El intendente de Morón Martín Sabatella debería solicitarle a la justicia que
aclare el atentado que se produjo en la Estación de Tren de Haedo el 11 de
noviembre de 2005 y los serios incidentes que ocurrieron en los alrededores
y dentro del estadio del Gallito el 9 de diciembre de 2006, cuando fue derrotado
por Social Español, perdiendo la posibilidad de consagrarse campeón.
En el primero de los sucesos un grupo de personas perfectamente preparadas, que
sabían perfectamente cada uno de ellos el rol que debía cumplir en la acción,
incendiaron en el andén de la estación una formación de la Empresa T.B.A. (Trenes
de Buenos Aires) y todas las instalaciones del lugar.
Convengamos que ningún pasajero concurre a su trabajo cargando en su mochila
bombas incendiarias conocidas como "Molotov" o aerosoles o tachos de pintura.
El atentado estuvo planificado. Haedo fue elegido como el lugar más propicio
para esa acción. Quienes participaron del ataque desaparecieron en forma rápida
y tan sólo quedaron en el lugar desprevenidos o curiosos que fueron detenidos
como el tapicero Roberto Canteros que estuvo una larga temporada preso.
El segundo episodio se produjo el 9 de diciembre de 2006 cuando finalizaba el
encuentro de fútbol entre Deportivo Morón y Social Español, donde se produjo el
incendio de dos patrulleros de la policía de la provincia de Buenos Aires y se
perpetraron roturas de vidrieras y saqueos en negocios del centro de Morón.
Lo llamativo es que en el 2005 Sabbatella peticionaba antes las autoridades
nacionales para que le anularan la concesión a T.B.A. por el pésimo servicio y
luego fue quien pidió que el estadio del Gallito fuera trasladado lejos del
centro de la ciudad. Claro que después trascendió que en el lugar que podría
dejar la prestigiosa institución se escondía la posibilidad del gran negocio
inmobiliario.
En Clarín zonal, Claudio Díaz, periodista y vecino de Haedo relató lo sucedido
aquella mañana de noviembre en la estación: "los techos despedazados como si
les hubieran pasado un abrelatas, la madera del mobiliario chamuscada; una
arboleda hecha ceniza. Y todo un vecindario que no podía creer lo que estaba
viendo: su parada de tren la más pintoresca del Sarmiento, herida de muerte".
Roberto Canteros, uno de los 87 detenidos, estuvo más de un año preso. Canteros
cuenta: "al tren lo prende fuego un grupo de personas estando en el andén que
para mí son infiltrados, no sé de donde salieron. En determinado momento aparece
gente que con seguridad no eran pasajeros y empiezan a saquear los negocios,
querían entrar en un kiosco, tiraron todo en la vía y la gente corría de un lado
para el otro".
Cuando llegan los bomberos- señala Canteros-, ese grupo empieza a tirarles palos
y piedras para que no puedan apagar el fuego y lo hacen hasta que los bomberos
se retiran".
El 9 de diciembre de 2006, muy posible que los mismos sujetos hayan intervenido
en los incidentes que culminaron con la suspensión de la cancha del "Gallo". En
esa ocasión el equipo local fue derrotado por Social Español y se le esfumó la
posibilidad de ganar el campeonato.
Esa tarde en el estadio estuvieron presentes 18.000 hinchas pero faltaron 70
policías que habían sido contratados. Tenían que haber concurrido 280 efectivos
pero tan sólo se presentaron 210.
Versiones indican que les fue reducida la remuneración acordada por eso
prefirieron quedarse en sus casas. Los designados habían sido escogidos de
comisarías del interior de la Provincia de Buenos Aires.
Luis Gambino, un conocido periodista deportivo, que sigue la campaña del
Deportivo Morón, escribió en el semanario local El Diario: "esa tarde
horrible de diciembre hubo olor a trama maquiavélica".
Gambino asegura en su nota que la policía autorizó a los simpatizantes de Morón
a ingresar "con entrada o sin entrada", por eso asegura que no puede imputarse
al club el exceso de público. También aporta un dato que no es menor sobre los
incidentes:" la permisividad sospechosa con todos aquellos subidos al alambrado
desde donde vieron todo el partido no fueron ni advertidos por las autoridades
presentes, con el agravante de que la mayoría de ellos no eran ni remotamente habitués del Francisco Urbano, ni de ningún otro estadio donde juega Deportivo
Morón".
Los dos patrulleros incendiados por los que fueron acusados los hinchas de
Morón, fueron quemados antes de la finalización del partido, cuando las puertas
estaban cerradas y los simpatizantes aún estaban viendo el partido..
Lo concreto es que a pesar de los 210 policías no se impidió en esa ocasión el
ingreso al campo de juego ni siquiera a los vestuarios, algo muy extraño.
Al cronista del mensuario La Acción le llamó la atención que la policía no
protegiera a sus dos patrulleros: " no se trataba de una protesta social o de
gente indignada ante la comisión de un grave delito en la que la policía puede
inhibirse de actuar, sino de un grupo de vándalos vaya a saber mandados por
quién, que provenían del lado sur llegando a la calle Brown desde Sucre(Y se
pregunta) ¿Cómo fue que el ataque no fue repelido dejándolos actuar
impunemente".
En la misma publicación el subsecretario de Seguridad y Defensa Civil de la
Municipalidad de Morón, Juan Carlos Martínez, asegura: "los incidentes en
Deportivo Morón se iban a producir ganara o perdiera". Luego agrega: "hay
certezas y dudas. La certeza es que sabíamos que iba a haber una invasión al
campo de juego para sacarle la ropa a los jugadores, algo que siempre pasó o
pasa siempre. Queríamos que ello se evitara pero no se evitó. Tampoco se
impidió el ingreso a los vestuarios".
Sobre la quema de los patrulleros existen diversas versiones, entre ellas la de
un periodista de un medio nacional que habría observado que los dos vehículos
fueron remolcados hasta la entrada del edificio de Tribunales, a 100 metros de
la cancha de Morón.
Martínez funcionario de Sabbatella, relató: "se produjo un incendio de dos
patrulleros por parte de una banda que vino por la calle Sucre, ajena al partido
de fútbol". Ese mismo grupo es el que realizó saqueos y roturas de vidrieras en
el centro de Morón.
Este cronista imagina que en ambas ocasiones participaron los mismos sujetos,
quienes no deben estar muy lejos. Los investigadores, aunque pasó bastante
tiempo, deberían individualizar a los que fueron partícipes de los atentados
sin olvidar al o los autores intelectuales de esos sucesos que conmovieron a la
opinión pública, en especial lo sucedido aquella mañana en la estación de trenes
de Haedo.
Roberto Cuzzani