Pese al dolor que naturalmente invade a su familia, sólo fue uno más de los que todos los días sufren los más pobres, pero el asesinato de Daniel Barrientos, un conductor de colectivos en La Matanza, parece haber sido la gota que derramó el vaso de la angustia generalizada que, sin fisuras, reina en los conurbanos de todo el país; La inseguridad es allí algo todavía más preocupante que la inflación, pese a que ésta destruye a la sociedad hasta sus cimientos, en especial porque es debajo de la pirámide donde más hiere.
Cuando a ese sangriento episodio se sumó la reacción destemplada y violenta de Sergio Berni y Axel Kiciloff, que apelaron al sempiterno complot opositor-sinárquico en contra del proyecto nac&pop que finjen encarnar, la indignación siguió subiendo y los espontáneos coparon titulares y redes. Y estalló definitivamente cuando se montó un operativo swat digno de una película de clase B para detener a trabajadores, presuntos agresores del patético Ministro que se autopercibía Superman.
Cristina Fernández, demostrando una vez más la desconexión con la realidad que la afecta, se fue a la banquina cuando comparó la tragedia real con el sospechoso atentado del que fue objeto: “tuve más suerte que él, porque no salió la bala”. A pocos meses de las cruciales, fue un torpedo que abrió un enorme rumbo bajo la línea de flotación del Titanic en que se ha convertido ya el Frente de Todos, un tremendo agujero por el cual se fugan, en tropel, los votos de sus enclaves más fieles, que han dejado de ser interpretados por el peronismo; cada vez se justifica más calificar a este proyecto de populismo saqueador como triste, solitario y final.
Volando por debajo del radar ciudadano -un penoso remedo de las hazañas de nuestros gloriosos aviadores en Malvinas-. que sólo registra las cotidianas aflicciones personales que nos tienen a tan mal traer, la maltrecha Argentina sufrió en las últimas semanas los monumentales bombazos que llegaron desde los tribunales de Nueva York y de Londres. Las sumas comprometidas son de tal magnitud que, prácticamente, equivalen a nuestra secular deuda con el FMI.
Sin duda alguna, las causas eficientes de semejante desastre son la soberbia y la impunidad del kirchnerismo pero, sobre todo, la manifiesta incapacidad de quien sueña con ser reelecto como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, el mismo que, como Ministro de Economía de la emperatriz del Calafate, negoció tan ruinosamente con Repsol, con los holdouts y con el Club de Paris y falsificó las estadísticas para esconder el crecimiento del PBI. Aunque las decisiones políticas no sean justiciables, la Argentina alguna vez debería responsabilizar personal y patrimonialmente a quienes la representan mal y le infieren tantos e irreparables perjuicios.
El FMI, una vez más, se puso anteojeras para revisar el cumplimiento de las metas fijadas en los acuerdos de refinanciación y, de esa manera, abrió nuevamente su generoso bolsillo, fingiendo no notar la inventiva de Sergio Massa y su equipo de mentirosos que, con tanta eficacia, hacen “contabilidad creativa”. Aunque no constituyó una sorpresa, el Aceitoso sacó de su inagotable galera otro conejo muerto, ahora denominado “soja III”, que permitirá a algunos sectores del complejo agro-industrial vender al Banco Central sus dólares a $ 300, para lo cual el Gobierno nuevamente deberá imprimir centenares de miles de millones de papelitos de colores, dando nuevo impulso a la incontrolable inflación.
Aclaro que no creo en las supuestas informaciones que proporcionan las encuestas porque muchas empresas, todavía lejos de las elecciones, dicen lo que sus clientes quieren y pagan y luego, más cerca, las ajustan para no comprometer su prestigio, porque todas dan cuenta de un enorme porcentaje de entrevistados que se niegan a responder y porque nadie sabe a qué numero llegará la abstención, expresión clara del hartazgo social.
Hace algunas semanas, en esta columna enumeré los tres escenarios en que se desarrollará un ya casi seguro ballotage: 1) Juntos por el Cambio (JxC) vs Frente de Todos (FdT); 2) Javier Milei vs FdT; y 3) JxC vs Milei. Hoy, si bien los tres siguen claramente vigentes, el resultado final se ha modificado dado que, si bien los dirigentes de las coaliciones siguen recitando el viejo mantra “el que gana gobierna y el que pierde acompaña”, no es seguro que los votantes obedezcan a las cúpulas partidarias; así, el comportamiento final de los electores seguirá siendo una incógnita.
Me refiero, por ejemplo, al caso en que se diera la variante 1; ¿por quién optarían quienes apoyaron a Milei en la primera vuelta?, ¿sería lo mismo para ellos que fuera candidato del FdT Daniel Scioli, Wado de Pedro o algún nuevo invento de Cristina Fernández, y Patricia Bullrich u Horacio Rodríguez Larreta, en JxC; y así hasta el infinito. En especial porque, en medio del fracaso del Gobierno en todos los campos, ya no parece tan disparatado imaginar que el FdT pueda resultar tercero.
Como se ve, el final sigue abierto y, por la sensación de fatalidad que impera en el ánimo de todos los dirigentes del oficialismo ante la inminencia de una bestial y previsible paliza en las urnas, nada resulta descartable en el futuro, por muy trágico que pueda resultar dados los antecedentes que exibe el peronismo en su historia. Mientras tanto, feliz Pascua de Resurrección, Jag Sameaj Pésaj o Ramadan Mubarak, según sea su creencia.