El centro porteño amaneció colapsado con una jornada de marchas antagónicas. Mientras la CGT volvió a movilizarse en las calles tras dos años y cargó frente al Congreso de la Nación contra los “formadores de precios", la Unidad Piquetera se autodenominó “el verdadero sindicalismo combativo” e hizo su propia manifestación “contra el ajuste del Frente de Todos y el FMI”.
Unos 2.000 policías fueron desplegados alrededor de ambas manifestaciones, con cortes totales de servicios de transporte público.
Ni siquiera las estaciones céntricas de las líneas de subte A y C fueron habilitadas a raíz del operativo de seguridad, algo que no representó una complicación para que ni los sindicalistas cegetistas, por un lado, ni las organizaciones troskistas, por el otro, llenaran sus respectivos puntos de encuentro.
Por peso institucional y el tiempo que llevaba sin marchar, la central obrera fue el plato principal. Si bien la convocatoria fue hecha para las 15, desde la mañana comenzaron a llegar las primeras columnas de los sindicatos de Camioneros, Sanidad, Estaciones de Servicio, SMATA y demás sindicatos tradicionales de peso.
“Copamos desde temprano para evitar problemas”, dijeron fuentes sindicales. No hubo oradores pero sí presencia completa de todos los dirigentes. La cúpula cegetistas representada por Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano dejaron de lado sus diferencias y se mostraron juntos.
En el mapa de socios políticos, los primeros dos mantienen afinidad con el presidente Alberto Fernández y el nuevo Ministro de Economía, Sergio Massa, respectivamente.
Se rumoreaba, incluso, con una posible ausencia de Acuña por su cercanía con el titular del Palacio de Hacienda, algo que finalmente no ocurrió.
Por su parte, el heredero mayor del clan Moyano -y “el más inquieto de los tres mandamases”- ha mostrado en el último tiempo un rol más autónomo respecto a la CGT con sucesivos acercamientos al kirchnerismo duro, que históricamente -sobre todo, a partir de los lineamientos de Cristina Kirchner- mantuvo una distancia sideral con la central obrera.
Más temprano, había montado un acto propio en Belgrano y 9 de julio, lo que “generó suspicacias de que vuelva a cortarse solo”, como ocurrió en el homenaje pasado por el aniversario de Eva Perón, fecha en la que no participó del ocho oficial cegetista e hizo su propio acto.
El recorrido de los tres pesos pesados del sindicalismo nacional comenzó en Avenida de Mayo y la 9 de Julio. Fueron cinco cuadras donde reinó el caos: golpes de puño entre las propias seguridades del sindicalismo (otrora representación de las fisuras en el interior de la CGT), gritos y empujones que derivaron también en la prensa.
De hecho, el trayecto duró 20 minutos y no hubo acto frente a las masas que convocaron.
A la altura de la calle Paraná, se produjo un desvío que terminó con la conferencia de prensa de los tres cogobernantes de la central obrera en el sindicato de Judiciales (Perón 1818), de Julio Piumato.
Allí, los que más hablaron fueron Daer y Moyano. Entre sus declaraciones, que apuntaron principalmente contra el empresariado y le exigieron una respuesta al respecto al Gobierno, no dejaron afuera lo que estaba ocurriendo en la Plaza de Mayo y acudieron a la chicana para referirse a los piqueteros.
Los referentes de Sanidad y Camioneros señalaron que no eran "exegetas de [Eduardo] Belliboni" y también tuvieron un momento para las chicanas: “El Polo Obrero es el único caso que no tiene obreros”.
La respuesta no se hizo esperar. Una hora después del cierre de la conferencia de prensa de la CGT, el líder del Polo Obrero -que sí estuvo al frente de la multitud piquetera que llegó a la Plaza de Mayo- sostuvo que los sondicalistas de la CGT tienen más semejanzas con los empresarios que con los trabajadores y acusó a la central obrera de encubrir el ajuste del gobierno: “En Argentina parece que el idioma está empezando a cambiar. Hay tarifazo pero no se puede decir tarifazo, hay ajuste pero no se puede decir ajuste”.
Y cerró: “¿La CGT no conoce a Massa? Massa es el representante de la embajada de Estados Unidos en Argentina. Debemos volver al castellano básico: ”CGT queremos un paro. ¿No lo entendés?”.
La CGT sacó a relucir su músculo en la calle de forma literal. Mientras los hombres (mayoría) y mujeres industriales y anchos del sindicalismo, con chalecos de referentes obreros y un batallón de pirotécnica desfilaron por un lado, en la otra punta al pie de la Casa Rosada había familias barriales de la economía informal, muchas beneficiarias de planes sociales.
Lo curioso, es que los precios también dijeron presentes y de forma diferenciada en cada marcha, en un marco inflacionario que podría llegar a los tres dígitos en diciembre de este año.
Mientras los sindicalistas consiguieron el choripán a 400 pesos y la hamburguesa a 500, en los alrededores de la Plaza de Mayo ambos productos eran ofrecidos por la mitad a los troskistas.