En la década de los 80, la psicóloga Leonor Walker describió el síndrome de la mujer maltratada, un trastorno patológico de adaptación en mujeres que han sufrido maltrato y la violencia de forma repetida. Una de las teorías en las que basó su trabajo fue la teoría de la indefensión aprendida de Seligman.
En 1967, Seligman sometió a dos perros a descargas eléctricas. El primero de ellos podía apagar la descarga pulsando una palanca, mientras que el segundo no podía pararlas de ninguna manera.
En la segunda parte del experimento, puso a ambos perros en una habitación en la que el suelo emitía descargas eléctricas, para evitarlas los perros debían saltar un pequeño muro e ir al fondo de la habitación.
El perro que había aprendido a parar las descargas con la palanca, rápidamente encontró la forma de evitarlas, mientras que el perro que no había podido controlarlas, se quedó en la zona de descargas eléctricas sin hacer nada para evitarlas.
La conclusión de Seligman fue que el segundo perro había desarrollado una actitud de resignación que lo paralizaba ante una nueva situación en la que si podía terminar con su sufrimiento.
La pregunta que siguió a esto fue: este trauma inescapable, ¿se presenta también en el ser humano?
Donald Hiroto replicó el experimento utilizando a estudiantes universitarios a los que sometía a un sonido muy molesto. El resultado fue el mismo, los estudiantes previamente acostumbrados a no poder terminar con el sonido, se quedaron sentados y lo aguantaron, aun cuando podían detenerlo.
La indefensión aprendida es un estado psicológico en el que existe un sentimiento de falta absoluta de control sobre el ambiente, el individuo cree que todo esfuerzo que realice por cambiar las circunstancias es inútil, esta impotencia lo paraliza e inhibe su capacidad de respuesta ante las adversidades.
Creo que esta misma teoría de indefensión describe el síndrome del argentino maltratado.
Desde hace décadas los argentinos sufrimos un maltrato crónico de parte de los gobernantes. Año tras año el maltrato crece y crece y nos hemos acostumbrado a aguantar y a no reaccionar.
Ya tenemos más de 100% de inflación, la presión impositiva es salvaje, las jubilaciones y los sueldos miserables, los delincuentes se han adueñado de la calle y de nuestras vidas ante la mirada impotente de la policía y protegidos por la justicia zafaroniana; la pobreza infantil supera el 60%, los servicios públicos son un desastre, la matriz energética da pena, en educación, apenas 16 de cada 100 alumnos terminan el secundario en tiempo y forma, la salud está enferma y los políticos, protegidos por fueros aristocráticos, se roban y malgastan impunemente el dinero de los argentinos.
¿Hasta cuándo vamos a soportar este maltrato? Es tiempo de despertar, depende de cada uno de nosotros el no darse por vencido, el tomar el control de nuestras vidas y el enfrentar a quienes nos maltratan. Es tiempo de desatar, la rebelión de los mansos.