Desde el año 2019 al 2021 las muertes por sobredosis de fentanilo en los EE.UU., aumentaron en un 94 % según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades , CDC , por sus siglas en inglés. Se estima que casi 200 estadounidenses fallecen cada día por consumir esta droga. Especialistas han definido al fentanilo como un opioide que es hasta 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más potente que la morfina. CDC ha informado además que tan sólo en el año 2021 más de 71,000 personas murieron en los Estados Unidos por sobredosis causadas por opioides sintéticos. Y esta cifra va en un alarmante crecimiento. La emergencia del fentanilo es grave en el país y faltan políticas gubernamentales coordinadas y concretas por parte de esta Administración, y esto es gravísimo por las consecuencias sociales y sanitarias que acarrea.
Hace unos días en una reunión de periodistas internacionales me preguntaron cuáles serían los problemas más acuciantes que enfrenta la golpeada democracia norteamericana hoy en día. Luego de pensar un rato en los conocidos problemas no resueltos que enfrenta la Administración Biden, que son muchos, como por ejemplo la inflación con el consecuente empobrecimiento de la clase media y baja, la violencia en las ciudades, el peligro que significa el tener fronteras abiertas para la seguridad y el tejido social del país, una zigzagueante y contradictoria política internacional, la enorme grieta política que enfrenta al país, la politización de agencias claves gubernamentales, como el FBI, La CIA y la Justicia, etc. etc. decidí que en mi opinión fuera la dramática situación de la epidemia del fentanilo, este opiáceo sintético que no sólo es un problema para la salud pública, sino que está destruyendo el tejido social del país y la vida de miles y miles de jóvenes.
Y cómo ha llegado el país a esta caótica situación? Las causas son evidentemente múltiples. El alto consumo de drogas en el país tiene larga data. De acuerdo a un informe de las Naciones Unidas al respecto del año 2010, los Estados Unidos ya era el principal consumidor de cocaína en el mundo y el mayor productor de marihuana, incluyendo las variedades transgénicas. Se compara el impacto actual de los opiáceos en la sociedad norteamericana con el efecto del LSD en los años 1960, la cocaína en los años 1980 y el crack en los años 1990. Hoy en día el fentanilo es una bomba mucho más mortífera, y perdurará lamentablemente por mucho tiempo si no se toman medidas serias y radicales. Recuerdo en este conexto las palabras fuertes de un gobernador colombiano, referentes a gran parte de la población estadounidense, y que me decía “ los gringos son un pueblo de pichicateros, y crean el mercado para las drogas”. El actual uso del fentanilo produjo el año pasado por lo menos 80.000 muertos en el país, la mayoría jóvenes. Recordemos que una dosis de tan sólo dos miligramos puede conducir a la muerte.
Uno de los factores claves para comprender esta adicción a los opiáceos la encontraremos en el rol maléfico de varias grandes empresas farmacéuticas .
Todo empezó allá por los años 1990 con la producción masiva de la droga Oxicontin, una forma de la oxycodona , un fuerte analgésico opioide reservado para casos extremos de dolor en pacientes con cáncer avanzado o dolencias terminales. Oxicontin fue producida por la farmacéutica familiar Purdue Pharma dirigida por Richard Sackler y sus hermanos que emprendieron una campaña de ventas agresiva, sin escrúpulos éticos ni morales, seduciendo con información falsa y prácticas deshonestas frente a médicos, hospitales, consultorios y farmacias para que recetaran esta droga masivamente, también para dolores leves. A cambio de ello ofrecían a menudo bonos especiales de acuerdo a las ventas y recetas proporcionadas a los pacientes. Convencieron también a círculos científicos para que ignoraran la adicción que provocarían estas peligrosas drogas, estos pain killers .
En el año 1995 lograron el apoyo de la FDA, la importante agencia federal dedicada al control de las drogas y alimentos, y con la luz verde de este organismo fabricaron toneladas del producto convirtiéndose la familia Sackler en multimillonarios, viviendo como verdaderos magnates. El doctor Curtis Weight, quien supervisó la revisión y aprobación del producto por parte de la FDA , pasó poco tiempo mas tarde a trabajar para la farmacéutica de los Sackler con una compensación de unos 400.000 dólares en su primer año en la compañía. Su propietario, Richard Suckler fue el responsable de la adicción y muerte de por lo menos medio millón de personas en el término de 20 años. Un verdadero escándalo. Es obvio anotar que no lo hubiera logrado sin la colaboración de altos funcionarios de las agencias de control y de los gobiernos de turno. Finalmente abnegados fiscales, abogados y periodistas independientes lograron llevarlo a Suckler y a su compañía a juicio, siendo condenado a pagar 500 millones de dólares de multas, pero liberándolo de tener que enfrentar cualquier otra demanda futura de por vida por sus crímenes, y sin haber pasado ni él ni sus socios y parientes un sólo día en la cárcel. Algo insólito, para llamarlo de alguna forma, para la Justicia norteamericana. Hoy en día Richard Suckler vive tranquilamente en una mansión en Boca Ratón en el Estado norteamericano de la Florida.
Y así tenemos una parte muy importante de la tragedia a la que nos enfrentamos hoy día con la epidemia del fentanilo ilegal, contrabandeado desde México. Es así que cuando tanto la Big Pharma como muchos médicos involucrados pusieron un freno relativo a la producción y distribución de oxycodone, ahí fue cuando comenzó el mercado negro del fentanilo, ahí fue cuando entraron a jugar los carteles internacionales de la droga. Hoy en día el valor de un kilo de fentanilo puede alcanzar a los 1,2 millones de dólares, la misma cantidad de heroína ronda a los 500.000 dólares. El hecho del reducido tamaño del fentanilo en polvo facilita su distribución, su comercialización y su contrabando, tranformándose en una opción extremadamente atractiva para el narcotráfico internacional y todos aquellos involucrados en el negocio. Y a esta verdadera bomba de tiempo destructiva de las sociedades occidentales, especialmente de los Estados Unidos, se suma el factor político internacional. La China comunista es actualmente la mayor productora de los precursores, que luego llegan contrabandeados a los carteles mexicanos y de allí hacia los consumidores adictos en los EE.UU. Esto no sólo le produce a la China comunista un gran rédito comercial, sino cumple con una diabólica estrategia criminal de destruir el tejido social de la joven población norteamericana. Tengamos presente que hoy en día una dosis de fentanilo ilegal cuesta entre tres y cinco dólares en líquido o en polvo, y sólo dos miligramos pueden ser letales. Y hay más. La actual Administración Biden con su suicida política de fronteras abiertas al sur del país ha facilitado a los super carteles mexicanos, como el Cartel de Sinaloa, conocido como el Rey del Mambo del Fentanilo, y el Cartel Jalisco Nueva Generación, CJNG, su trabajo. Por medio de sus soldaditos, mulas camufladas atraviesan la frontera aprovechando la masiva inmigración que se introduce ilegalmente buscando un mejor porvenir en la potencia del norte. Una verdadera tragedia que algún futuro gobierno desde Washington D.C. deberá enfrentar seriamente, antes que sea demasiado tarde.
Debemos reconocer que el primer presidente norteamericano que reconoció y enfrentó el drama del fentanilo para la sociedad norteamericana fue el ex presidente Donald Trump que lo declaró como una “Emergencia Nacional” enfrentándose a China comunista logrando que ésta se comprometiera a controlar las exportaciones de los químicos base del fentanilo. Hoy en día el candidato presidencial Trump para las próximas elecciones durante sus mítines de campaña insiste en el tema del combate al fentanilo y llega hasta plantear que desplegaría al Ejército para acabar con la crisis del fentanilo. Dentro de las filas Republicanas se oyen cada vez más voces de candidatos que no descartan acciones bélicas en territorio mexicano para detener este flagelo y otros opioides sintéticos. Meses atrás la fiscal general del Estado de la Florida, Ashley Moody pidió al presidente estadounidense Joe Biden que clasifique al fentanilo como arma de destrucción masiva, WMD por sus siglas en inglés.
Afortunadamente nosotros en Latinoamérica estamos muy lejos de tener una crisis del fentanilo como la que tiene actualmente los Estados Unidos, país que cuenta una larga tradición en el uso de drogas. Nuestra idiosincrasia, el apego a nuestras tradiciones cristianas y familiares, significan un freno muy importante en mantenernos lejos de esta epidemia. También han jugado un gran impacto los videos circulantes de la situación caótica de varias importantes ciudades norteamericanas como Filadelfia, Chicago, Nueva York, en los que se muestran horripilantes escenas de drogadictos de fentanilo comportándose como verdaderos zombis deambulando al borde de la muerte en diferentes barrios de esas ciudades. De acuerdo a la ONUOD, Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, indica que para la América Latina el índice del uso de opioides sintéticos con fines no médicos está tan sólo en alrededor del 0,2 %, seis veces menor que la estimación mundial del 1,2 %, sin mencionar a los EE.UU. donde el porcentaje es mucho más alto de acuerdo a la organización independiente KFF de Noticias e Investigaciones sobre el tema.
La mayoría de los gobiernos latinoamericanos son conscientes que deben atajar a tiempo esta pandemia, y que deberán aumentar drásticamente el control fronterizo, implementar políticas efectivas de prevención para no caer en el drama que agobia a los EE.UU. hoy.
esta mierda ya esta en el pais agarraron a varios entrando esta porqueria en chile y en argentina un funcionario de ushuaia andaba con esa droga
Acá es exactamente igual. El socialismo del siglo 21 llenó de drogas a los pobres. No sé dónde vive este periodista pero acá en el conurba está lleno de jóvenes zombies por el paco, que es peor que el fentanilo en destrucción cerebral. Ahora gana Massa y va a ser mucho peor. Nos trae a todos los grandes carteles.
En los EEUU el FENTANILO mata 1 persona cada 3 Horas , pero Argentina durante la Pandemia importó grandes cantidades, para la atención de paciente en coma. Se puede dar doble uso y usar como estupefaciente. En el año 2022 se murieron 28 personas, en la Villa Puente 8 de 3 Febrero, mezclándose Carfentanillo con cocaína.por cuestiones económicas, de plata, porque los opióides son muy baratos. En septiembre del 2023 en el Aeropuerto de Ezeiza, la División Aduana.Afip, detecta en una Empresa de Encomiendas, puerta a puerta, 1,2 kilo de pastillas de Benzidoxial Fentanillo que un Laboratorio le mandaba a un Médico Homéopata a Miami.
Es cierto que existe el tráfico y los carteles y todo lo demás, pero en los EU hubo una base de negocios legales que facilitó el tráfico y las adicciones. No es una novedad que el Congreso de los EU ha permitido un nivel excesivo de lobby y ha concedido demasiados beneficios a la industria farmacéutica. Hace ya décadas que la presión por los negocios ha orientado el gasto en publicidad que antes era destinado al consumidor y ahora a los profesionales de la medicina que hacen las recetas. Hace ya muchos años que se incrementa el uso de sedantes y analgésicos, y la mayoría son derivados de opioides con un mecanismo de liberación lenta. El abuso de analgésicos es una de las mayores causas de la adicción a los opioides, el tráfico ilegal viene después.