Macri, El Ángel Exterminador (pagaría por atreverse a recitar el discurso mileirano).
O que se haya registrado un acercamiento con la señora Patricia Bullrich, La Yiya, Montonera del Bien.
Como mira debajo del agua en el Riachuelo, Patricia quiere tenerlo de su lado a Milei.
Una manera de hostigar a Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, Enjaulador de Halcones (como La Yiya).
Y de chicanear aquella campaña de la señora María Eugenia Vidal, La Chica (Desangelada) de Flores.
Resulta explicable el intento de La Yiya y del Ángel. Si Milei consigue armar a su alrededor un proyecto nacional, se le perturba a la Mutual PRO la idea de volver a ser gobierno en 2023.
Acontece que el discurso «mileirano», que complementa su imagen de León de la Metro, prende en la juventud.
Y eleva los números del rating, que es generador de multiplicadas invitaciones. Los televisores ya se venden con Milei incorporado.
Pero aquel Milei que PRO desea atraer se convierte, en simultáneo, en la manzana del pecado.
En caso de fundirse con La Mutual PRO, Milei puede ocasionar el estallido de la Coalición Juntos (“El mosaico contra el espejo”).
De ningún modo los radicales, que aportan territorios más allá del MaxiQuiosco, pueden convivir en un amontonamiento con el Milei que los vitupera.
Antípodas. No olvidar que los radicales tuvieron que ver también con la Internacional Socialista, Alfonsín se abrazaba con Pierre Maurois. Se sienten con frecuencia las nostalgias rojas del progresismo.
Menos aún pueden conciliar con Milei los supervivientes de la estancada Coalición Cívica.
Hoy la CC es una ONG sostenida por la pólvora mojada de la doctora Carrió, La Derrotada Exitosa. Sus declaraciones asustan menos. La Yiya le arrebató la centralidad. Una pena.
La extraña bolilla negra del establecimiento
Quien atienda sin espantarse el discurso «mileirano» comprueba que Milei no confronta con La Doctora.
Menos aún con el Ángel, el que pretende captarlo.
Es Milei el primero en escoger, como presidenciable, o adversario preferido, a Horacio Rodríguez Larreta, Geniol.
Lo estampilla como socializante, junto, en menor medida, con La Desangelada.
Les obsequia gratis la valiosa identidad de ser de izquierda.
Para colmo, el ideólogo Carlos Maslatón, El Barrani, propagador fundamental del discurso mileirano, le apunta ostensiblemente a Larreta. Lo apoda Sombrilla.
Ocurre que Larreta es el candidato natural del establecimiento. Atributo que pretenden quitarle desde el poder central, a través de espléndidos manotones al MaxiQuiosco.
Por la coparticipación, por las flores iluminadas, por aspectos espirituales de los subsidios al Transporte.
El adversario interno fundamental de Larreta es el Ángel, que especula con la dependencia cultural.
¿Acaso Larreta se equivocó al desplazarse hacia Cumelén para visitar al Ángel?
Como si fuera Patricia. O peor, como si el Ángel aún fuera su jefe.
Mauricio cuenta con mucha ferretería a su disposición. Tiene el apoyo emocional de buenas señoras y de señores venerables. Y una tropilla de periodistas de tesis que demuestran cotidianamente que el kirchnerismo es una perversión.
Pero el Ángel tropieza con la extraña bolilla negra del establecimiento. Con exponentes que nada quieren saber con su regreso.
La fabulosa utopía del diálogo
Larreta es el Scioli del PRO. Representa -como Scioli- el “no conflicto”.
La fabulosa utopía del consenso y de la ilusión del diálogo.
Le afectan, tal vez, los ataques y las burlas de Milei (y de Barrani).
Pero Milei es el primero que lo consagra a Larreta como el enemigo a vencer.
Mientras desde el peronismo de cochería aún le apuntan a Macri, con habilidad superior Milei activa sus dardos contra Larreta.
Aunque “Sombrilla” Larreta no responda a las provocaciones. Continúe con la ideología del positivismo sciolista y del “no conflicto”. Auspiciado por los discretos conservadores del establecimiento.
Reticentes al retorno del Ángel, pero atentos a la trayectoria de Milei. Más predispuestos a escucharlo, en realidad, que a apoyarlo con distintos tópicos de ferretería espiritual.