Esta semana dejó dos fantasías fustradas: Alberto Fernández no tiró su renuncia sobre el escritorio de Cristina Fernández, y ésta aceptó que su centralidad ya es historia. El Caracol cedió el control del tablero de comando a Sergio Massa, que ya ocupa todo el horizonte y, humillado hasta la médula, soporta las trompadas discursivas que su propio espacio político no cesa de propinarle; ¿cuáles y cuán graves serán los secretos del aún Presidente que el kirchnerismo conserva y que le permiten extorsionarlo para evitar que abandone el cargo y tire por la cabeza a su Vice la responsabilidad final del naufragio?
El escuálido acto del jueves sólo pudo realizarse en un teatro; ¿se requiere mayor confirmación de la incapacidad de La Cámpora y de algunos “barones” del Conurbano de convocar a las masas y llenar plazas y avenidas? No dijeron ‘presente’ los gobernadores ni muchos intendentes importantes que, en otras épocas, hubieran corrido a postrarse ante el altar de su diosa. Lo lamentable fue que no aparecieran varios camiones celulares para transportar a tantos delincuentes facinerosos que ocupaban las principales butacas y las cámaras mostraban sin pudor.
En el escenario, la obra que se representó no cumplió con las expectativas de la militancia presente. Yo suponía que, haciendo gala de su tradicional esquizofrenia, despotricaría contra el FMI, pero se limitó a reiterar sus viejos discursos en los que atribuyó al organismo la responsabilidad de la inflación pero, sobre todo, a ensalzar el ruinoso “desendeudamiento” que concretó su marido muerto obligándose, a una tasa sideralmente mayor, con su hoy compañero en el infierno, Hugo Cháves, con quien compartió el lucro –para ellos- del monumental negocio. La actitud suicida de Máximo Kirchner, que votó en contra del acuerdo con el FMI, no fue emulada por su madre, que es consciente de cuánto significa esa única tabla para la ilusoria salvación de su proyecto político.
En cambio, me pareció patético que escogiera a Javier Milei como nuevo sparring. Sin nombrar a Domingo Cavallo, a quien criticó sin memoria, gratitud ni piedad, ni al líder de La Libertad Avanza, mostró su profunda preocupación ante la probabilidad de que su Frente de Nadie termine tercero en la carrera presidencial; si esto sucediera, el kirchnerismo habrá desaparecido como fuerza política, aunque logre conservar la Provincia de Buenos Aires como bunker para la resistencia violenta. Cabe preguntarse, de todas maneras, a qué se debió el furibundo ascensor con el que posicionó al líder libertario como principal contendiente electoral: ¿fue pánico genuino o mera especulación política, para hacer que le reste más votos a Juntos por el Cambio? En cualquier caso, Milei debería agradecerle tal deferencia.
Sus fieles se fueron con las manos vacías porque, pese a los insistentes cánticos que lo exigían, la autoproscripta jefa no se pronunció sobre una eventual candidatura suya a cargo alguno. La señora puede ser -de hecho, lo es- casi todo, pero no se la puede comprar por tonta y, si aspirara a un cargo ejecutivo (Presidente o Gobernador, por ejemplo), correría un enorme riesgo de perder y, de ese modo, quedar a la intemperie frente a los jueces; es inminente, y sumamente preocupante, la resolución de la Cámara de Casación que podría revocar el inaudito fallo de un Tribunal Oral que resolvió absolverla –junto a sus hijos y varios cómplices- sin realizar el juicio en la causa Hotesur-Los Sauces, en la que se investigó y probó la forma en que la familia Kirchner recibía los retornos de la obra pública.
Sergio Aceitoso Massa se ha transformado en el único candidato real del Frente de Locos, básicamente por la nulidad de los otros. Pero la realidad argentina y sus mercados, aún con el FMI jugando con nuestra camiseta para evitar que volvamos a caernos del mapa y, en el camino, arrastremos a muchos otros países o nos regalemos a China a cambio de peligrosas concesiones, no creo que permita demasiadas fabulaciones presidenciales al Ministro de Economía. Es joven, es audaz pero no estúpido, sabe que tendrá nuevas oportunidades apoyado por el establishment prebendario y corrupto, experto en operar en “mercados regulados”, y no estará dispuesto a jugar tan promisorio futuro en una aventura con un final demasiado incierto.
Estuvo a nada de despeñarse cuando el dólar tocó $ 500 y, aunque retrocedió luego, nadie está dispuesto a jurar que la corrida haya terminado, o que cese la caída de depósitos en el sistema financiero. No quedan más que US$ 1.500 millones reales en el Banco Central, aptos para sólo una semana de importaciones y los diferentes cepos están provocando una recesión que ya golpea fuerte. Y abril es altamente probable que haya cerrado con una inflación superior al 8%, o sea, continúa la aceleración que, anualizada, llega al 150%.
Del famoso swap chino, restan sólo US$ 1.000 millones disponibles; y dudo que la generosidad y la paciencia del FMI habiliten el adelantamiento de los fondos previstos para el segundo semestre, como ruega Massa, porque además de la oposición de Alemania y Japón a seguir financiando nuestros disparates con el ahorro de sus ciudadanos, los funcionarios internacionales -Cristalina Georgieva incluida- estarían exponiéndose a sanciones graves a título personal.