En este rincón… Cristina Fernández de Kirchner acusa en la balanza 70 por ciento de imagen negativa. En el otro rincón del cuadrilátero: el retador, Mauricio Macri, con casi 60 por ciento de negatividad en su imagen, según la consultora Taquion. Ambos ya están haciendo ejercicios precompetitivos para un cada vez más probable choque electoral de titanes: el combate final de los polos opuestos de la “grieta”.
Ricardo Kirschbaum, secretario general del diario Clarín, describió ese tenebroso escenario en una reciente columna como “choque de planetas”. Y los astros y las galaxias podrían acomodarse en 2023 para depararles a los argentinos la dura colisión astronómica de tener que elegir entre los dos líderes políticos con peor imagen del país.
¿Cómo se podrían acomodar las constelaciones para que se produzca ese choque planetario?
También hay otra pregunta más compleja: qué podría hacer cada uno de estos gladiadores de la imagen perdida para imponerse sobre el otro en la contienda.
Hasta ahora, el lugar común entre los analistas políticos era que la vicepresidenta es perfectamente consciente de que su imagen es demasiado negativa como para aspirar a un nuevo mandato presidencial. Así se explica su curioso intento de despegarse del lastre de su fallida elección por Alberto Fernández, cuya gestión sigue derrumbándose en la consideración pública. La encuesta mensual de la Universidad de San Andrés ubicaba en abril la aprobación del gobierno por debajo del 20 por ciento. Tendencia a la baja.
Viendo esa alineación de planetas, la expresidenta, sostenían los analistas, solo aspiraría a arañar una senaduría el año próximo para conservar el anillo protector mágico de los fueros ante su complicada situación judicial.
Tendría para elegir la provincia de Buenos Aires y, si la cosa se pone demasiado espesa económicamente para la gladiadora, la provincia de Santa Cruz, su otro domicilio: ambos distritos tendrán recambio de senadores el año que viene.
Sin embargo, nadie vio venir a su más inesperado retador, el expresidente Mauricio Macri. Cuando la jefa del PRO, Patricia Bullrich, afirmó recientemente que ella se presentaría a la primaria en representación de los “halcones” para enfrentar al alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta, ubicado en el nido de las “palomas”, parecía que Macri no jugaría. Pero el expresidente se tomó un avión y se fue al estado de Florida y consiguió una foto con el polémico expresidente norteamericano Donald Trump. El mensaje fue muy claro: “No me bajo del ringside y el rey de los halcones soy yo, no Patricia”.
Macri tiene muchas chances de convertirse en candidato de Juntos por el Cambio o como quiera que se llame la coalición el año próximo porque tiene dentro de los votantes del PRO la mayor base de sustentación. El último sondeo de la encuestadora Circuitos, en provincia de Buenos Aires, muestra que el expresidente supera a todos sus rivales internos.
¿Por qué podría darse ese choque tan temido con Cristina Fernández de Kirchner?
La vicepresidenta podrá no tener mucha noción de qué hacer para que el país resuelva su inflación crónica y que bajen los niveles de pobreza más allá de hacer de cuenta que no tiene nada que ver con la gestión de Alberto Fernández. Pero Cristina es una hábil jugadora en el tablero electoral y sabe que, si quiere evitar el destino del expresidente Carlos Menem, tiene que jugar.
Carlos Menem le había ganado en 2003 a su exmarido y candidato presidencial Néstor Kirchner en la primera vuelta, pero por apenas dos exiguos puntos. El expresidente sabía que, con su alta imagen negativa, un ballotage se convertiría en un plebiscito en su contra y que una derrota por más de 20 puntos sería su final político.
Terminó su carrera mediocremente, renovando la banca por la minoría de su provincia, La Rioja, para conservar los fueros, pero viendo con amargura perder elecciones en su propio pueblito natal, Anillaco.
El electorado lo hizo siempre responsable del fracaso de la convertibilidad bajo el gobierno del radical Fernando De la Rúa. Murió arropado por los fueros, pero sin ningún poder político en el peronismo.
Para que Cristina Fernández de Kirchner no corra la misma suerte del expresidente Menem, Macri le ofrece una oportunidad inesperada de jugar de candidata, aunque más no sea de una parte del peronismo. Mauricio Macri, el retador en busca de una reivindicación de su malogrado mandato, le alinearía los planetas a la vicepresidenta para animarse al combate final.
Macri, como retador, está en igualdad de condiciones y le cabe el mismo análisis que llevó a Cristina, tres años atrás, a elegir a Alberto Fernández como presidente para esconderse detrás de su candidatura: “sin Cristina no se puede, pero con Cristina sola no alcanza”. Reemplazar Cristina con Mauricio.
Macri versus Kirchner sería una moneda en el aire, una pelea con final abierto
¿Podría Macri atenuar su alta imagen negativa para mejorar las chances de ganarle? De hecho, uno de los movimientos astrales que ayudaron a decidir a Macri que puede jugar es que, ante el fracaso de la gestión del presidente Alberto Fernández y un nivel de inflación que está superando al que dejó el expresidente, la imagen negativa ya le estuvo bajando un poco.
Esto lo alentó a empezar a consultar con un nuevo gurú de la comunicación: el argentino Guillermo Raffo, radicado en Brasil y que formó parte de los equipos del legendario consultor de Ignacio “Lula” Da Silva, Duda Mendonça.
Raffo asesoró también al expresidente Eduardo Duhalde y al peronista cordobés José Manuel De la Sota y entiende mucho mejor la problemática económica argentina que el ecuatoriano Jaime Durán Barba.
Raffo probablemente ya le haya avisado a Macri que no fue muy buena la idea de lanzar su candidatura con una foto con Trump. El expresidente norteamericno terminó su mandato sospechado de alentar el insólito intento de copamiento del Congreso por una patota de fanáticos que no aceptaban la derrota electoral del republicano.
Pero Macri tiene diversas alternativas para revalorizar su candidatura, pese al fracaso de su gestión. Ya empezó a instalar el slogan “yo aprendí” frente a un grupo de empresarios que invitaron a algunos de los líderes opositores al hotel Llao Llao, cuyo anfitrión fue el CEO de IRSA y dueño del lujoso hotel, Eduardo Elsztein.
Raffo seguramente le habrá dicho que va a tener que llenar esa consigna con contenido más concreto: qué aprendió y qué haría distinto, si le tocara volver al poder. Macri podría, por ejemplo, escribir de una buena vez el libro Segundo Tiempo.
En Primer Tiempo, publicado el año pasado por Planeta y escrito por su ghost writer, Hernán Iglesias Illa, no da pistas de qué haría en ese eventual segundo tiempo: ahora tendría la oportunidad de hacerlo y despejar muchas dudas en torno a su candidatura, como la de si tiene un diagnóstico adecuado de la realidad del país y un plan que tenga chances de funcionar mejor.
Para la vicepresidenta, el desafío es mucho más complejo: para recuperar el brillo perdido necesita que la gestión de su delfín, Alberto Fernández, llegue a 2023 en mejores condiciones económicas. Eso requeriría que ella y su hijo, Máximo, le dejen de poner palos en la rueda y más bien vuelvan a cooperar con el presidente. Pero ese parece no ser el plan de Cristina Kirchner, y así es poco probable que logre bajar su altísima imagen negativa sin que mejore la aprobación del que, en definitiva, sigue siendo su propio gobierno.
De todos modos, aún perdiendo, con Macri la diferencia no sería grande y eso le permitiría mantenerse vigente dentro del peronismo y encontrar una justificación para hostigar a ese eventual gobierno de Macri.
Habría que ver cómo reacciona el electorado ante esa propuesta de balotaje: la última elección legislativa tuvo una baja importante de participación electoral. Si muchos desisten de ir a votar o votan en blanco en rechazo a esa oferta difícil de digerir, será difícil hacer un buen horóscopo electoral con las encuestas.
Falta un año para las elecciones
Todavía no queda claro cómo reaccionarían ante una candidatura de Macri los socios radicales de Juntos por el Cambio y Elisa Carrió. Varios de ellos ya insinuaron que no acompañarían una candidatura del expresidente. Y Macri contestó que la unidad de la coalición opositora no le parecía lo más importante.
Para Macri, el principal obstáculo para llegar al ringside de la presidencial no sería Cristina Kirchner, ni sus socios radicales o Elisa Carrió, sino su retador interno, Rodríguez Larreta. El jefe de gobierno porteño tiene tiempo para plantearle a la sociedad argentina otro cuadrilátero diferente para enfrentar a Macri y Patricia Bullrich: su estrategia no será intentar demostrar que las palomas son mejores que los halcones (difícil), sino cambiar completamente el eje del debate por “grieta versus consensos”.
Si gana su propuesta de lograr las reformas estructurales que precisa el país con el consenso, como repite a cada paso, del “70 por ciento de la dirigencia argentina”, tiene un año de tiempo para imponerse. Las encuestas y los focus group están mostrando que la sociedad argentina culpa en buena medida a la grieta por la eterna decadencia económica del país.