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La columna de Estilo y Ortografía de TDP: Kyiv, la capital impronunciable

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El otro costado de la guerra en Ucrania
El otro costado de la guerra en Ucrania

A principios del 2013 daba inicio en Ucrania la que luego sería conocida como la Revolución de la Dignidad o Euromaidán (por haber tenido como principal escenario la plaza —Майдан o “maidán”— del centro de la capital). Estas protestas culminaron, a principios del 2014, con la destitución de Víktor Yanukóvich, el entonces presidente de Ucrania. Yanukóvich no solo era considerado un político títere de Rusia, sino también un ancla hacia un pasado soviético que no terminaba de disolverse.

 

Ese mismo año tuvo lugar la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia. Por aquel entonces el periodismo independiente ucraniano ya luchaba en amplia desventaja contra el aparato propagandístico ruso, que podía desplegar el colosal andamiaje técnico heredado de la época soviética: la agencia estatal RIA Nóvosti. Esta agencia, que recibía —y nunca dejó de recibir— órdenes directamente del Kremlin, pasó a ser Rossiya segodnya(o, con su nombre más habitual, Russia Today, el conocido multimedios que muchos argentinos consumen).

Por aquella época, este corrector participó como colaborador en los proyectos de algunos periodistas independientes de Ucrania que trataban de hacer escuchar su voz en distintas partes del mundo. Actualmente varios de esos colegas, que con el tiempo aprendí a llamar amigos, se hayan exiliados de su patria o en campos de refugiados.

Tras la anexión rusa de Crimea, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania había lanzado una campaña llamada “KyivNotKiev”. Motivo de largas discusiones que mantuve con los traductores detrás del telón de las publicaciones. Actualmente, en el contexto de la avanzada rusa, algunos medios han cobrado interés por la cuestión política de los topónimos. Diarios como La Vanguardia han publicado que, en solidaridad con el pueblo ucraniano, comenzarán a utilizar el término “Kyiv” para referirse a su capital. Independent publicó una breve nota que comenta la campaña ucraniana sobre el topónimo. Todos los días nuevos usuarios preguntan al perfil de Twitter de la RAE qué dice la Academia sobre esta controversia; la mayoría anticipa que seguirán usando Kiev.

La acusación ucraniana alrededor de la palabra es mucho más compleja que simplemente plantear que es un término adaptado al español desde el ruso. Fundamentalmente porque involucra una narrativa político-histórica que trata de legitimar la anexión de territorios ucranianos en la construcción de mitos históricos.Yaroslav Zatyliuk (por citar un ejemplo de muchos), historiador del Instituto de Historia de Ucrania de la Academia Nacional de Ciencias, comentaba esto al medio Stopfake en 2017:

Rus de Kyiv abarcaba los territorios desde el mar Báltico hacia el mar Negro y tuvo su capital en Kyiv. Que Putin haya identificado a la antigua Rus con la Rusia de hoy es una manipulación política. Porque la Rusia contemporánea empezó su historia desde el principado Vladimir-Suzdal del siglo XII, que luego fue reemplazado por Moscovia. Ese nombre estuvo en los mapas europeos en los siglos XV-XVIII para identificar las tierras de Moscú y a los habitantes los llamaron moscovitas. Después de la batalla en Poltava en 1709, Feofan Prokopovich, uno de los ideólogos del Imperio Ruso de porvenir, fue el primero en llamar al estado del rey Pedro I “Russia” con doble ese en vez de una. En términos retóricos dicha identificación indicó que Pedro gestionaba el patrimonio «de los antiguos príncipes de Kyiv». Este tipo de interpretación se origina en las obras de los escritores eclesiásticos del siglo XVII sobre una supuesta relación directa de la dinastía de Moscú Romanov con una antigua de Rurik. Pues en esto se basa la «apropiación» del patrimonio histórico de Rus de Kyiv con la Federación Rusa del día de hoy”.

¿Qué es lo que dice la RAE sobre el nombre de la capital?

El topónimo tradicionalmente usado en español para denominar a la capital de Ucrania es «Kiev» (basado en la transcripción de la forma rusa Киев), documentado por primera vez en 1834 y que también usó Juan Valera en su correspondencia a mediados del s. XIX. La transliteración de la forma ucraniana Київ es «Kyiv» —pronunciada aproximadamente [kíiv] o [kíyiv]—, pero esa grafía no se adecua a nuestra ortografía, pues contiene una «y» con valor vocálico en interior de palabra, rasgo ajeno a nuestra ortografía. Cuando un topónimo tiene arraigo tradicional en nuestra lengua, aunque provenga de una lengua puente (aquí el ruso) y no de la lengua del territorio donde se sitúa el lugar nombrado, conviene mantenerlo para dar estabilidad al léxico toponímico”.

La aversión de los ucranianos a la palabra Kiev (o mejor dicho, la visceralidad de esa aversión) es algo que nunca terminé de entender —y escribo esto con cierta vergüenza— ni como corrector ni como latino. En la misma línea que el razonamiento de la RAE, yo argumentaba de forma pragmática que los lectores “no sabrían cómo pronunciar la palabra”. Mi propuesta de conciliación era intentar “Kiyv”, que suena más amigable a los lectores hispanohablantes. Porque nada nos gusta más a los hispanohablantes que castellanizar términos… La última palabra, afortunadamente, no la tiene el corrector, sino el editor. Así me acostumbré no solo a Kyiv, sino también a Chornóbyl, Odesa, Dnipro y otros topónimos. La libertad de los pueblos para llamarse a sí mismos como quieran es tema de discusión y terreno de lucha más para los periodistas que para los correctores.

Simplemente leyendo las opiniones de la gente en las redes sociales sobre “KyivNotKiev” uno puede pensar que es un caso perdido. Seguramente lo sea. Sin embargo la última palabra, pues otra cosa no cabe, será de los lectores.

 

4 comentarios Dejá tu comentario

  1. Buenas, por favor corrija esta oración, gracias. "Actualmente varios de esos colegas, que con el tiempo aprendí a llamar amigos, se hayan exiliados de su patria o en campos de refugiados."

  2. La agencia trikooba news es la tipica propaganda comunista de siempre, todo o lo mas importante es falso. Su unico exito es habernos convencido de que el comunismo no existe.

  3. La solución es acercar la pronunciación de los nativos a la fonética española. Si se quiere evitar la doble i, la pronunciación más cercana sería "Keív". Y si la pereza es grave, simplemente "Kiv". Para no decir que pronunciar dos vocales seguidas no es nada extraño para un hispanoparlante. ¿O no pronunciamos, sin resultar seriamente traumatizados, la palabra "poliinsaturados"? Los profesionales de la lengua no debemos nivelar para abajo. Eso no solo revela un desprecio velado por el público. También delata una limitación personal inexcusable.

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