El proyecto sobre el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) comenzará a discutirse en los próximos días en el Congreso, en un contexto parlamentario inédito que encuentra tanto al kirchnerismo como al macrismo mirando con desconfianza la letra chica del texto.
Esta excepcional -e inquietante- coincidencia entre los núcleos duros que responden a los dirigentes más influyentes de la política doméstica en la actualidad, Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri, obedece sin embargo a motivos diferentes.
Si bien ambos líderes miran de reojo al unísono el detalle fino del memorando de entendimiento, en el caso del cristinismo, el acuerdo les genera incomodidad porque en ese espacio consideran que, al propiciarse un ajuste en el corto plazo, se dinamitan las pretensiones del Frente de Todos (FdT) de alzarse con un triunfo en las elecciones presidenciales de 2023.
Existen en filas del FdT quieren creen que los requisitos establecidos por el Fondo en su trato con la Argentina, que le debe a ese organismo nacional más de 44.500 millones de dólares, pavimenta el camino hacia una eventual victoria de Juntos por el Cambio (JxC) en los comicios del año próximo.
Por su parte, en JxC, los "halcones" del PRO que responden a Macri entienden que la letra chica del pacto supone una "bomba de tiempo" para el próximo Gobierno. En ese grupo, justamente, se encuentra el diputado Luciano Laspina, economista y vicepresidente primero de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara baja.
En los últimos días, Laspina manifestó su enérgico rechazo al acuerdo, al remarcar que si bien "sirve para evitar un default" de la Argentina, "siembra las semillas de una crisis futura", al tiempo que destacó que en el texto de la iniciativa se prevé un aumento -nominal- de tarifas del "85% en promedio" (85,9% más precisamente, según consignó en redes sociales).
También dijo el rosarino, una voz de referencia dentro de la comisión que encabeza el banquero kirchnerista Carlos Heller, que el trato con el Fondo autoriza al Banco Central a vender hasta US$ 9.000 millones en "dólar futuro" solamente durante este año, lo que supone -según su apreciación- que 2023 podría convertirse en un "déjà vu potenciado" de 2015.
El macrismo estima que, en el caso de que JxC consiga un triunfo en las urnas el año que viene, deberá lidiar a partir del 10 de diciembre de 2023 con una "herencia económica" aún más pesada que la que recibió el líder del PRO de manos de Cristina cuando asumió al frente de la Casa Rosada.
En este marco, se esperan jornadas de intenso debate y tensión en el Parlamento, en especial después de lo ocurrido días atrás durante la apertura de las sesiones ordinarias, cuando presidente Alberto Fernández, con Cristina sentada a su lado, embistió contra la oposición y legisladores del PRO, disgustados con el jefe de Estado, abandonaron el recinto.
Esta actitud generó incluso dentro de JxC roces que distintos referentes de otras fuerzas políticas que conviven con el PRO en ese espacio no se preocuparon por disimular en los últimos días, al considerar públicamente que de ese modo quienes se marcharon de la cámara de Diputados durante el discurso de Fernández ofrecieron al Gobierno una cortina de humo para camuflar la ausencia de Máximo Kirchner y desviar la atención.
El hijo de Cristina, tras su portazo como jefe de la bancada del FdT, le dio deliberadamente la espalda al discurso del presidente ante la Asamblea Legislativa en el Parlamento, desde donde Fernández le envió un tiro por elevación al insistir en que este acuerdo con el Fondo es "el mejor" que la Argentina podía suscribir. También prometió que no habrá "tarifazos".
Kicillof, parafraseando a Maradona
Luego del desaire de Máximo, otro referente del núcleo duro kirchnerista como el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, lanzó una contundente advertencia desde La Plata, horas antes del ingreso del proyecto sobre el memorando de entendimiento con el Fondo al Congreso de la Nación.
Parafraseando al ex astro del fútbol Diego Maradona, el mandatario del distrito más grande del país -reducto del capital electoral más significativo del cristinismo en el ámbito nacional- enfatizó: "El acuerdo del FMI no tiene que ahogar el crecimiento. En la provincia no hay lugar para el ajuste. Nadie tiene derecho a cortarnos las piernas".
A propósito, esta misma semana la Nación se comprometió a otorgar a Kicillof una asistencia financiera de más de 75.000 millones de pesos en 2022, para fortalecer su gestión, garantizar la seguridad alimentaria y robustecer los programas sociales en especial en el Conurbano. Para este año, se pronostica un aumento del costo de vida superior al 50 por ciento, fundamentalmente en artículos de primera necesidad.
Heller, por su parte, tras largos días de tensiones en el seno de la coalición de Gobierno entre albertistas y kirchneristas con motivo del pacto con el Fondo, anticipó en las últimas horas que votará en favor del acuerdo en la cámara de Diputados, aunque lo hará con "la nariz tapada", como otros dirigentes del FdT.
De todas maneras, continúa siendo una incógnita hoy por hoy cómo procederán los referentes del núcleo duro cristinista en Diputados y sobre todo en el Senado, recinto comandado por la vicepresidenta de la Nación, cuando llegue el momento de aprobar o rechazar la iniciativa oficial.
Se espera, además, que el oficialismo necesite el respaldo de la oposición, en especial de JxC, para obtener los votos requeridos para que el proyecto se convierta en ley.
La semana, en términos políticos, concluyó sin embargo con dos integrantes del Gobierno robustecidos y reconfortados después de que el staff del Fondo confirmara que había rubricado un acuerdo con la Argentina: el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce.
Guzmán, que venía siendo criticado por sectores del kirchnerismo, infló el pecho y salió el cruce de los cuestionamientos tanto externos como internos, es decir, el "fuego amigo" recibido últimamente: "Ahora algunos dicen, ´Yo quiero el financiamiento, pero no me hagas votar las políticas´. No existe. A ver si se entiende", enfatizó.
"El financiamiento está asociado a un acuerdo de políticas económicas y financieras. Es una sola cosa", insistió Guzmán, con palabras que parecieron estar teledirigidas hacia el seno de la agrupación ultra-K La Cámpora, liderada por Máximo.
"A nadie de nuestra fuerza política le gusta que el FMI esté en la Argentina, pero ya estaba cuando este Gobierno asumió y hay una realidad, que es la deuda", manifestó Guzmán, en momentos en los que el dólar blue se desinfló de manera considerable, lo que también sirvió para fortalecer la figura de Pesce.
Finalmente, y por otra parte, el Gobierno se permitió, de manera saludable, rever su tibia respuesta inicial frente al conflicto bélico en Ucrania y tildó de "invasión" a la ofensiva militar de Rusia sobre su vecino país, aunque aún la Casa Rosada se abstiene de sumarse a los países que aplicaron sanciones económicas sobre Moscú.
Si bien la Argentina finalmente condenó el accionar de Rusia, en momentos en los que continúan los ataques de las tropas de ese país en territorio ucraniano y recientes bombardeos a la central nuclear de Zaporiyia -las más grande de Europa- conmocionaron aún más al mundo, la embajada de la nación invadida en Buenos Aires continúa reclamando a Fernández que se incorpore a la "coalición" contra el régimen que lidera Vladimir Putin, a quien el kirchnerismo solía mirar con simpatía.