Bien caracteriza a la Iglesia Católica del papa Francisco el regalo que le hiciera allá por el año 2015 el sátrapa boliviano Evo Morales de un crucifijo engarzado con una hoz y un martillo, con motivo de una visita papal a Bolivia, regalo que el Sumo Pontífice aceptó con una sonrisa cómplice en sus labios, expresando “yo entiendo esta obra, para mí no es una ofensa“.
Quedó así más que evidente la sintonía política, la amistad que los une aún hoy en día. Es la misma sintonía ideológica que lo une con los sátrapas de nuestro continente, llámense éstos Raúl Castro, Nicolás Maduro, el dúo maligno Ortega-Murillo, Cristina Kirchner, Lula da Silva , Gustavo Petro. . . y algunos impresentables mas de nuestro entorno político. A la mayoría de ellos los ha recibido en el Vaticano demostrando así su solidaridad y apoyo. Su última hazaña en este sentido ha sido recibir pocos meses atrás al entonces candidato a la presidencia colombiana Gustavo Petro, alias Comandante Aureliano, encargado de las tenebrosas cárceles del pueblo donde retenían a los secuestrados civiles para luego canjearlos por altas sumas de dinero. Bergoglio le dio prácticamente su aval, su bendición , motivando al hipócrita Petro a que comenzara a visitar iglesias, se arrodillara, se sacara fotos, hechos que se transformarían en votos.
También ha recibido al corrupto Lula, no bien éste saliera de la cárcel, demostrando su simpatía y su apoyo. Y no hablemos de su incomprensible y fatal amistad con la maléfica Cristina Kirchner, que recibiera a menudo en el Vaticano, pronunciando siempre su fatídica frase “ Cuiden a Cristina”. Con este pérfido apoyo que se extiende aún hasta nuestros días es corresponsable del caos político, social, moral y económico por el cual atraviesa la Argentina. Y no pasemos por alto al más viejo, sangriento dictador del continente Raúl Castro por el cual el siente en sus propias palabras “ una enorme simpatía “ .
Tiene mucha razón el prestigioso escritor y periodista argentino Jorge Fernández Diaz al afirmar que “Bergoglio nunca soñó con ser Papa, soñaba con ser Perón” y que “tendrá infalibilidad papal, pero no en política. Se mete mucho en eso y hace muchísimos destrozos”. Sí, es muy cierto, nació para ser un manipulador político de izquierda, pero no para ser el líder máximo de la Iglesia Católica mundial. Bergoglio no es ni siquiera peronista, es comunista y lo demuestra en sus homilías, discursos y entrevistas cuando se atreve a hablar de economía.
Otro compatriota suyo, el joven, polémico economista libertario Javier Milei, que cuenta sobre todo con el apoyo de la juventud, tiene también palabras muy duras con el pontífice al afirmar lisa y llanamente que su modelo económico significa simplemente la pobreza de los pueblos. “Asno, ignorante en temas económicos, cultor del modelo basado en el odio, envidia, resentimiento, enemigo de la clase media”. El líder libertario argentino llega a decir que es “ el representante del maligno en la Casa de Dios “ .
Bergoglio calla cobardemente frente a los atropellos, persecuciones que sufre su iglesia que intenta defender los más básicos derechos humanos en nuestro continente. También miente descaradamente cuando la prensa internacional le pregunta por su opinión acerca de la dramática situación que atraviesa su país de origen, afirmando no estar informado. Sí que lo está, y ampliamente, a través de periodistas corruptos al servicio de la mafia kirchnerista que se cuentan entre sus amigos. Es el caso del periodista Gustavo Sylvestre, que pocos meses atrás dio a conocer una misiva del puño y letra del Papa en la que Bergoglio condena a la valiente prensa independiente argentina, asediada, atemorizada, intimidada, calificándola de escoria, basura y acusándola de “coprofilia“, término usado en psicología y que define el placer experimentado al manipular, tocar u oler los excrementos. Algo insólito, impropio en boca de un sumo pontífice. Además en esta misiva, que la encabeza con la frase “Querido Gato”, el apodo del periodista, se explaya felicitándolo por “ sanear “ la información de su país.
Toda la trayectoria sacerdotal de Bergoglio conforma un rosario de traiciones, hipocresías y ocultamiento de hechos insólitos y reñidos con un verdadero hombre de fe. Varios vaticanistas han llegado a afirmar que hasta el propio nombramiento del Papa no es legítimo por ser el producto de componendas mafiosas de grupos progresistas dentro de la Curia, el llamado Club de San Gallen, que se reunía periódicamente en esta ciudad suiza. Este escándalo ha sido investigado y publicado en sendos libros de vaticanistas independientes. Citemos nada más el libro del italiano Antonio Socci “Bergoglio non e Papa“, la investigación de la inglesa Catherine Pepinster “The keys and the kingdom“ y la del especialista norteamericano George Neumayer “The political Pope“. En el libro “Bergolio non e Papa” , que desde su publicación agita el mundo vaticano y el catolicismo en general, Socci, luego de investigar meticulosamente los rasgos fraudulentos de la elección, sostiene irónicamente que Bergoglio tendría que hacer las valijas y volver a su Argentina natal.
Pero volvamos a nuestros días y revisemos los maquiavélicos planes del Papa Francisco para cuando él decida retirarse del trono de San Pedro y sea elegido su sucesor. Y esto puede suceder pronto porque el propio pontífice lo ha mencionado varias veces en los últimos meses a su camarilla de prelados progresistas y de notoria militancia de izquierda que ha logrado preparar el terreno para que el nuevo ungido como Papa sea de la misma línea política del actual Pontífice. Para implementar su estrategia Bergoglio ha nombrado durante su papado 83 de los 132 cardenales existentes. De los 20 nuevos cardenales nombrados en la Basílica de San Pedro, en Agosto pasado, 16 tienen menos de 80 años, por lo tanto elegibles para participar en el Cónclave que elegiría su sucesor, en caso de su fallecimiento, renuncia o excomunión y destitución.
Entre los nuevos cardenales nombrados hay varios que representan abiertamente a la extrema izquierda eclesiástica. Un rol muy decisivo en todos estos nombramientos juega el cardenal alemán, muy cercano al Papa Francisco y de extrema izquierda, Reinhard Marx, conocido en el Vaticano como el “Cardenal Rojo”, que irónicamente hace honor a su apellido. Marx es un símbolo internacional para quienes dentro de la Iglesia quieren cambiarla de raíz, ignorando su milenaria tradición cristiana, implantando una Iglesia del tipo de aquella de la Teología de la Liberación de la década de los 60 con su ideario marxista y cercana a los sátrapas totalitarios que pululan hoy en día en nuestro continente. Una Iglesia bergogliana muy afín a las dictaduras socialistas del siglo XXI.
Existiría la remota posibilidad de que todas las fechorías del Papa Francisco llevaran a la Iglesia Católica a buscar su destitución. En ese caso el Derecho Canónico tiene previsto que cuando un Papa comete importantes infracciones se aplique la Carta Encíclica “Divini Redentoris” del 19 de marzo del 1937 que condena al comunismo por su “criminal perversidad”. También se podría recurrir para su destitución al “Decreto de la Sagrada Congregación del Santo Oficio” del primero de julio del año 1949, que explícitamente prohibe favorecer al comunismo. Pero una decisión tal demandaría la ayuda del Espiritu Santo o algún milagro.
Estamos presenciando un panorama siniestro que nos entristece. Las aguas bajan turbias del Vaticano para nuestras democracias, y la gran ironía es que sea justamente un Papa latinoamericano él que comete estos desmanes. Que diferente fue el papado del polaco Wojtyla, Juan Pablo II, canonizado en el año 2014, con su lucha frontal contra el estalinismo en Europa del Este, y su inquebrantable fe.
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