Y finalmente, jamás salimos de la tristeza. Desde hace por lo menos dos años los argentinos estamos naufragados en este sentimiento. Por las experiencias anteriores, esperábamos que cambiara, que se convirtiera en otra fase de duelo en algún momento previo a las elecciones, pero tal cosa no sucedió.
Lejos de crecer, la bronca retrocedió para dejar lugar a la incertidumbre, a la angustia, acompañándose por el miedo y la preocupación. La nube de palabras que describe las emociones que nos despierta la Argentina es tétrica. Contiene esperanza (aquella palabra tan buscada) en una medida muy pequeña en comparación con la oportunidad de cambio que se nos presenta.
Encaramos las elecciones sumidos en este clima del cual puede salir cualquier cosa, cualquier evento. Las emociones nos dominan y aparecen maquilladas por argumentos que parecen racionales e ideológicos, pero no lo son.
Los números
Los datos que arroja esta encuesta previa a las elecciones generales nos deja “en llantas”. Parece sólida la circunstancia de que Javier Milei aventaja a los demás candidatos por varios puntos, pero no llega a los cuarenta necesarios para pensar en ganar en primera vuelta.
El segundo puesto, es decir aquel que pasaría a segunda vuelta con el libertario, es una incógnita total. Sergio Massa y Patricia Bullrich están tan cerca (1.2%) que los indecisos (3.8%), el margen de error (2%), incluso todo el universo de gente que no quiere dejarse investigar (indeterminable), pueden ordenarlos de cualquier manera posible.
En mi intuición, creo que va a pasar a segunda vuelta aquel que pueda significar dos cosas:
Primero, el antídoto contra Milei. Sabemos que el libertario despierta amores pero también temores. Veremos a quién utiliza la población que está asustada para intentar “frenarle el carro”. Segundo, el que más se conecte con este clima emocional preponderante. Aquel candidato que, aunque sea en una pequeña medida, pueda transformar algo de tristeza en esperanza.
Los datos de esta encuesta están tomados antes del segundo debate, entonces todos los eventos posteriores pueden influir de manera determinante.
Sabemos qué hay en “el ruido”, es decir, entre aquellos que opinan, que contestan, y que participan de la conversación social. Pero hay que reconocer que las herramientas de investigación no permiten auscultar en este escenario todo aquello que está en “el silencio”, es decir, entre aquella población que definirá su voto en los últimos días y que no está participando del debate social.
Estamos tan miopes como en aquella elección reñida entre tres del 2003. Hace veinte años que no sucede un evento parecido. Los políticos argentinos están tan desacostumbrados a una pelea tripartita, que la desorientación es muy severa.
Exprimiendo el limón
Hagamos el intento de exprimir este limón, de tomar las demás preguntas de ésta encuesta para intentar ver qué síntomas existen, y por ende, tratar de definir el segundo puesto. Lo que encontramos son síntomas diversos.
Tomando imágenes positivas y negativas, podemos ver que Patricia Bullrich aventaja a Sergio Massa en ambas. Pero sabemos que el votante de Massa no necesariamente tiene que respetarlo, solo tiene que seguir la voluntad de Cristina.
Si vemos emociones de tristeza y miedo en pregunta cerrada, Patricia Bullrich también parece aventajar a Massa. Pero si analizamos la creencia sobre quién puede ser el próximo presidente (amén de la intención de voto), entonces es el actual ministro de economía el que tiene ventaja.
Visto por razones del voto, el peso de la inseguridad no está en el tope de las decisiones de los argentinos, viéndose superada por las razones económicas, la ideología y la idea de probar con algo nuevo.
En las nubes de palabras de ambos la esperanza aparece muy esquiva.
Pero, preguntando por quién es el mejor para ganarle a Javier Milei, parece ser Bullrich la que vuelve a tener ventaja.
Si la configuración de segunda vuelta pudiera ser un elemento determinante para el voto que falta definir, entonces sabemos que Massa perdería en segunda vuelta contra ambos, y que la pelea entre Milei y Bullrich es todavía incierta, con el libertario arriba pero sumando poco más que lo que registra en las generales.
En el negro
En la zona que no podemos investigar, en aquello que está tapado, se encuentra el efecto final que definirá la circunstancia.
¿Podemos tener voto tapado de Milei?: sí. ¿Podemos tener voto kirchnerista asqueado de votar a Massa que decida “juntar los tacos”?: sí. ¿Podemos tener una Patricia Bullrich que haga el mismo camino electoral de Macri en el 2015?: también.
Los puñales el día de la elección a la hora de mover los aparatos y fiscalizar van a ser determinantes, además por supuesto del porcentaje de participación. Si entre el segundo y el tercero no existe una diferencia amplia, podemos llegar a estar varios días contando los votos nuevamente en la justicia electoral.